Foto de cabecera: foto promocional del disco "Milk for ulcers"
¿Hasta qué punto las canciones de Milk for ulcers han surtido su efecto terapéutico?
El disco abarca varios momentos vitales, antes y después de la tragedia por las pérdidas de mi hermano, mi sobrina y mi padre. Más que terapéutico, ha sido un fiel reflejo de las sensaciones que iba experimentando en cada momento. Una semana antes de morir, mi padre me pidió que terminara la última canción para poder escucharla, así que me encerré a componer Blue team a toda velocidad.
¿Cómo reaccionó su padre al escucharla?
Se emocionó mucho y me dijo que le parecía una canción preciosa. En mi familia llamamos blue team a las personas íntegras y bondadosas que no renuncian nunca a sus principios. Por ejemplo, cuando empecé mi relación con Spencer [Ostrander, hoy su marido y padre de su hijo Miles], lo primero que me preguntó mi padre fue: ¿Es blue team? A lo que yo respondí: sí, auténtica y genuinamente blue team.
No por casualidad el alegre y pegadizo single Look What You Are Doing to Me está dedicado a Spencer. ¿Ha sido su principal apoyo en estos meses tan duros?
Me cuesta hablar de estos temas sin romper a llorar de emoción, pues Spencer llegó a crear un vínculo muy especial con mi padre, al que cuidaba, llevaba al médico, hacía compañía… No podría haber encontrado un compañero mejor. Ha sido la roca en la que apoyarme, el ángel que cuidaba de mí en los peores momentos y el mejor padre que podía imaginar para mi hijo [nacido el pasado mes de enero].
¿Le ha cambiado la maternidad la perspectiva de las cosas?
Ha sido un periodo de grandes contrastes, de emociones enfrentadas y aparentemente contradictorias. La maternidad te obliga a vivir pegada al presente, segundo a segundo, a veces sin tiempo para pensar demasiado lo que te está sucediendo. No me gusta mostrarme triste en presencia de Miles, quien de alguna manera se da cuenta de la situación que estoy viviendo y pone de su parte para protegerme…
A diferencia de su anterior disco, Next Time, un homenaje a Peegy Lee y al soul de los 70, Milk for ulcers tiene un acabado muy noventero. ¿Una forma de recuperar los sonidos de su infancia?
De alguna forma sí, aunque no fue algo que me planteara de una manera consciente. Por lo general, trato de que cada proyecto sea diferente al anterior y, en ese sentido, me propuse que Milk for ulcers fuera más sencillo y transparente respecto a sus influencias. También Spencer aportó su granito de arena, pues la mayoría de los grupos que escucha en casa son de los 90. ¡Todo se pega!
El título del disco es una receta muy old school. ¿Cuál es la mejor manera de curar las heridas interiores, esas que tardan más en cicatrizar?
Hay un punto de ironía en el concepto del disco, pues realmente no hay fórmula que pueda aliviar este tipo de dolor. Cada tema de Milk for ulcers formula una pregunta, cuya respuesta depende de cómo y cuándo la escuches. A veces, ni siquiera llega. La única certeza de la que dispongo es que mi padre no habría querido verme llorar todo el tiempo. En ese sentido, el disco quiere cumplir esa última voluntad. Voy a ser feliz y lo voy a hacer por él.
Dice en su Instagram que a veces se siente vieja y joven, feliz y triste. ¿En eso consiste la madurez?
En los momentos importantes de la vida, como cuando pierdes a un ser querido o das a luz a tu primer hijo, la idea que tienes de ti misma se ve alterada, cuestionada, matizada… De pronto, dejas de ser la persona más joven de la habitación y vives en una permanente transición entre dos estados, entre dos versiones de ti misma que llegan a incluso a dialogar. No es algo malo, simplemente raro.
Además de la gira de conciertos, ha participado en varios homenajes a su padre en Madrid y Oviedo. ¿A qué obedece la buena sintonía de la familia Auster-Hustvedt con España?
Hay algo especial y emocionante en la cultura española que ha encontrado en los libros de mis padres la perfecta pareja de baile. Mi padre era la persona más tierna y generosa que he conocido. Cuidada de sus lectores tanto como miraba por los artistas más jóvenes que trataban de abrirse camino. Eso crea un tejido colectivo de afectos que, en el caso de España, llega a la máxima expresión de cariño y respeto.
Por cierto, ¿cómo se encuentra su madre?
Es una mujer extraordinariamente resiliente. Ha sido muy duro para ella, pero está aguantando bien el golpe. Me alegro de haber podido hacer este viaje en familia.
Durante la pandemia, decidió prescindir de los sellos discográficos y trabajar de manera más independiente. ¿Le preocupó en algún momento llegar a perder su voz, su identidad musical?
Todo tiene su lado positivo y negativo, pero en ningún momento de mi carrera mi trabajo se ha visto comprometido por criterios comerciales. De hecho, la última vez que firmé con una gran discográfica fue para vender el disco ya terminado para su distribución. Ahora me siento muy cómoda trabajando directamente con un productor, pero a mi ritmo y sin ningún tipo de condicionante. En el futuro, veremos.
Falta muy poco para las elecciones. ¿Podría ser el 5 de noviembre el martes más negro de la historia de Estados Unidos?
Espero que no, pero no es una posibilidad de debamos descartar de antemano. Las encuestas están muy ajustadas y la gente tiene mucho miedo. Algo dentro de mí me dice que al final todo saldrá bien, como en los cuentos, y que Kamala acabará ganando. Si no es así, estaría dispuesta incluso a hacer las maletas y marcharme lejos de aquí con mi familia. No querría vivir en un país con Donald Trump como presidente.
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