En la foto: Rodrigo y Michelle
Imagina tu lugar ideal para tomar un café: un espacio con buena música, luz amable y una atmósfera que invita a quedarte un rato más. Ahora imagina que, en lugar de soñarlo, decides construirlo. Eso es Faraday (C. San Lucas, 9), el rincón que Rodrigo Caretti y Michelle Balietti imaginaron primero para ellos y que, desde hace siete años, también se ha convertido —casi sin proponérselo— en el lugar soñado de vecinos del barrio y visitantes en busca de autenticidad.
Desde que cruzas la puerta, algo te sorprende. Todo lo hace. Pero los detalles, mejor descubrirlos en persona. Lo que sí podemos adelantar es que el protagonismo aquí se lo reparten una exquisita curaduría musical y el café de especialidad, en un entorno pensado simplemente para estar y contemplar.
En esta entrevista, Rodrigo nos habla de ese impulso que los llevó a crear un refugio como este, y de la música que «genera cosas maravillosas». También comparte con generosidad una selección de discos y canciones que lo han marcado —y que probablemente también te acompañen a ti después de leer (y escuchar).
Cuéntanos cómo nace Faraday…
Cuando pensamos en abrir un espacio, lo hicimos con el espíritu de sentirnos cómodos en un lugar donde estemos como en casa, y donde podamos transmitirle eso al visitante, al peregrino que entra de la calle, que tampoco me gusta llamarlo cliente. Alguien que tu atiendes y ayudas a restaurar un poco, que al final es el concepto de la palabra restauración…
Le restauras a alguien que viene de su día, que no sabes qué le está pasando, y le puedes ayudar a arreglar un poco su día con una buena bebida, un buen bizcochito casero y con buena música.
Es un lugar donde habéis unido vuestras pasiones: diseño, café, plantas, música…
Conceptualmente es un lugar que nos representa. Nos gusta mucho el interiorismo, decorar. Lo hemos montado como si se tratara de nuestra propia casa, incluso mucho más bonito que cualquier casa que hemos tenido (risas). Me encanta estar aquí porque es un salón de los años sesenta.
Creo que al final hay un resultado tan bonito en el feedback de la gente y en el éxito del local, que permite que sea muy orgánico y que ha sido muy puro, muy auténtico, muy genuino.
Hemos ido eligiendo muebles que nos gustan de épocas que también nos gustan, los años 50-60. A partir de allí, lo hemos mezclado con otras ideas que pasan un poquito más por lo Bauhaus, lo industrial… hemos juntado esas ideas y esa visión, y salió este sitio.
El público hace el resto, es donde termina de cerrarse el círculo y se da la magia, la sinergia. Realmente esto es algo muy sinérgico y la música es el catalizador. El café es la excusa y la música es el catalizador.
En estos ocho años que lleváis, Madrid ha cambiado mucho… ¿es difícil mantenerse fiel al origen entre tantas tendencias?
Desde el principio se notaba que lo que proponíamos era una experiencia y creo que nosotros mismos nos fuimos dando cuenta con el tiempo de que eso es lo que ofrecemos. En definitiva, también es lo que te da una identidad más fuerte y lo que refuerza toda la idea, lo que hace que funcione.
Nosotros somos pura esencia, cero tendencias. Entonces la verdad que no pecaría de soberbio si te digo que, cuando haces cosas que ya tienen una identidad muy fuerte, que tus propuestas están claras, no tienes ni que pensar en tendencias a tu alrededor
De hecho, en Internet figura como tienda de discos, no como cafetería, porque quiero que esta propuesta esté clara. Que la gente cuando viaja a Madrid busca en tiendas de discos y vengan a por vinilos entonces. Por eso hemos estado siempre un poco por fuera de esa escena del café, hemos estado siempre como un satélite.
Entonces sí, Madrid ha cambiado mucho porque se ha gentrificado, pero bueno, es una capital donde siempre una buena propuesta va a funcionar bien. Lo que pasa que luego se desarrolló mucho la cafetería de especialidad hacia un lugar de negocios con otro nivel.
También ha subido el nivel Madrid, se ha puesto un poquito más a la altura de otras capitales europeas. Entonces también lo puedes ver en la escena de los vinos naturales, de los sitios con buena música. Ahora puedes encontrar gente pinchando vinilo en algunos eventos o bares hay como una intención de subir un poco la apuesta con sus propuestas.
Para entrar en materia musical… ¿qué tipo de discos se llevan más en Faraday?
Eso va un poco de la mano también del desarrollo que ha tenido. Al subir el nivel de la propuesta, también sube la calidad del público. El turista que viene ya no es el mismo. Puedes ver claramente cómo ha ido cambiando el cliente, en ese sentido se ha ido fidelizando un público que puede tener que ver bastante con el jazz y la electrónica, por elegir dos géneros. Es un perfil marcado que tenemos nosotros bastante.
Tenemos de todo, pero somos bastante expertos en jazz y electrónica, con todo lo amplio que eso es, porque dentro del jazz tienes la de los matices más africanos, lo que es más funk, más soul, R&B.
