Foto de cabecera. Sainte Engrace ©Adrien Basse Cathalinat
Un contacto, un pacto explícito, antes incuestionable, por razones obvias de pura supervivencia física a las que ahora se ha añadido otra más, la mental, imprescindible hoy para el bienestar físico y emocional. Te proponemos tres lugares singulares, con o sin anglicismos, como gustes, para huir del ruido y escuchar, con atención, el gran concierto que nos ofrece la naturaleza cuando la dejamos hablar.
Finca Valdelaseras: el sonido de la libertad
Allá donde se juntan los caminos, en esa línea fronteriza que une España y Portugal, conocida como “la Raya”, en el municipio extremeño de La Codosera, Badajoz, se encuentra este lugar idílico cargado de fusión cultural, de energías telúricas y de un pasado repleto de Historia y de historias que, Ana Jaraíz, su dueña y sexta generación de mujeres ligadas a este campo, tuvo “la misión” de perpetuar en el tiempo.
Construida en 1850 por una familia portuguesa, estos terrenos han sobrevivido a guerras, contrabandos varios de posguerra, tres cambios de siglo y una larga lista de secretos generacionales que solo conoce la tierra.
Lo que comenzó siendo para Ana “una obligación familiar” y un “callejón sin salida” encomendado por sus abuelos y después por su madre, quien participó en el proyecto hasta los últimos días de su vida, hoy se ha transformado en un sueño. Un propósito de vida, personal y profesional, no exento de dificultades en el camino, como casi todos los viajes con alma. Pero, gracias al trabajo en equipo, junto a José Radu, se convirtió en realidad.
Hoy es un modelo de escapada rural, que reinvindica la cultura identitaria y sostenible y que engloba: una almazara multipremiada, que ya forma parte del proyecto Oleoturismo España; una casa rural de película donde sentirse como en casa, con una delirante piscina infinita y un entorno natural sin límites, donde todo lo que alcanza la vista son hectáreas de olivares, árboles frutales, un rebaño ovejas y una balsa de patos que campan a sus anchas junto a las gallinas ponedoras.
Un lugar donde conectar con el reino vegetal, sin filtros y la posibilidad de explorar pueblos medievales encantadores y encantados como Estremoz, Elvas y Marvão, realizar rutas de senderismo en el Parque Natural de San Mamede y relajarse en su piscina natural, visitar el puente internacional más pequeño del mundo, en El Marco, una aldea anclada en el tiempo o escuchar los misterios de la historia de las apariciones de 1945, en donde hoy se encuentra el santuario de la virgen de Chandavila.
La casa se puede alquilar por completo (un máximo de 12 personas) o también para eventos, acogiendo a lo largo del año distintas actividades siempre enfocadas al bienestar físico y emocional.
Helguera Palacio Boutique & Antique: el murmullo de los valles pasiegos
En el corazón del Valle del Pas, en Cantabria, se alza un imponente palacete del siglo XVII cuya construcción de sillería cántabra alberga un larga historia y once habitaciones inspiradas en nombres y apellidos pertenecientes a marquesas, virreinas, duques y condes que, quién sabe, si algún día pasaron por allí. En su interior, cientos de cuadros, vajillas, libros, candelabros y muebles procedentes de anticuarios de todo el mundo conforman un auténtico museo, cuidadosamente comisariado por su dueña, Malales M. Canut, también propietaria del estudio Malmaca en Madrid. Todas las piezas están a la venta.
El Palacio de Helguera, galardonado recientemente con su primera llave Michelin, está construido sobre los pilares de la calidez y el trato de un personal que ya es familia y transmite hogar, con una filosofía fundamentada en el descanso, el deleite de los sentidos, el silencio y el amor por el detalle. La paz del sonido que no escuchamos, los aromas del campo, pasear por sus sendas con el frescor de la mañana, degustar sus productos de proximidad, disfrutar de un cóctel a la caída del sol, descansar en sus colchones elaborados a mano o relajarte en su zona de wellness, con esa majestuosa chimenea y sus dos piscinas; una interior, habilitada todo el año, y otra exterior. Cuentan además con un gimnasio con maquinaria de madera, una sauna y una impresionante carta de masajes y terapias holísticas, coreografiadas por Ana Cotelo, con más de 35 años de experiencia a sus espaldas. Todos los elementos se hermanan en una sinfonía compuesta para dejarte llevar y ser mimado, sin tregua, por sus anfitriones Gloria, Mario, Lourdes o Irma.
