Foto de cabecera © Jorge T. Gómez
¡Aleluya! Podemos celebrar que contamos con una nueva sala con un sonido de lujo en Madrid. El que fuera el Cine Bogart en la calle Cedaceros, que cerró en 2001 y abrió como el teatro (y club) El Principito, ahora se ha convertido en el Teatro Magno con un aforo para unas 600 personas, distribuidas en pista y dos plantas. Y este lunes pasado pudimos disfrutar desde el primer momento de un sonido potentísimo que hizo justicia a la música del septeto Destroyer, el alias artístico del músico canadiense (de padre español) Dan Béjar, que venía a presentar su reciente ‘Dan’s Boogie’ (2025), del que interpretó 5 de las 9 canciones.
En la entrevista que Carlos Pérez de Ziriza le hizo este año a Dan Béjar para Mondo Sonoro (que puedes leer aquí) el canadiense aseguró que cuando cumplió 50 tuvo una crisis que le bloqueó, y pensó que no sería capaz de hacer otro disco de Destroyer. Pero lo logró y de ahí viene este pirueta musical a modo de boogie de Dan. Reconocía que quería hacer un disco maduro. Lo atestigua la canción inicial, ‘The Same Thing as Nothing at All’, que sirvió de apertura casi barroca de su concierto en el teatro Magno. Para el álbum se juntó con su colaborador habitual, John Collins y brotó este disco. La música como cura, o antídoto, al paso del tiempo.
Dan Béjar tiene la virtud de seguir su propia senda compositiva, de haber labrado una carrera única, súper personal. El sexteto que le acompañaba tiraba a esos devaneos (rock) progresivos o de los arreglos a lo sonido Chicago y Filadelfia. El repertorio se enfocó en ‘Dan’s Boogie’ y ‘Kaputt’ (2011), con una magnífica ‘Cataract Time’, pero también recuperó una maravillosa y envolvente ‘Sun in the sky’, como primer bis, junto a Eleanor Friedberger, ‘Hell’ o una ‘Times Square’ con un punto Dylaniano de su álbum ‘Poison Season’ (2015). De ‘Labyrinthitis’ (2022) sólo recuperó ‘June’, plétorica en su aproximación al pop progresivo con buenos apuntes funk.
Hizo algo muy bien pensado, supo colocar canciones himnos en el repertorio (como ‘Tinseltown Swimming in Blood’ de ‘ken’(2017), o de la reciente ‘Hydroplaning Off the Edge of the World’ que suena ya a clásico o ‘Chinatown’, ésta último sirvió de cierre ideal) para que el concierto fuera algo más que una jam session, o una improvisación eterna. Porque como decía mi amigo, el músico y productor Luis Verne, Destroyer estira y estira las canciones, a través de las solos de guitarra, o con esos loops de trompeta y se pierde en la letanía. También debido a su querencia por las canciones de largo minutaje, de más de 6 minutos y hasta 8 o 9. Que conste que aquí somos algo de letanías, pero no para que acuda a ese recurso y acabe martirizándonos, o aburriéndonos en el proceso (quizás eso sucedió con ‘Cue Synthesizer’ y algo menos con ‘It Just Doesn’t Happen’, que suena desgarrada, envolvente y progresiva, de su álbum ‘Have We Met’ (2020). Me recuerda a Kurt Wagner, de Lambchop, con una voz preciosa y súper personal, cuando acudió al autotune y otros efectos de voz y publicó un álbum tirando todo el rato de esos recursos, saturando su voz hasta el infinito.
Sin embargo, pese a ese pero de canciones alargadas hasta la extenuación, el concierto fue vibrante y tuvo momentos enormes como con ‘Suicide Demo for Kara Walker’, con esa flauta travesera que nos introduce a un viaje sónico acompañado de beats electrónicos y atmósferas vaporosas, vibrantes. Y eso que es una canción de más de 8 minutos, la trompeta no se hace eterna, y el rasgueo guitarrero a lo funk acompasa de lo lindo. O en ‘Bologna’ donde le acompañó Eleanor Friedberger.
Mención especial para su batería, cosa fina. Manejando el pulso todo el rato. Dan parece un cantante francés, escenificando, cantando como con fraseos, agitando su melena y desenvolviéndose muy natural con una camisa blanca muy hippie.
Abrió la noche Elanor Friedberger que defendió sus canciones con grandeza en acústico, al teclado o a la guitarra acústica. Cnaciones que desprenden ternura y matices. También acompañó vocalmente a Destroyer en canciones como ‘Bologna’, ‘Hell’ y ‘Sun in the Sky’. Una noche desapacible en Madrid, que tuvo algo de noche mágica.