En la foto: Cristian Verdejo (izquierda) y Nicolás Sfeir (derecha)
Allá donde la sensibilidad plástica se funde con el rigor técnico de la arquitectura, Nicolás Sfeir (arquitecto y diseñador) y Cristian Verdejo (artista y paisajista) dan vida a Ofenhaus, un estudio de cerámica que concibe piezas capaces de transformar lo cotidiano en una experiencia estética. Entre floreros y lámparas de fuerte presencia, su trabajo avanza a fuego lento: prototipos, pruebas y correcciones que rehúyen la prisa industrial para reivindicar lo único y lo hecho a mano. En esta conversación, desgranamos el origen del nombre, el proceso en el taller y el horizonte que ya apunta a una nuevas exhibiciones, tanto en Madrid como en otros países.
¿Cómo se unieron vuestros caminos para crear Ofenhaus?
A partir de una serie de proyectos en los que trabajamos juntos, entendimos que nuestras prácticas tenían puntos en común. Empezamos con algunas piezas para un bar de Madrid y nos dimos cuenta de que el proyecto tenía potencial.
¿Por qué Ofenhaus? ¿De dónde nace el nombre?
El nombre es una palabra en alemán que significa casa de horno. No es la primera vez que usamos el alemán en nuestros proyectos: por un lado, es un idioma muy práctico en la construcción de las palabras; por el otro, es un idioma que en España habla mucha menos gente que, por ejemplo, el inglés o el francés, lo que hace que no sea una referencia directa a otras palabras o ideas.
Un arquitecto y diseñador y un artista y paisajista ¿Cuál es vuestro “selling point”?
Consideramos que nuestras creaciones son producto de una práctica que requiere una gran atención artística, materializada a través de diseños bajo el rigor técnico y teórico propios de la arquitectura.
¿Cuál fue la chispa o el hilo conductor que os llevó a crear esta primera colección cerámica?
Nos mueven mucho los nuevos desafíos: cuando vemos que nuestra visión se pueden aplicar a alguna pieza de uso cotidiano para hacerla espectacular, nos ponemos a trabajar en prototipos, muestras y diseños. Nunca habíamos hecho vajilla y sentíamos que era el momento de experimentar en esa dirección.
La pieza más demandada ¿cuál es hasta la fecha?
Los floreros y las lámparas, sin duda. Son piezas muy distintivas y es posible hacerlas prácticamente de cualquier tamaño, lo que nos permite personalizarlas.
Piezas que transforman espacios… ¿qué atmósfera queréis que generen en quien las usa o las mira?
Siempre buscamos que la experiencia cotidiana se vuelva más bella y placentera. Nuestros diseños buscan generar un aporte estético a la vida de las personas que conviven con ellos.
¿Cómo es un día cotidiano en el taller, desde los primeros prototipos hasta el esmaltado final?
Las primeras horas se dedican a compra de insumos, trabajo de oficina y reuniones. Hacia el mediodía nos tomamos un café o unos mates y planteamos verbalmente cómo se va a desarrollar el día o la semana. Primero abordamos el diseño en conjunto, Cristian trabaja los prototipos y, a partir de ahí, volvemos a la pieza para realizar las correcciones hasta alcanzar el resultado deseado. Este último proceso suele durar varias semanas.
¿Qué lugar ocupa la experimentación y el “dejarse llevar” en el momento de crear nuevas piezas?
Varía en función de la pieza. Por ejemplo, una pieza con formas orgánicas permite, una vez resuelto su lado técnico, una etapa mucho más experimental y espontánea. Las piezas utilitarias requieren un mayor rigor técnico que ha de resolverse en la instancia de diseño previa a la producción.
Un lugar donde soñáis ver alguna de vuestras piezas…
Nos gusta mucho diseñar piezas grandes para espacios grandes como restaurantes y hoteles, y también nos encanta ver nuestras creaciones en las casas de amigos y familiares.
¿Con qué retos os habéis encontrado creando un estudio artesanal en estos tiempos?
Entender que no se puede dar una respuesta inmediata a nuestros clientes en este tipo de procesos. Afortunadamente ellos lo entienden y eso nos permite ser muy fieles a nuestros tiempos de producción.
En un momento en que parece que la producción en serie domina, ¿cómo percibís el lugar de un taller como el vuestro dentro del diseño contemporáneo español? ¿Os sentís a contracorriente?
Nuestros productos no pueden ser masivos fundamentalmente porque requieren ciertos tiempos de producción que los alejan de esa posibilidad, pero justamente eso es lo que los hace piezas únicas y es donde radica su valor. La producción en serie domina el mercado masivo, pero lo único y artesanal ha logrado posicionarse en lo más alto del mundo del diseño.
¿Próximos proyectos?
Nos gusta mucho el desarrollo de exhibiciones para mostrar nuestras colecciones y nuestro trabajo. Para final de 2025 tenemos programada una en Madrid y vamos a realizar algunas en otros países para darnos a conocer a lo largo del año que viene.
¿Un sueño?
Desarrollar algún proyecto en el que todos los detalles estén hechos de cerámica.
¿Hacia dónde creéis que camina el mundo de la cerámica?
Hay un crecimiento sostenido de la cerámica y otras las disciplinas artesanales y oficios. En la medida en que esto sea una resistencia a los tiempos actuales de inteligencia artificial y máquinas haciendo cosas, siempre va a haber un espacio para nuestro trabajo.
