Ella misma se había criado en la menuda villa de Osebol, cerca del río Klarälven, acurrucado en el denso paisaje forestal del norte de Värmland, lleno de pinares, y sabía que las cosas no eran como se las habían estado contando; “eso me molestaba mucho, porque no concordaban con mi experiencia”, nos dice, de visita en España para presentar su obra. En 1998 ella misma hubo de dejar Osebol para marcharse a estudiar a Gotemburgo. Siempre había querido ser escritora, pero optó por la carrera de periodismo. No obstante, comenzó a escribir sus diarios a una edad muy temprana, con apenas ocho años. Su carrera, por aquel entonces, se estaba desarrollando en otro ámbito creativo diferente, ya que era la Directora Artística del Festival de Cine de Gotemburgo. Estuvo allí por diez años, pero “solo escribía una vez al año, cuando hacíamos los programas de actividades del festival”, cuenta Kapla con cierta pena. Así las cosas, con 45 años, se dijo que habría de volver a su sueño de infancia, que se había alejado demasiado de la literatura, y que quería escribir un libro. Dejó el trabajo y lo tuvo claro enseguida: escribiría sobre su pueblo, sobre Osebol.
El primer impulso fue el de recuperar sus diarios de infancia y juventud para tratar de crear una ficción basada en los mismos. Pero en ellos se hablaba de una crianza sucedida en los años 70´s y 80´s; le parecieron unas experiencias que, aun a pesar de su exotismo (visto con la perspectiva del tiempo) no acababan de resultar relevantes. Y aquí vino al rescate Svetlana Aleksiévitx, a quien Marit Kapla idolatraba con vehemencia. Y se dijo: ya lo tengo, me iré a Osebol y haré un libro igual que si lo hubiera hecho ella, entrevistando a todo el mundo. A la escritora sueca le interesaba mucho saber qué cosas estaban sucediendo en la actualidad.
“Para mí, el libro significó la posibilidad de volver y reconectar con Osebol. Con este libro aprendí lo gratificante y satisfactorio que es mirar hacia el pasado”, nos cuenta. Y añade: “aunque creo que tienes que tener una cierta edad para poder y querer interesarte por ello”. Marit, en todos los años que estuvo alejada de Osebol, no había sentido la necesidad ni tampoco la intención de volver; quizá sea un impulso natural, pues su propia hija (que ahora tiene 21 años) tampoco está demasiado interesada por el pueblo donde se crio su madre, a pesar de apoyarla completamente con este libro.
Osebol. Voces de un pueblo sueco (Capitán Swing) se construyó con todas esas voces. Para cohesionarlas, Marit Kapla fue revisando cada una de las entrevistas y subrayando en amarillo, en sus archivos de word, lo más llamativo, original, curioso o triste; las cosas que le parecían más emocionantes. Y, así, fue disponiendo estas voces con una visualidad poética (frases cortas montadas en forma de versos), en capítulos separados. De todos modos, precisa la autora que “no se trataba de crear un libro de poemas conceptual”, pues bien es cierto que el libro (ochocientas cinco páginas) tienen una voluntad narrativa. Escogió la voz de Karin Håkansson para abrir y cerrar el libro, pues fue la primera persona que murió (en 2017), tras sus entrevistas. La ordenación fue orgánica, precisa, y se siente como las oleadas de un río. Preguntaba sobre el tema central del libro, opina Marit Kapla que, en verdad, son dos: lo única que es cada persona y, a la vez, la cantidad de cosas que nos unen. “En estos tiempos individualistas, una debe honrar a lo colectivo, lo común, lo que tenemos más de parecido que de diferente entre nosotros”, afirma Kapla. Y sentencia: “Me encantaría pensar que el libro apunta en esas dos direcciones al mismo tiempo”. Gracias a esta obra Marit Kapla no ha roto el vínculo con Osebol (a pesar de que su madre se mudó en 2007 y ya no tienen casa). “Osebol se aferró a mí”, escribe en el epílogo.