Desde hace dos años, este surcar de olas, aforos, de sensación de crisis constante y distancias de seguridad no han hecho más que volver a subrayar “los espacios de cultura como lugares de cuidado, reflexión y posibilidad de sanación” según cuenta Carlos Aladro, aún director artístico del Teatro Abadía cuando se inició este artículo, y que añadía con aire premonitorio: “Si hay una tendencia en el teatro, esa es la volatilidad”.
Esta segunda temporada pandémica presentó así su programación de forma tímida, aún con un halo garantista que no asume riesgos. Así, en este ecuador de temporada, insuflada por una proliferación imparable del género musical, las nuevas voces de la escena española, que como las gallegas Matarile de Ana Vallés o Voadora de Marta Pazos, o La Belloch de Carolina África; convivirán en un sano (y delicado) equilibrio con las propuestas de grandes nombres consagrados como Alfredo Sanzol, Calixto Bieito, Pablo Remón, Sergio Peris Mencheta, Natalia Menéndez o Álex Rígola.