Iglesuela del Cid o viajar en el tiempo

POR Esther Ordax

20/02/2024

En pleno corazón del Maestrazgo, a 1.227 metros sobre el nivel el mar, se encuentra esta preciosa localidad turolense galardonada con el título de Bien de Interés Cultural 1982. Nada que extrañar porque este pueblo de poco más de cuatrocientos habitantes cuenta con un impresionante patrimonio histórico - artístico que data de la Edad Media.

Foto de cabecera. Palacio Matutano Daudén

Allí, se alza majestuoso el Palacio Matutano Daudén, reconvertido en hotel de cuatro estrellas y forma parte del Club de selección de alojamientos con encanto Rusticae.

El origen de la Iglesuela del Cid, con varios milenios de historia, se remonta a su consideración como villa durante el medievo, si bien iberos y romanos se asentaron en la zona con anterioridad. En los siglos XVI y XVII las familias nobles, enriquecidas con el comercio de la lana, comienzan a construir numerosos palacios y casas señoriales de estilo renacentista. En medio de todo este esplendor se elevan casas palacio espectaculares; hasta seis, como las de Guijarro, Agramunt o Aliaga y también, de la mano de la familia Daudén -uniéndose más tarde a la familia Matutano- este Palacio de 1.500 metros cuadrados que hoy toma su nombre y fue declarado en 1931 Monumento Nacional.

El Palacio es realmente un museo de arte en sí mismo, que, a tu llegada, te recibe con sus mejores galas y los brazos bien abiertos, los de “la escalera del ruedo”, una impresionante escalera imperial, de estilo rococó, construida en madera de pino, con la celosía típica del Maestrazgo y que se conserva en su estado original.

Su salón principal, de marcado carácter barroco, situado en la primera planta, hoy alberga, además de una parte de las habitaciones, el restaurante Torre de Nublos, otro pequeño gran museo que conserva las lámparas, arcos, tapices, espejos, puertas y balcones originales. Una gran oportunidad de disfrutar de alguno de sus menús cerrados o platos de su carta, de alta gastronomía sostenible, maridados con vinos ecológicos de proximidad, mientras observas desde sus grandes ventanales la recoleta plaza Mayor y la Torre del Homenaje, único vestigio del castillo templario que protegía esta villa en el siglo XIII. La Torre de los Nublos, o del conjurador de tormentas, lleva sosteniendo la vida del pueblo durante más de ocho siglos.

Sus 35 habitaciones, entre 22 y 26 m2, a excepción de la suite, de 50 m2, tienen vistas al pueblo y otras a la iglesia de la Purificación, las Casas Consistoriales y la Casa Blinque.

La cuarta planta, conocida como “la falsa”, antes almacén de los jamones y el grano en el palacio, conforman hoy su spa & wellness y una cafetería de gigantes ventanales que te hace revivir. Su jardín de verano, orientando hacia el sur y protegido por la Casa Blinque y el propio Palacio, es un oasis para el disfrute durante los meses de verano.   

Pet- friendly

El hotel cuenta con una planta especialmente habilitada para alojamiento con mascotas y, con sólo avisar, equiparán la habitación con cama y cuencos para la bebida y la comida, con un suplemento de 30 Ä por noche (el precio no incluye el alimento de la mascota).

rusticae

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