¿En qué viaje te embarcas en este estreno? Es un viaje a mi infancia y a la historia de mi familia. Nunca he hecho nada autobiográfico y ahora me surgió la necesidad de volver a las raíces, saber de dónde vengo…
¿Cómo ha sido el proceso de creación de una propuesta que te atraviesa tan directamente? El inicio el viaje ha sido hacia adentro. Pero el texto todavía no está escrito, porque lo vamos creando en los ensayos, así es que es un viaje que continúa y está en marcha…
De este trabajo explicas: “Yo de pequeña vivía en Fama, eso me salvó”. Si tuvieran que hacerte elegir, qué preferirías, ¿viajar a esa infancia de Fama o a los tiempos a la posmodernidad escénica? La verdad es que no viajaría a ningún lado, no regresaría a ninguna etapa de juventud o infancia.
¿Es el concepto de “viaje” inherente a la creación escénica? Sí, lo es. Y a veces lo llevo muy mal. Hay días que me pregunto: “¿por qué me he metido en esto?”. El viaje de la creadora es muy solitario y muy jodido. Esta obra es un homenaje a las tres mujeres que me han criado, un viaje muy psicológico, en el que te acompaña el miedo, porque no quiero usar este material frívolamente…
¿Podrías vivir sin esta adrenalina o, lo que es lo mismo, podrías vivir sin este viaje de la creación? Llevo 20 años haciendo esto y cada vez me acerco al trabajo de formas diferentes. Por un lado, pienso que no podría vivir sin ello y, otras veces, me dan ganas de irme a un sitio seguro dónde no tenga que exponerme tanto… A dos semanas del estreno la pregunta es inevitable: ¿Por qué nos hacemos esto? Es abrirte en canal y exponerte a la crítica.
Sueles estar sobre el escenario en las obras que escribes, ¿qué posibilidad de viaje y derivas te aporta cada faceta? En esta obra, en concreto, hubiera sido mucho más fácil estar fuera, porque lo ves todo mucho más claro y con perspectiva. Pero, por otro lado, todos los miedos y terrores a los que me enfrento ahora por la escritura, la dramaturgia, la puesta en escena… se compensan al estar en escena. Es como estar en casa, le veo el sentido cuando me relaciono con el público, porque entonces entiendo para qué he estado haciendo esto.
En tu trabajo hablas de “la relación disfuncional entre pasado y presente”, ¿cómo apuntan a este objetivo la escenografía o los recursos teatrales en general? Hay mucha exploración de dispositivos escénicos, no me interesa solo lo que se cuenta, sino la forma de contarlo. Por ejemplo, tomar las convenciones del teatro como la ciencia ficción o las posibilidades que nos da la cuarta pared.
Háblame de incorporar este elemento, la cuarta pared, al viaje, del viajero que te cruzas en el camino. El tema de cuál va a ser la relación con el público me lo planteo en todos mis trabajos. Me gustan mucho los elementos del teatro en sí, las convenciones, por lo que entiendo la de la “cuarta pared” como una herramienta más en la que pensar, no es algo que dé por hecho. El público es un agente activo y sabe que le estamos interpelando.
¿Qué mochila, equipaje, llevas en tu viaje de creadora? Hay mucho de ser hija única de madre soltera en una época en la que no era tan común, de hecho, había que ocultarlo. Y crecer con la idea de querer agradar, buscar el cariño y el reconocimiento. De una hipersensibilidad, empatía y sentimiento con los que lidiar con el mundo.
Y, para cerrar, ¿quiénes son tus compañeros de viaje? Hay que hablar de Rocío Bello, que está en dramaturgia y escena; Anto Rodríguez y Óscar Bueno que hacen de ojos externos. Y también la danza en escena de Oihana Altube o la ayudante de dirección Marta Orozco. Me siento muy arropada por el equipo y son los mejores compañeros de viaje que podría tener.