Paula Martínez

POR María Román

06/02/2024

De psicóloga convencional a terapeuta de imagen

“Pau, yo quiero que las sesiones sean distintas, quiero que hablemos”. Esta propuesta por parte de una clienta fue el punto de inflexión para Paula Martínez, asesora de imagen y psicóloga. A raíz de esas palabras la argentina empezó a trabajar la ‘terapia de imagen’, donde se fusionan las dos profesiones. El asesor de imagen convencional se centra solamente en el exterior y en la apariencia. Paula trabaja de una manera integral, abordando el punto emocional para poder expresar desde fuera.  

¿En qué consiste la profesión de ‘Asesoramiento de imagen’? ¿De qué forma la combinas con tu carrera como psicóloga?

Estudié psicología convencional. Al mismo tiempo hice asesoría de imagen y empecé a trabajar como asistente de moda en algunas revistas. Al terminar la carrera comienzo como psicóloga en una clínica neuropsiquiátrica. Mi tiempo estaba dividido entre los pacientes y la parte de moda, pero era incompatible. Empecé a animarme a hacer asesorías de imagen convencionales. A medida que pasó el tiempo me fui dando cuenta que algo tenía que cambiar. Dejé a los pacientes y empecé a desarrollar mi negocio como asesora de imagen. Yo quería tratar con mujeres reales que se sentían mal con su imagen y quería ayudarlas a verse y a sentirse bien. Quiero que cualquier mujer pueda trascender todos su miedos y complejos y que la moda sea como una experiencia lúdica y de representación de su identidad. 

¿Hasta qué punto están relacionados imagen y mente? ¿Cómo afecta la manera de vestir a nuestro estado de ánimo?

Creemos lo que pensamos. Aquí aparece el autoconcepto que tenemos de nosotros mismos. Según la neurociencia, el hemisferio izquierdo está vinculado a las palabras y el derecho a las imágenes. Las palabras tienen tanta fuerza que si nos autoagredimos verbalmente, la imagen negativa que se evoca es tan fuerte que las emociones quedan alojadas en nosotros. No somos conscientes de cómo nos hablamos cuando nos miramos al espejo.  

¿Si ‘tenemos el guapo subido’ es porque estamos más felices?

Todo el tiempo está en juego esta relación de retroalimentación entre el interior y el exterior. Si yo me siento bien, eso hará que elija prendas positivas. El resultado será mejor y eso confirmará tu estado de bienestar. El exterior resolverá tus problemas internos, pero si te va a hacer sentir bien cuando te mires al espejo. Tener una imagen consciente va a generar lindas emociones.  

¿La industria de la moda genera presión sobre el consumidor?

La industria hace constantemente una invitación a tener. Yo creo que esto genera sensaciones de frustración y de ansiedad por tener más; invita a tapar otros problemas. Lo que te da comprar compulsivamente es una felicidad inmediata, pero al mismo tiempo pasajera, se desvanece. Creo que también, desde los cánones de belleza impuestos, hay una invitación constante al consumo de tratamientos estéticos. Te podés hacer cualquier tratamiento de belleza, pero si no se sostiene desde el interior y desde la consciencia de una vida saludable, tampoco tiene efecto. Trabajo por y para hacer consumidores conscientes de su imagen y de lo que necesitan. 

¿Qué dicen las prendas sobre nosotros? ¿Cómo podemos trabajar la relación con nuestra forma de vestir?

Cuando no somos conscientes de qué imagen estamos proyectando puede haber una confusión entre el interior y el exterior. El exterior muchas veces enmascara conflictos. Primero es importante conocer a la persona internamente para descubrir si hay limitaciones o bloqueos. Una vez que está todo sano adentro o al menos observado, podemos ir hacia fuera. Empiezo a evaluar la autoestima y la autoimagen de la persona. El segundo paso es saber qué quiere comunicar y cómo se quiere mostrar. El tercer paso es reflejar todo eso con la moda. La identidad estética es reflejo de la identidad personal. 

¿Cuáles son las señales más obvias que indican que no estamos satisfechos con nuestra imagen?

Una de las señales más claras es cuando la persona siente que no hay coherencia entre cómo se está mostrando y cómo es. Otra es si las personas se sienten atadas a una imagen anterior, por ejemplo, si llevan el mismo corte de pelo de hace 20 años. Se genera malestar porque la persona se está viendo en una realidad presente, pero con los ojos del pasado. Otro signo es cuando se sienten mal con su cuerpo y eso condiciona el vestir, de manera que utilizan las prendas para taparse o disimular. Por otro lado, que las personas sientan que se visten igual para todas las ocasiones (para ir a trabajar, para salir con amigos, etc.) puede ser otro indicio.   

¿Cómo se construye la autoimagen?

La autoimagen empieza a construirse desde que somos pequeños, partiendo de la interrelación con las personas de nuestro entorno, junto con sus opiniones y comentarios. Todos estos elementos han podido interferir en una construcción negativa por lo que a veces es preciso desarmar esa autoimagen para volverla a construir de manera favorable.   

¿Cómo se relacionan las tres dimensiones del cuerpo: físico, emocional y vestido?

El cuerpo emocional y el físico los aprendí en mi carrera; incorporé el vestido con la asesoría de imagen. El cuerpo emocional sería el psíquico, el interior que está formado por la historia subjetiva. El cuerpo físico es el real, el de carne y hueso. Junto al trabajo del cuerpo interno se empieza a armar una versión mucho más completa del cuerpo. A esto le sumamos el cuerpo vestido, el que se arma con las prendas y genera una silueta dependiendo de la prenda. Con las tres dimensiones tenemos más herramientas para poder vestirnos. Ahí conocemos el lenguaje de las prendas que nos hablan a través de los colores, de la tipología, de los diseños o de las texturas.  

¿Qué impacto tienen los colores en las emociones? ¿Cómo podemos trabajar la relación con nuestra forma de vestir?

Los colores son una herramienta de psicología muy interesante. Si nos adentramos en el significado de cada color nos podemos empezar a vestir de una forma intencionada y consciente. Sirven para compensar estados anímicos o incluso características de personalidad. Por ejemplo, si una persona es muy enérgica, impulsiva o intensa, si en determinados ámbitos se quiere ver más calma o apacible, se le puede poner un azul o un pastel. 

Tenemos tres capas, de lo externo a lo interno: la apariencia a través del vestuario, el maquillaje o el peinado; la actitud y el cómo nos expresamos frente al otro, tanto con la comunicación verbal como con el comportamiento gestual; y la personalidad. Hay que pensar de forma integral al vestirse con los colores.

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