Su chef, Renzo Orbegoso, nacido en Lima, dirige desde hace tres años la cocina de Trastámara, el restaurante del Palacio que, con vistas infinitas a la naturaleza, ofrece una carta que fusiona la cocina cántabra y la peruana, en homenaje al Virrey de Perú, cuya mano derecha, el Conde Santa Ana de las Torres, mandó construir este Palacio como residencia de retiro, aunque finalmente nunca llegó a habitarlo. Entre sus platos estrella se encuentran aperitivos como la anchoa de Santoña con una vinagreta de tomate y cilantro sobre sobao pasiego, entrantes como los raviolis de centollo con salsa huancaína, otros principales como el lingote de jabalí glaseado en su jugo o los callos con bacalao, un clásico mar y montaña de la zona y postres como el semifrío de maracuyá con frosty de queso. Producto fresco, siempre kilómetro cero, con algunos “fuera de carta”, que les ofrecen al día sus proveedores de confianza y un menú degustación acompañado de un maridaje de vinos, con preferencia por las referencias locales.
Les Chalets d’Iraty: el rumor de los hayedos
Enclavados en la cima de las montañas del País Vasco francés, entre hayedos, abetos y montañas pirenaicas, se hallan camufladas estas cabañas de madera, sencillas y perfectas para volver al origen de los tiempos, escuchar en soledad la música del agua y el silbido del viento, rodeados de las más de 17.000 hectáreas de bosque con las que cuenta el Iraty francés.
Un destino que te ofrece la posibilidad de vivir una multiexperiencia los 365 días del año con rutas de senderismo temáticas (entre ellas el famoso GR10 que atraviesa los Pirineos de Oeste a Este), paseos con raquetas de nieve o a caballo, recorridos en bicicleta de montaña o eléctricas o simplemente desconectar del mundanal ruido, visitando encantadores pueblitos como Larrau y recargar baterías en su restaurante Etchemaïté, deslizarse por la espectacular Pasarela de Holzarte o aventurarse en su experiencia espeleológica en la Cueva de Verna, la sala subterránea más grande del mundo, con 245 metros de largo, cinco hectáreas de superficie y 194 metros de altura.
Los Chalets de Iraty también cuentan con un centro ornitológico sobre migración y biodiversidad, para descubrir la gran variedad de aves locales y observar sus nidos y plumajes.

Lecturas naturales
Pregúntale a una planta, de Alessandra Viola (Ariel)
La periodista científica Alessandra Viola, explora en este libro, la inteligencia de las plantas y su impacto en nuestra vida cotidiana, combinando ciencia, literatura y artes.
Una hoja de ruta científica y sensorial para descubrir el poder terapéutico de la naturaleza y que nos certifica, entre otras muchas curiosidades, que desde hace unos veinte años se sabe que las plantas hablan entre ellas.
Las bondades de la naturaleza, Kathy Willis (Salamandra)
Hace quince años, Kathy Willis, profesora de la Universidad de Oxford, leyó un estudio científico que cambió de forma radical su visión de nuestro vínculo con la naturaleza. En él se demostraba que los pacientes hospitalizados se recuperaban tres veces más rápido cuando desde sus habitaciones veían árboles y no paredes. Desde entonces, investiga las relaciones entre los espacios verdes y nuestra salud, estado de ánimo y longevidad.
La inteligencia de las flores, Maurice Maeterlinck (Gallo Nero)
Maurice Maeterlinck nos habla de la lucha diaria a la que las plantas se someten para sobrevivir y de que las flores tienen ideas, al igual que los seres humanos. En esta obra, el dramaturgo y ensayista belga, nos desvela el misterio de las plantas y nos invita a ver lo extraordinario en lo cotidiano. Un canto poético a la naturaleza que vuelve a colocar al hombre en el lugar que le corresponde en el mundo: a la par de todos sus habitantes, como una gran familia.
