Enla imagen de cabecera, de arriba a abajo y de derecha a izquierda: Ruth Baza (autorretrato), Friedensreich Hundertwasser, Blur y Adam Ant.
Ha vivido en lugares tan diferentes como San Juan, Nairobi, Johannesburgo, Madrid, Washington, Los Ángeles, Tokio o Nueva York (donde reside actualmente). Como periodista ha entrevistado a célebres figuras de la cultura. Entre otras muchas, Anjelica Huston Friedensreich Hundertwasser, Paul McCartney, Iggy Pop, Gerard Depardieu, Slash, Yoko Ono, Kurt Cobain, Angel Corella, James Elroy, Adam Ant, Roman Polanski, Bruce Willis, Isabella Rosellini, Luciano Pavarotti, Eric Clapton, Peter Fonda, Blur, Björk, KD Lang, Arnold Scharzenegger…
Después de ahondar sobre tu trayectoria como artista, periodista, escritora, fotógrafa, y especialista en diferentes disciplinas tan variadas como interesantes, podemos ver que un punto en común entre muchas de ellas es el viaje. Esa la razón de nuestro interés por contar con tu perspectiva de este concepto tan amplio, que no va solo de cruzar fronteras, sino de la vida misma vista como un viaje. Por eso, lo primero que me gustaría preguntarte es cómo concibes esta idea, es decir, ¿qué es para ti el viaje?
Ante todo, no me considero artista. Me denominan como tal con frecuencia y, aunque es un halago, lo cierto es que me siento incómoda con el adjetivo. Yo soy escritora. Llevo narrando historias reales desde que tengo memoria, tanto en mis diarios como en la ingente correspondencia que mantengo con gente notable a la que quiero mucho, igualmente desde hace décadas (muchos de ellos sí son artistas, ¡por cierto!) y por supuesto, los cientos de artículos, entrevistas y libros que he publicado a lo largo del camino.
Ciertamente, también me dedico a muchas otras cosas porque soy muy inquieta, a veces rozo la hiperactividad, y me mueven el afán por aprender, probar y arriesgar. Esto no tendría sentido sin coraje, curiosidad y el deseo constante de evolucionar y al mismo tiempo revolucionar un poco.
La vida es el único Viaje que emprendemos y el resto son estaciones de paso. En mi caso desde que estaba en el útero materno, he permanecido más o menos tiempo en paradas con aromas, colores, texturas, temperaturas, sabores, rostros, cuerpos y casas diferentes. Lo fascinante del Viaje es mantener intacta la capacidad de asombro, abrazar la variedad, apreciar y sentir lo que te envuelve, y luego ser capaz de plasmarlo o contarlo de manera que el otro pueda percibirlo casi como tú, de forma multisensorial.
He tenido la fortuna de fundirme en muchas culturas. He sentido con todos los sentidos en cualquier lugar. He sufrido y he sido dichosa, y a veces he caminado a pie, otras gracias a cuatro ruedas, mediante alas y otras sin moverme del sitio como cantaba Jamiroquai.
El Viaje es diario. No tiene nada de literario. Este es el significado de la vida para mí. Cada día no solo es una nueva oportunidad para el asombro, si no igualmente una estación efímera o más permanente.
¿Cómo describirías ese viaje personal hasta ahora?
Intermitente. Apasionante. Intenso. No lo cambiaría por nada.
¿Te sientes como una nómada?
Sí. Solo por vivir y saberme ciudadana del mundo porque no siento apego por ningún sitio en especial. No es desarraigo, sino sensación de pertenencia a la Pachamama. Lo que no he sido nunca es turista, si no viajera porque siempre me he perdido en los lugares a los que he arribado. No busco, encuentro. Me mezclo con la gente y el ambiente. Me dejo llevar por la pasión y el instinto. Vivo la experiencia como si fuera la última. No miro el reloj. Experimento y espero lo inesperado.
El viajero es imprevisible y sabe que se enfrenta a accidentes controlados y otros inesperados, pero los acepta, no por diversión si no, porque es vital, y es nómada porque elige qué, cuando, cómo, dónde y por qué. El inconformismo, la necesidad de descubrir, la aceptación, el respeto por los otros y la naturaleza, y acumular conocimiento es la raison d´être de quien viaja por la vida independiente y libre.
¿Podrías mencionar algún hito dentro de esa experiencia que haya cambiado tu forma de ver el viaje/la vida?
El sentido de la vida no se reduce a un único hecho u objetivo. La visión de túnel es aburrida y peligrosa. Yo contemplo la vida como si fuera un abanico desplegado entre el mundo material y el espiritual, que me ofrece múltiples posibilidades de elección, respuestas, o al menos visiones distintas sobre un mismo tema para analizarlo y sacar conclusiones, seguir una dirección, tomar una decisión o al menos saber a qué me expongo. Obviamente, hay experiencias que nos marcan más, pero cuanto vivimos es valioso y deja un poso en nosotros porque, al fin y al cabo, todo son lecciones: el amor, la guerra, el desencanto, descubrir, dar, la pobreza, el fracaso, el dolor, la tragedia, el éxito, la soledad, la pérdida, el aislamiento, la creatividad, el silencio… Quizá lo único que ha ampliado o amplificado mi manera de vivir, es la convivencia con la enfermedad. No me detiene, todo lo contrario, lo que para otros podrían ser vulnerabilidades o limitaciones son el combustible para que siga adelante, igual que escribir, porque no concibo la existencia sin escribir ni sin belleza.
