La danza ancestral entre el Aire, el Agua, el Fuego y la Tierra lleva alimentando los viñedos de todo el mundo desde tiempos inmemoriales. Pero hay zonas donde uno de los elementos reina sobre los demás: en Jerez, la hipnótica tierra albariza; en Lanzarote, el fuego dormido de sus volcanes; en Aragón, el viento que todo lo revuelve; y en Galicia, esa humedad salina que cala hasta los huesos.