Foto de cabecera Aitor Saraiba
Asistimos a un taller de costura creativa en The Social Hub, en el que Aitor Saraiba (Talavera de la Reina, 1983) nos trajo desde su taller una selección de materiales para crear amuletos, compuestos de piezas recicladas, reutilizadas y originarias de diferentes rincones de la casa en la que creció; hilos de lana hilados a mano o telas teñidas con recursos naturales propios del huerto. Así, una tarde de lunes se convierte en un giro hacia la presencia, libertad e intuición, virtudes que quedan plasmadas en cada puntada.
Todo comienza con sus raíces, considera a su madre como la mejor costurera que conoce: «Mi madre fue quien me enseñó a coser. Mis dibujos vienen mucho de esos patrones para bordados que vi de niños, líneas sencillas, colores vivos». Nos confiesa que hoy su arte textil son esos dibujos. De pequeño disfrutaba contar historias a través de ellos, los mismos que su madre veía y bordaba en cojines, y con los que comenzó a dejar volar su creatividad hace ya dos décadas.
Sin embargo, Aitor no distingue si dibuja como borda o si borda como dibuja. A los 20 años se dio a conocer con libros autoeditados, novelas gráficas que él mismo recuerda con mucho cariño, y que ahora se fusionan a la perfección con sus bordados. La literatura se sigue apoderando de sus obras, con publicaciones destacadas como El hijo del Legionario (2011), reconocida con el premio a Mejor Novela Gráfica 2016 por el IED, o las más recientes Por el Olvido (2018) y El libro de la crisálida (2022).
De experimentar con diferentes soportes, este creador llega también a la cerámica. Desde hace más de diez años colabora con el Centro Cerámico Talavera y produce piezas exclusivas a partir de la técnica Talavera, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2019. Aitor Saraiba pone en relieve el trabajo artesano a través de sus obras y de allí ha aprendido a llevar a cabo procesos que exigen mucha dedicación y esfuerzo: «Llevo años visitando artesanos, pastores, aprendiendo de todas las técnicas que están a punto de desaparecer y nosotros somos la generación que puede salvarlas. Estamos aún en el mundo con personas que conocieron esas técnicas muy bien y nuestro compromiso debería ser no dejar de morir esos conocimientos que son la base de nuestras culturas».
La reutilización de materiales es parte de su firma, Aitor se encarga de sacar el mayor provecho de todos los recursos que están a su alcance, y es por eso que su mayor propósito con los talleres de costura creativa es arrojar consciencia sobre el valor que tienen las prendas de ropa, del gran trabajo que hay detrás de su elaboración. De hecho, tiene su propio proyecto ovino Lana Robla, a través del cual se evita el desperdicio de las lanas de un pequeño rebaño de ovejas criadas en libertad en los Valles Pasiegos.
Libros, ilustraciones, cerámica o bordado. La inspiración llega desde su forma de estar en el mundo: «Bordar mensajes que sanan mi alma, colores que nacen de plantas que crecen en la puerta de mi casa. Esa inspiración para mi más bien es una salvación».
El año 2024 está cargado de nuevos proyectos: en enero viajará a Japón para hacer una pequeña expo de sus piezas y dos talleres, así como un nuevo libro en el que está trabajando para publicar y nuevas piezas de cerámica con Centro Cerámico. Actualmente se puede visitar su primera exposición después de cinco años Ritual, en Exhibit Art Gallery (Santander) hasta el 30 de diciembre.