Esta entrevista está incluida en la edición especial Las canciones de nuestra vida, en la que preguntamos a cerca de cincuenta artistas, creadores, comunicadores, etc., por la canción de su vida y sobre la música que escucha hoy. En su caso, Mala vida, de Mano Negra y Catfish de la rapera Doechii.
Me cuentan que lo que más llama la atención del que te conoce es lo mucho que te gusta lo que haces…
Es que, sinceramente, tengo la suerte de dedicarme a algo que me emociona cada día. La música ha sido siempre mi motor, mi pasión y mi manera de entender la vida. Trabajar con ella, desde la trinchera de una empresa independiente, es un regalo… aunque a veces haya que luchar contra molinos. Cuando amas lo que haces, lo imposible se convierte en algo que tarda un poco más en llegar.
¿Qué haces para aguantar tanta presión como la que conlleva la organización de un festival?
Primero, rodearme de un equipo humano brutal, con compromiso y talento. Me atrevería a decir que es mucho más importante el compromiso, el amor y la ilusión que el talento o el conocimiento, porque esto último siempre se puede aprender.
Segundo, recordar siempre por qué empecé, por amor a la música. Hay momentos durísimos, claro, pero cuando ves a miles de personas emocionadas, cantando a pleno pulmón, saltando o bailando, todo cobra sentido. También ayuda saber desconectar cuando toca, la familia y los amigos son el oasis en medio de la locura del ritmo frenético, ah y muy importante, tener siempre a mano una buena canción.
¿Cómo nació Sonde3?
Sonde3 nació en 2001, como suelen nacer las cosas hechas con ilusión y pasión cuando eres joven y tienes un sueño. Éramos tres amigos —Juan Carlos Goñalons, Oriol Carbonell y yo— con una pasión común por la música negra y de raíz: el blues, el funk, el gospel, la world music y el mestizaje de finales de los 90… géneros que en aquel momento apenas tenían espacio en los grandes escenarios de este país. Nuestra primera aventura fue organizar el Festival Internacional de Blues de Cerdanyola, y desde ahí todo empezó a crecer.
Lo más bonito de todo es que nada fue fruto de una estrategia calculada. No hubo un plan maestro. Fue una evolución natural, sincera, casi inevitable y casi sin darnos cuenta, acabamos construyendo una estructura sólida que combinaba booking, management y producción de festivales.
Por el camino, han cambiado muchas cosas, también las personas. Pero si algo tengo claro es que, sin personas como Dani Alba o Isabel Sánchez, muchos de esos cambios simplemente no habrían sucedido. Ellos han sido fundamentales en este viaje, y me siento muy afortunado de haberlos tenido cerca cuando más hacía falta.
Hoy en día, Sonde3 sigue siendo una empresa independiente, pero con vocación internacional y una visión muy clara: defender la música que nos apasiona y no como un simple producto, aunque a veces nos confundamos y tengamos que replantear proyectos. Hemos sido inquietos, a veces hasta un poco kamikazes, pero siempre fieles a una forma de hacer que pone los valores por delante. En un momento en el que muchas veces se priorizan los números y se olvida la emoción, nosotros seguimos creyendo en la música que deja huella.
SanSan Festival, Womad Cáceres, Sonrías Baixas…. Son festivales muy diferentes cada uno con su propia idiosincrasia… ¿Es fácil no sufrir un trastorno de personalidad?
(Risas) ¡A veces parece que sí! Pero en realidad esto es lo más bonito: cada festival tiene su alma, su personalidad, nos obliga a estar en continuo estudio e investigación. Siempre digo que uno de los grandes problemas que sufre nuestro sector son las franquicias culturales, repetir una misma fórmula sin pensar más que en los resultados. A mí me gusta mucho hacer programaciones que creen conflicto, que hagan pensar y que te ayuden a descubrir artistas que no conocías. No se trata de copiar y pegar, sino de entender lo que hace único a cada lugar y a cada público. Lo que intentamos es que en todos ellos se respire algo en común: los valores de Sonde3, el cuidado al artista y al público y un ambiente excepcional.