Has vivido en algunas de las ciudades más cosmopolitas del mundo, ¿qué te ofrecían estas grandes capitales? ¿Sientes que has encontrado tu hogar o tu lugar en el que estás realmente a gusto?
Sensación de pertenencia transitoria muy estimulante por dentro y por fuera que se mantiene en el tiempo en forma de memoria o narrada en papel. He vivido y tenido tantas experiencias en tantos sitios, que como le ocurría a Paul Bowles, me resulta difícil decir, entre los muchos lugares en los que he tenido la suerte de permanecer por largos o cortos periodos de tiempo, exactamente dónde me he sentido más como en casa. Probablemente Nueva York haya sido lo más parecido a un hogar, igual que Santa Mónica y Nairobi.
La forma de documentar los viajes ahora es muy instantánea, fotografías con el móvil y publicaciones en redes sociales, cuando antes se llevaban más cuadernos de viaje y álbumes físicos, ¿tú sueles documentar esa experiencia con textos e imágenes o es algo que no te interesa especialmente?
Soy muy crítica a este respecto. Vivimos en lo que yo denomino “Junkie Society”, un buffet libre donde todo se consume a velocidad de vértigo, con poco o ningún criterio porque lo importante no es la calidad si no la cantidad, mostrar que no demostrar, engullir y desechar. Una sociedad adicta a la inmediatez y el like vive pendiente de la aceptación y cómoda al amparo de la tecnología, por lo que olvida el pasado, pierde habilidades básicas y humanas, no ve la realidad tal y como es, normaliza conductas reprobables, y vive la vida sin la pasión necesaria en un universo paralelo de fantasía. No se documenta, se ostenta y también se miente mucho. Me resulta imposible formar parte de ese club, de ninguno para ser honesta, porque no soy presa de influencias ni, en este caso, quiero mostrar gráficamente cómo es mi vida para recibir aprobación. No lo necesito. Además, soy ludita, que no convencional, y progresista, abogo por la difusión y democratización del conocimiento porque es el alma de todas las culturas, y disfruto de la abundancia que me ofrece la vida sencilla pero llena de emociones. Mi viaje está entre las paginas de mis escritos, en los blanquinegros de mis fotografías, en mi memoria y solo comparto fragmentos con la gente a la que quiero y con mis lectores.
Has entrevistado a muchas personas icónicas en diversas disciplinas creativas. ¿Cuál es la que más te ha impactado personalmente o te ha dejado mejor huella?
He tenido el privilegio de conversar en profundidad con cientos de personas maravillosas que no me han dejado indiferente. Pero la experiencia más impactante y traumática en acto de servicio como periodista me ocurrió con un actor francés reconocido mundialmente al que entrevisté en Paris en 1995, con 23 años y que al final de la entrevista me agredió sexualmente.
Has participado en la exposición de mujeres fotógrafas en la música “From Her To Eternity: The Women Who Photograph Music”. ¿Qué ha supuesto para ti?
Ha sido un honor formar parte de ese gran foto-quilt expuesto en el corazón de Chicago junto a grandes fotógrafas del rock como Linda McCartney, Naomi Petersen, Katarina Benzova, Laura Levine, Sheila Rock o Kate Simon gracias a mis amigas Courtney Love y Julie Panebianco. Y es solo el principio!
Si tuvieses que hacer una revisión de La vida intermitente, ¿cambiaría algo en el enfoque?
Llevo tiempo pensando en reeditarla. Me gustaría desarrollar más la vida de Boris y Margo y aunque es una novela atemporal, como la mayoría de los libros que escribimos los autores de mi generación en los 90s, necesita una actualización, traerla al presente, pero sin variar el enfoque.
¿De qué manera te impactan las noticias e imágenes de cómo tantas personas tienen que huir del lugar que nacieron para buscar un presente mejor?
Me duele terriblemente observar cómo el ser humano no aprende de los errores y terrores del pasado. La guerra no es la respuesta, es una batalla perdida desde el principio. Por desgracia no hay dónde esconderse y el presente no es un lugar seguro para nadie, pero debemos vivir hasta donde lleguemos porque vivir es la mejor venganza contra la adversidad.
Entre esos factores, se ha sumado a los ya “tradicionales”, las emergencias climáticas. ¿Cómo ves el futuro de la humanidad?
Nos enfrentamos a otra extinción masiva, es un hecho científico, cuyo proceso se ha acelerado por la intervención del ser humano. La Tierra lleva décadas resintiéndose y la arrogancia, la ignorancia y la ambición que tiene nuestra civilización se está comiendo las uñas del éxito de la evolución. De nada sirven las tiritas cuando las heridas están tan abiertas que no cesan de sangrar y no cicatrizan. Hemos fracasado como especie, a nosotros mismos y a todas las criaturas que habitan con nosotros. Es tarde para cambiar el destino, pero si podemos vivir el ahora con todas las consecuencias porque ahora es todo cuanto tenemos. Luego, mañana, ya veremos.
¿Nos podrías contar sobre tus próximos proyectos que tengas en mente?
Mi mayor proyecto es estar en paz. Solo aspiro a la calma. El resto, publicar libros, exponer, seguir coleccionando textiles e indumentaria antigua, colaborar con distintas ONG, disfrutar de la compañía, la sabiduría y el amor de pocos pero excepcionales seres humanos, forma parte del viaje. Ignoro cuanto tiempo me queda, pero no pienso desperdiciarlo.