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¿Sabías que ser melómano y adicto a las drogas es lo mismo a ojos de la ciencia? Robert Zatorre, experto en neuromusicología, nos explica la relación que existe entre el ser humano y la música.
Estudios neurocientíficos demuestran que la música tiene la capacidad de alterar nuestro estado emocional activando cada una de las estructuras emocionales del cerebro. Nos lo explica el argentino Robert Zatorre, cofundador del laboratorio de investigación Brain, Music and Sound (BRAMS) en Canadá y uno de los mayores expertos en estudiar el «sentir placer musical”.
Cuando escuchamos una canción se activan en nuestro cerebro unos circuitos de recompensa que normalmente responden a estímulos biológicamente necesarios. En otras palabras: el ser humano necesita la música para sobrevivir.
¿Cuándo comienza su relación con la música? ¿y con la ciencia?
Cuando era joven empecé a estudiar música al mismo tiempo que ciencia. Al terminar la primera parte de mis estudios me di cuenta de que me consideraba a mí mismo mejor científico que músico. Cuando hice el doctorado logré convencer a mi director de tesis de que la música se podía estudiar de manera científica. Era algo relativamente novedoso, estamos hablando del año 76. Ahora hay muchos laboratorios que se dedican a estas cuestiones.
¿En qué momento de nuestra vida nos empieza a afectar la música al cerebro?
Hay algunas indicaciones de que puede haber respuestas antes de nacer. No se comprende muy bien hasta qué punto el feto puede responder a la música, pero sí sabemos que poco después de nacer los bebes ya captan ciertos sonidos. A partir de un año o dos, los niños empiezan a responder de manera especial a los sonidos de su cultura musical. Prefieren las armonías de la música que está en su entorno. Esto implica un aprendizaje bastante precoz.
La música altera nuestro estado de ánimo. ¿Cómo funciona el proceso?
Esta es una de las especialidades de mi laboratorio. Estamos estudiando el aspecto de sentir placer musical. Es algo que todos sabemos, pero no había una explicación científica. Pudimos comprobar que hay unos circuitos en el cerebro que se llaman ‘circuitos de recompensa’. Son zonas del cerebro que se disparan cuando hay un estímulo importante para sobrevivir. Nosotros descubrimos que esos mismos circuitos que aparentemente eran para estímulos biológicamente importantes también están involucrados en la música. Los estímulos sexuales también activan estas zonas de recompensa. Esto también se explica biológicamente porque si el sexo no fuera placentero entonces la especie no se va a reproducir. El hecho de que la dopamina esté también implicada en la música demuestra la base biológica de esta.
¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando escuchamos música que no nos resulta placentera?
La música solo activa el sistema de recompensa si esta es placentera para el individuo. Si es una música que no nos gusta se va a activar otro sistema, por ejemplo, la amígdala. Esta zona del cerebro implica respuestas negativas emocionalmente, como el miedo o el rechazo. La idea de la familiaridad es importante. Si haces encuestas en personas adultas sobre su música favorita casi siempre te van a hablar de la que escuchaban durante su adolescencia. En esta etapa hay un surgimiento muy importante de la dopamina, relacionado también con el sexo. Por eso en la adolescencia nos enamoramos por primera vez. La música tiene un aspecto sociológico. A los jóvenes les gusta compartir música, forma parte de su identidad. Por eso se ven diferencias si hay familiaridad con la respuesta placentera. Es raro que una música completamente nueva dé mucho placer, aunque a veces ocurre.
¿Nos afecta emocionalmente de la misma manera si es música en directo o si es grabada?
Hay algunos estudios que demuestran que la música en directo puede tener más impacto. Si voy a un concierto, probablemente voy a compartir algo con el resto de personas y a construir un vínculo. Eso es un aspecto, pero no quiere decir que la música grabada no tenga sus efectos emocionales. De hecho, la grabación ha sido un gran éxito en todo el planeta desde que se inventó. Hoy en día la gran mayoría de la gente escucha música casi constantemente con cascos. Quiere decir que tiene que tener un poder muy fuerte.
¿Cómo de trascendente es el idioma cuando escuchamos una canción? ¿Qué es más importante, la letra o la melodía?
Cuando se compone una canción, los músicos son conscientes de transmitir esa emoción que está incluida en la letra. A veces no es necesario saber cuál es el contenido de la letra porque la música en si es tan poderosa que es suficiente para evocar una emoción. Se han hecho estudios en los que se pregunta a personas que no comprenden el idioma en el cual está cantada la canción y casi siempre aciertan la emoción que está en la letra. Hay una parte de la música que es universal y todo lo demás es aprendido.
¿Se podría decir que la melomanía es igual que una adicción a las drogas? ¿Por qué la música es adictiva?
Sí. Todos los que estudiamos la música formamos parte de ese grupo. Se pueden ver respuestas más elevadas de dopamina en esos individuos. La cocaína, por ejemplo, es muy adictiva porque tiene un efecto químico sobre los núcleos dopaminérgicos. La música tiene casi el mismo efecto y por eso la buscamos y nos gusta. La diferencia es que no tiene los efectos dañinos de las drogas.
¿Es cierto que un volumen muy alto puede dañar considerablemente nuestra salud? Ahora el teléfono te avisa si estás escuchando música demasiado alta con auriculares.
Puede dañar considerablemente nuestros oídos. La música en los clubes de danza suele ser superfuerte. Yo cuando era joven apenas iba a esos lugares porque salía aturdido, con un zumbido. Gracias a eso hoy tengo una audición muy buena. Tengo amigos que tocaban en bandas de rock cuando eran jóvenes y ahora andan con prótesis auditivas porque han perdido mucha audición. Los audiólogos se implicaron con las compañías que producen estos aparatos para prevenir. Un sonido muy fuerte que dura poco tiempo no tiene mucho efecto, pero si es al revés, el oído se va desgastando. Las células del oído interno son muy delicadas.
¿Qué música escucha usted?
El tango me sigue gustando. En mi adolescencia, cuando tenía trece años, me gustaban las bandas de rock que eran populares como los Rolling Stones o Led Zeppelin. Yo quería aprender a tocar el órgano y busqué un profesor. Como me gustaba el rock le dije que quería tocar ese tipo de música, pero él me propuso tocar Bach. Me llevó a la iglesia para que escuchase cómo sonaba en el órgano y me quedé atónito. Desde entonces me dediqué a la música clásica. También está relacionado con una chica de la que me enamoré que tocaba el clarinete. La seguía a todas partes para escuchar la orquesta en la que ella tocaba. El amor por la chica desapareció, pero el amor por la música no.