Sois defensores del vinilo…
Hemos sido bastante visionarios, el vinilo estaba volviendo a estar de moda, poco a poco se veía que iba a tener un gran retorno, y nosotros nos hemos adelantado un poquito en ese sentido, en un buen timing.
Y hemos fomentado mucho ese retorno a nivel cultural de que vuelva la escucha analógica, la experiencia táctil, con el objeto de llegar a casa y poner el disco y poco ir contracorriente. A pesar de que usamos mucho el streaming para enseñar y difundir la música de los discos que vendemos. No renegamos de ello, pero sí ir a contracorriente de que la experiencia no sea tan fragmentaria, Y no se escuche solamente 30 segundos de una canción y ya quieras ir a la siguiente.
Trabajar esa paciencia y darle esa oportunidad al artista. Tener la experiencia más cabal de la escucha de lo que propuso el artista, el grupo… que es que ¡sacaron un disco!
Tenemos una selección que no es muy cuantiosa, es una tienda pequeña pero que tiene de todo. Bien ecléctica, muy bien seleccionada. Es lo que me dice la gente, no lo digo yo (risas).
¿Cómo eliges lo que suena cada día en Faraday?
Ponemos un disco entero porque lo queremos escuchar y queremos que los clientes que están en el café también lo escuchen.
Teniendo tanta riqueza musical, es un casi un juego divertido elegir qué música vamos a escuchar ahora, qué disco voy a colgar en la pared de la tienda…
Depende de cómo esté el día, el clima, la luz, el tipo de público que tienes… cuando hay mucha gente los fines de semana, ahí la música realmente pasa a un segundo plano, ponemos algo que funcione como background.
Pero cuando tienes otro mood, mañanas tranquilas donde la gente viene a cuentagotas a leer, a estar sentaditos en silencio con sus libros, ahí sí, porque te puedes dar el gusto de que se disfrute, que se oiga bien la música, que la música llene el espacio.
Ahora están muy en tendencia los listening bars…
En Japón, Corea, Nueva York o Londres son tendencias, aquí va más lenta la cosa, es más difícil. La gente cuando va a un sitio habla mucho, hablaa fuerte, pero a veces se da natural, orgánicamente, porque la gente está tranquila y te das cuenta de que lo están disfrutando. Mucha gente está con el Shazam o se acercan a preguntarte qué es, aunque no compren discos. Eso está muy bueno
¿Alguna anécdota que te guste contar?
Han entrado músicos que a mí me gustan sin darme cuenta de que eran ellos porque no los reconozco, han estado comprando discos y, después de un rato que nos hemos puesto a charlar, me he dado cuenta de que eran ellos. He presentado gente, formado parejas gracias a la música por hablar de un disco. La música genera cosas maravillosas.
¿Qué tipo de música te puede mejorar un día difícil?
Podría decirte muchas que me levantan el ánimo. Hay veces que, si uno tiene ganas de emocionarse, recurre a ciertas canciones que funcionan como un disparador emocional. De pronto quieres hacer catarsis porque estás triste y darle rienda suelta a los sentimientos. Pero también hay discos que, por su mood, timbres, coloratura que tienen, funcionan para levantar el ánimo o cambiar el mood hacia algo positivo.
Building a Begin de Jenny Leader es muy lindo para ponerlo una mañana. También Steinbowsbike de Brian Ferry, que es él grabando estándar de jazz con una orquesta, y te sientes en una película de los años 50, todo te sonríe.
Una canción que te haya marcado…
Estoy muy atravesado por la música desde muy chiquito, es lo que estudié también. Puedo mencionar Souvenir de Orchestral Manoeuvres in the Dark (OMD) Es una canción que me emociona siempre, me parece que tiene una composición maravillosa. Me recuerda a la infancia, a mis padres, a los días felices de mi infancia en Madrid, una Madrid muy diferente de los años 80.
Puede haber muchas canciones de bandas de los 80 que estén dentro de esta categoría de grandes canciones. También porque eran realmente composiciones brillantes. Siempre lo digo, fue una época prolífica y brillante: Tears for Fears, OMD, The Cure…
Bandas todas inglesas, la gran mayoría, con un nivel de creatividad y de luminosidad compositiva que es maravilloso, porque todas las canciones tienen un componente épico, mucha intención melódica que te envuelve y voces que no te dejan indiferente.
¿Qué has estado escuchando últimamente?
Hace poco salió un disco nuevo de Ashley Henry, un pianista inglés, es un disco de jazz muy bueno. Lo último de Oscar Jerome con su último álbum The Fork. A veces hago un recordatorio nostálgico y vuelvo a revisitar a una banda que me gustaba mucho. Agarro un tema que me encanta de, por ejemplo, Radiohead, que es una banda que me marcó mucho porque me interpela generacionalmente, igual que todas las bandas de los 90, también algún tema de Blur, Pulp, The Chemical Brothers o Underworld.