Hay una proliferación increíble de festivales, se contabilizan más de 1.000 en España. ¿Hay sitio para todos?
El problema no es la cantidad, sino quién, cómo y para qué se hacen. Hay festivales que nacen con ilusión, creatividad, identidad, con compromiso, otros que buscan llenar un hueco de nuevos estilos o géneros que van apareciendo y otros últimos que buscan solo la rentabilidad inmediata. Eso se nota. Nosotros seguimos creyendo que el valor está en construir algo duradero, con sentido y donde el público se sienta especial y viva una auténtica experiencia relacionada con y para la música.
¿Hay sitio para todos?
Quizá no. Pero sí hay sitio para los que apuestan por lo auténtico y simplemente quieren trabajar y vivir con la música.
Habrá muchos artistas que no hayas podido contratar ¿Cuál es la espinita que más se ha clavado?? ¿Si pudieras elegir un grupo a quien traer a Babel cual sería?
Uf… hay muchas espinitas. Algunas se han convertido ya en imposibles…
Manu Chao & Radio Bemba, Buena Vista Social Club, Santana, Maná, Red Hot Chili Peppers,…
Pero me quedo con muchos de los sueños cumplidos, por Río Babel ha pasado Bad Bunny, C Tangana, Juan Luis Guerra, Jamiroquai, Bunbury, Los Fabulosos Cadillacs, Residente, Molotov, Bomba Estéreo, …
Y si sumamos la previa de Road to Río Babel, el sueño fue tener a Green Day.
La última edición de Rio Babel en el nuevo espacio Auditorio Miguel Ríos de Rivas-Vaciamadrid congregó a más de 50.000 personas.
Ha sido una edición muy especial. No solo por el cambio de espacio, que nos ha dado muchas más posibilidades y libertad creativa, sino porque sentimos que el público ha entendido qué es Río Babel, es el año que más abonos hemos vendido. Confeccionamos un cartel diverso, con alma, que respira Latinoamérica y a la vez nuestras raíces, que combina la fiesta con nuestra identidad y ha sido una de las ediciones más emocionantes hasta el momento.
Tal vez lo que hace de Rio Babel algo diferente es su ligazón con Latinoamérica que se puede apreciar en el cartel. Has hablado en alguna ocasión de cruzar el charco con Rio Babel…
Totalmente. Río Babel no sería lo que es sin esa conexión. Latinoamérica está en nuestro ADN, no solo musicalmente, sino en su forma de entender la cultura como algo vivo, profundo y popular a la vez. Cruzar el charco es un sueño que seguimos cultivando. Hemos tenido conversaciones, ideas, incluso alguna tentativa. Lo visualizamos como un puente de ida y vuelta, pero no es una obsesión y nunca sería como una franquicia.
Sonde3 también lleva el management de artistas como Rayden, Muerdo, Travis Birds o La Pegatina. ¿Qué buscáis y cómo se deciden los artistas con los que trabajáis? Como director ¿Hasta qué punto tratas con ellos?
Nos mueve lo mismo que cuando organizamos un festival. Trabajamos con artistas que tengan algo que decir, que no sean solo tendencia, sino que tengan un discurso, una personalidad propia, que nos gusten sus canciones o la forma que tiene de contarlas y cantarlas. Alguna vez nos hemos equivocado y hemos trabajado con artistas por su popularidad y sin valorar si de verdad nos apasionaba su relato, lamentablemente es un error, no hemos podido desarrollar bien su carrera, es básico para nosotros que la relación sea sana, verdadera y se base en la confianza.
Mi relación es muy estrecha con ellos, siempre desde lo humano. Me gusta saber cómo están, por qué momento pasan y cómo viven el proyecto. No se trata solo de agendas y estrategias, sino de construir algo juntos. A veces somos amigos, otras veces cómplices y hasta… Bueno, siempre somos equipo.


