Fotos. Macall Polay © 2024 Searchlight Pictures All Rights Reserved
Definitivamente 2025 está siendo el año de los biopics musicales. Si el comienzo del curso trajo consigo Better Man, la arriesgada y (algo) excesiva biografía sobre la vida del cantante Robbie Williams y después llegó Callas recreando los tumultuosos últimos días de la diva operística María Callas en Paris, por fin se estrena en nuestras pantallas el biopic musical más importante y con más repercusión del momento: A Complete Unknown que además cuenta con 8 nominaciones en la ceremonia de los Oscars que se celebrará este domingo.
Su eminente importancia radica en tres principales razones: la primera por tratarse de una figura tan trascendental como Bob Dylan, la segunda por estar magníficamente protagonizada por Timothée Chalamet, el actor más fiable de su generación y la estrella cinematográfica cool del momento y la tercera… porque afortunadamente es una película musical que está francamente bien.
Y es que sin ser un biopic al uso en términos biográficos, la película se centra exclusivamente en la esencia de la transformación de Bob Dylan cuando en 1963 compone The Freewheelin’ Bob Dylan (quizá el disco folk más bello e imperecedero de la historia de la música) hasta su posterior y polémico paso al rock eléctrico en 1965 con dos obras maestras que cambiarían la música pop del siglo XX : Highway 61 Revisited y Bring It All Back Home.
De tal manera que A Complete Unknown trata sobre el primer y revolucionario Dylan, un desconocido y taciturno joven de 19 años proveniente de Minnesota que irrumpió en la bohemia escena musical del Village neoyorquino con su guitarra al hombro para más tarde acabar firmando un interminable glosario de canciones legendarias como Blowin’ in the Wind, A Hard Rain´s Gonna Fall, Girl From The North Country, Mr. Tambourine Man, It Ain’t Me Babe, o The Times They Are A-Changin’ que le convertirían inmediatamente en el faro a seguir de toda una generación. Desde entonces, su influencia sobre músicos, escritores, poetas y sobre la cultura en general, ha sido permanente.

Sus prodigiosas y visionarias composiciones con letras que aunaban poesía, literatura, reflexión política y social y una carismática irreverencia juvenil (que le llevaría incluso a crear el primer rap judío de la historia con Subterranean Homesick Blues) no dejaban de despertar admiración tanto en el público como en sus compañeros musicales, encumbrándole al instante como un ‘Mesías del folk’. Una etiqueta a la que, el siempre inquieto Bob Dylan, renunció inmediatamente debido al deseo de ampliar su repertorio de una manera más rockera y eléctrica.
No olvidemos que el Rock’n’Roll era la gasolina principal de un motor contracultural que acabaría definiendo aquella irrepetible década de cambios y Dylan entendió a la perfección que la energía de esa nueva corriente le permitiría expresar más cosas y de diferente manera. Y lo que en ese momento fue concebido como una traición a su legado folk se convirtió en una revolución musical que dejaría una huella indeleble. A un genio no conviene limitarle o desencadenarás su furia creativa.
El enigma Dylan
Y es que Bob Dylan siempre ha sido un misterio. Además, a lo largo de sus 60 años de carrera han existido muchos y diferentes Dylans. El director Todd Haynes intentó descifrarlo en la excelente y marciana I’m Not There (2007) a través de seis intérpretes de la talla de Cate Blanchett, Heath Ledger, Christian Bale, etc que encarnaban diferentes momentos de la vida personal y profesional del cantante así como también los excelentes documentales No Direction Home y Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story dirigidos por el maestro Martin Scorsese.
En A Complete Unknown Dylan no sale retratado como un dios o como un genio, sino como un eterno enigma y un ser profundamente creativo cuya insensibilidad hacia las personas cercanas a él contrastaba a menudo con la profunda humanidad de sus canciones.
Pero la gran estrella de la película es su protagonista Timoteé Chalamet que reconoce haber estado 5 años y medio sumergiéndose en el papel de Dylan demostrando un talento actoral y musical realmente sorprendente. Su interpretación no busca calcar a Dylan, sino más bien homenajearlo por medio de un acercamiento real, y revelando un trabajo notable a través de la personal interpretación de sus canciones.
Porque los más de 30 temas musicales que suenan a lo largo del film están interpretados en riguroso directo, aquí no hay playback que valga y Timotée sale muy bien parado mientras toca la guitarra y canta desde Song to Woody hasta It’s All Over Now Baby Blue mientras a lo largo del film el espectador podrá disfrutar del proceso de creación de muchas de las míticas composiciones en diferentes ensayos, conciertos y momentos íntimos.
Su director, James Mangold, un artesano de estudio muy versátil quien ya radiografió a Johnny Cash en Walk The Line (2005) se supera a si mismo resucitando el espíritu de aquel New York bohemio y vanguardista mientras conduce con extremo cariño respetuoso esta historia sobre rebeldía, descubrimiento, fanatismo y libertad.
Un espléndido Edward Norton encarna al músico Pete Seeger, ídolo primigenio de Dylan y uno de los descubridores y compañeros más cercanos al comienzo de su carrera, mientras que un borracho y divertido Johnny Cash interpretado por Boyd Holbrook resulta bastante diferente al que encarnó en su momento Joaquin Phoenix. También el film se centra en las relaciones sentimentales de Dylan con dos mujeres en particular: su pareja, la activista de los derechos civiles Sylvie Russo (interpretada por Elle Fanning) y la relación tan exitosa en lo musical como tóxica en lo personal que mantuvo con la cantante Joan Baez (interpretada por Monica Barbaro).

El filme culmina con la legendaria y caótica actuación que sucedió en el Festival de Folk de Newport en 1965, en la que Dylan fue increpado y abucheado por gran parte del público mientras tocaba su nuevo repertorio eléctrico traicionando de raíz el espíritu inamovible de un legendario festival que no quería estar al tanto de la revolución musical que se estaba cociendo en aquel momento.
En definitiva, A Complete Unknown acaba resultando un biopic musical altamente empírico y que, sin ser rompedor o ultramoderno, muestra perfectamente la dimensión creativa de un artista a través de un extraordinario respeto musical poco habitual en este tipo de producciones. Para los fervientes ‘Dylanófilos’ será una bonita celebración de su primer legado artístico, y para el resto del público resultará una interesante experiencia el poder acercarse a esas canciones que reflejan una época efervescente, mítica y que probablemente nunca más se vaya a repetir.
Además se hace inevitable pensar que la presencia y la estupenda interpretación actoral y musical de Thimotée Chalamet permitirá descubrir y revitalizar el maravilloso legado de Bob Dylan a numeroso público femenino por todo el mundo, empezando por la mismísima Kylie Jenner. Y eso también tiene mérito.
