Son, en cierto modo, un puñado de forajidos idealistas que han decidido rebelarse contra el adocenamiento que impera desde hace un tiempo en la sociedad. Al frente de esta compañía de asaltantes de la conciencia, que tiene como base de operaciones el madrileño Teatro Galileo, se sitúa Karina Garantivá. La actriz de origen colombiano, que ejerce también ahora como coordinadora y productora de esta noble y proscrita causa, no tiene reparos a la hora de descubrirnos los planes y objetivos de su libérrimo grupúsculo: “Queremos hacer un teatro que dé cuenta de las preocupaciones de este tiempo, a veces confuso, que nos ha tocado vivir. Hemos invitado para ello a intelectuales con amplia y reconocida trayectoria en la filosofía, la política, el derecho y el teatro, para crear juntos un marco teatral de debate”.
Su primer ataque a la imperante corrección política, que parece impedir en la actualidad cualquier tipo de debate, ya fue perpetrado a comienzos de esta temporada con En el lugar del otro, que partía de textos del filósofo Javier Gomá y el dramaturgo Ernesto Caballero, y que fue dirigida por este último. La función nos colocaba frente a algunos asuntos que atañen a nuestra vida cotidiana y que muchas veces pasamos por alto, tal vez con cierta vergüenza: la vanidad y la suficiencia, la necesidad de aplauso, la confusión entre lo democrático y lo ético, la seguridad en contraposición a la libertad, la felicidad y su relación con la dignidad, etc. El montaje despertó interés hasta el punto de conseguir que mucha gente, según nos cuenta orgullosa Garantivá, “decidiese volver por primera vez a los teatros tras el confinamiento”. Una recompensa más que suficiente para la compañía, que no obstante obtuvo también otro suculento botín desde el punto de vista anímico o espiritual: “Tenemos la sensación de haber vuelto al origen de todo, a los primeros impulsos que hicieron que nos dedicáramos a esto”. Y no se han desviado de ese camino en su siguiente objetivo: estrenar próximamente Hannah Arendt en tiempos de oscuridad, una obra “en torno al pensamiento subversivo, visionario y revolucionario” de esta gran filósofa del siglo XX. La función, que podrá verse en el Teatro Galileo desde principios de marzo, reflexiona, sin renunciar al humor, sobre algunas cuestiones como la responsabilidad ciudadana, la función del intelectual y el artista, o el intento sistemático de deshumanización de los nuevos totalitarismos. Veremos si consiguen de nuevo zarandear nuestro amodorrado intelecto.