A la izquierda, Ariel Brínguez © Eduardo Alonso. En el centro, Barbara Fritsche © Ilde Sandrin. A la derecha, autorretrato de Jerónimo Álvarez.
Azpilicueta
En 1881 Félix Azpilicueta siguió su instinto y recuperó un viñedo familiar en Fuenmayor (Rioja Alta) y vio cumplido su sueño que, varias generaciones después, ha seguido creciendo y fortaleciéndose. Fue todo un pionero, una de las figuras clave en la exportación del vino en La Rioja desde sus inicios, e introdujo mejoras clave en el proceso de elaboración. La línea de trabajo actual de la bodega está liderada por el enólogo argentino Ignacio López (desde 2023). Uno de sus vinos, de autor, recibió el nombre de Azpilicueta Instinto como homenaje a su fundador.

Al igual que este siguió su instinto, le hemos querido preguntar a tres artistas de diferentes disciplinas cómo siguen su instinto en su trabajo creativo.
Ariel Brínguez
El compositor y saxofonista cubano afincado en Madrid es uno de los nombres clave de la escena jazzística de nuestro país. Sigue con una larga gira de presentación de su primer disco, Latidos y este mes estará en la ceremonia de entrega de los Latin Grammy en Las Vegas, por su participación en el disco Alma en Cuba, junto a Iván Melón Lewis.
En el caso, el instinto artístico creció en casa: «escuchando a mi abuelo tocar un bolero para mi abuela, con su saxo en mano […], recibiendo los sonidos de una rumba empírica de mi barrio en Santa Clara casi cada día, donde la música más que un mero entretenimiento ha sido refugio emocional y espiritual por tiempos inmemoriales. Desde un aprendizaje por contagio y un conocimiento gradual y natural semejante al de aprender un idioma…».
La improvisación, tanto en la música, como en cualquier disciplina, nace del trabajo previo: «El dominio de la técnica y ejercitación diaria cumple la función de permitirme fluir con la menor cantidad de obstáculos posibles, posibilitando que la música, la composición instantánea, fluya a través de los sonidos que elijo en el instante…»
«Desde mi punto de vista, la improvisación debe estar ligada a sintonizar con el momento presente, a narrar la emoción a través del filtro de lo que vivimos, todo sumando en espontaneidad, parir la música en el instante que se improvisa. […] Es un acto de conciencia musical, respetar en cierta medida, estos patrones que han perdurado en el tiempo». Ariel Brínguez Quintet en directo en el Café Central (27 y 28 de noviembre)
Jerónimo Álvarez
El fotógrafo Jerónimo Álvarez reside en Madrid y trabaja en todo el mundo. Ha publicado en medios como El País Semanal, Traveler, Forbes, Harper´s Bazaar, Marie Claire o El Duende, entre otros. Actualmente, también está colaborando en rodajes de cine, en foto fija. Y en el ámbito personal está preparando varios proyectos. Entre ellos, uno sobre el fútbol base y otro en el que se lleva a cabo un diálogo entre la fotografía tradicional con la IA, a través de retratos.
«En fotografía, como disciplina creativa, hay un impulso al que no sabes, a veces, darle explicación. Y creo que hay que confiar también en él si te ha dado buenos resultados». Su forma de entender ese instinto va en paralelo y de la mano, «de tu experiencia, de tus conocimientos y de la planificación. Lo considero una herramienta que te va a ayudar a tener en cuenta cosas que no se pueden medir, que no se pueden valorar».
Parte de ese instinto nace de saber improvisar: «La improvisación creo que tiene que estar también en las sesiones fotográficas, pero siempre y cuando tengas una planificación y una sensación de control y de seguridad importante, y a partir de ahí dejar que, a veces, aparezcan espacios. Incluso hay imponderables que nos llevan a que aparezcan esos espacios. […] Tienes que tener un plan B, un plan C por los imponderables que hay, incluso a veces son mejores que la A, así que, dejar un poquito de espacio al hallazgo creativo, al “accidente”, siempre está genial, pero planifico mucho mis sesiones en la medida de lo posible».
Barbara Fritsche
Compagina su labor como coreógrafa y bailarina con la de docente. De raíces polacas nació en Alemania, pero tras realizar sus estudios de danza en Dresde se vino a Madrid con una beca para profundizar en ellos. Es fundadora y coreógrafa de Barbara Fritsche Dance Project. El 15 de noviembre se llevará a cabo en Bastardo Hostel (San Mateo, 3) la segunda cita del ciclo de danza Dance Impro Space en el que ejerce de Directora Artística y que se celebra cada dos meses.
Nos cuenta que «Después de tantos años bailando, enseñando y creando, el instinto, para mí, se ha vuelto una especie de inteligencia o memoria corporal. Con el tiempo he aprendido a confiar en esa escucha física, a dejar que el movimiento o las decisiones que tomo a la hora de crear sucedan sin forzarlas. Cuando tengo una idea para una creación, lo primero que percibo es un movimiento interno, una especie de resonancia que guía mi proceso sobre si continuar o dejarlo reposar. Pocas veces es una decisión racional si no intuitiva, y ya no necesito buscar tanto fuera porque está todo en el cuerpo, en los silencios del estudio, o en cómo responden los bailarines».
Considera que el instinto es algo indispensable en la creación: «Sin instinto la creación se vuelve artificio, y desde mi experiencia, no suele tener autenticidad ni duración. El instinto para mi es una forma de mantener viva una obra, pero a veces también es pausa. Es esa voz que te dice cuándo parar, cuándo dejar reposar una idea y cuándo darlo todo. En la danza, el cuerpo te lo recuerda todo: lo que necesitas y lo que no».