Foto de cabecera © Blanca Orcasitas
Anoche al acabar Evan Dando su concierto en Madrid, tras unas últimas canciones en acústico, hubo una parte del público que aplaudía pidiendo más, queriendo más después de finalizar uno de los conciertos más bochornosos a los que he asistido en mi vida. Posiblemente sea el peor concierto que he visto en años. No entendí esos aplausos, que no fueron tímidos, ni ese reconocimiento tras haber acabado de presenciar un concierto horroroso. Evan Dando desafinó todo el rato, aporreó la guitarra, jugó a ser gracioso y no lo consiguió. Socavó excesos escénicos, salidas de tono y absurdos. Lo que exhibió dio bastante vergüenza ajena, pareció un primerizo sin nivel, y se cargó su excelente cancionero con The Lemonheads.
No sé en qué momento de la existencia el público perdió su capacidad crítica, porque el concierto de anoche no hay quién lo pague, lo pase, ni lo soporte. Y es que lo que sucedió anoche fue una tomadura de pelo del artista, −tire usted del hilo más allá hacia donde proceda−. Si no estás al nivel de tu trayectoria no hagas una gira. La excusa era la celebración de Come On Feel (Fire Records, 1993), un disco fabuloso, quizás por encima en calidad que otra obra mayor como It’s a Shame About Ray (Fire Records, 1992).
Así que Evan Dando iba a interpretar al completo aquel disco, incluyendo cuatro canciones de It’s A Shame About Ray, como también rescató canciones de Car Button Cloth (Fire Records, 1996) o interpretó tres adelantos de su próximo álbum bajo The Lemonheads, Love Chant, previsto para el 24 de octubre.
Desde la primera canción el bajista y el batería trataban de acompañar, de servir en bandeja a Dando la base necesaria, pero si un líder en el que recae el peso, se hunde, se cae todo el equipo. Mi amigo Jorge Martínez no entendía semejante despropósito yéndose hacia atrás, resaltando las ganas que ponían bajista y batería. Otra cosa es que la sala Wagon, el club de electrónica The Lab, quizás tampoco sea el sitio idóneo para conciertos. Lo mal que sonó el trío fue culpa de Evan Dando pero puede que sea en parte por el equipo de sonido de la sala, quizás insuficiente para música en directo, o del diseño sonoro del espacio, lo veremos con el paso del tiempo. ¿Las salas deberían cuidar muchísimo más el sonido? Sí, desde luego. Las 1.100 personas que casi llenaban una sala para 1.400 personas salieron alucinadas, decepcionadas o entusiasmadas. A pesar de semejante suplicio, muchos asistentes pasaron por el puesto de merchandising para comprar camisetas.
Dando se cargó la energía noise de Tenderfoot, la vivacidad de Bit Part destrozó la grandilocuencia de Confetti, como deshilachó My Drug Buddy (confesiones de un adicto), Rudderless, Hospital o If I Could Talk I’ll Tell You, con todos sus detalles, aciertos y belleza. De Come On Feel, un disco logradísimo, Into my Arms no sonó con la magia que posee, It’s About Time perdió sus matices. Tampoco brilló el esplendor power pop de Down About It, Rest Assured, o de las espléndidas Style o Dawn Can’t Decide o con The Big Great No. No convencía en ningún momento. Y menos si ya eran medios tiempos. Vestía una camiseta azul como réplica al logo de Disney pero en la que se leía Depression, −me dice Srta. Trueno Negro que llevaba la misma camiseta el lunes en Granada−. Paraba canciones porque se olvidaba de la letra o de un acorde. Acababa una canción y de pronto arrancaba los primeros versos de Orgasm Addict antes de iniciar Rick James Style.
Una pena que haya tirado su talento por la borda con adicciones varias. Espero que Dando enderece su vida en Brasil con su compañera Antonia Teixeira (hija del cantante Renato Teixeira), por su propio bien, aunque tenga que dejar la música. Sus álbumes para el recuerdo siguen ahí, incluyendo el lejano Baby I’m Bored (2003) bajo su nombre, pero sí, parece que sigue estando aburrido el chico, ya que sólo transmite el sopor, amateurismo y dispersión. También tuvo el honor de cargarse en acústico un clásico como Landslide de los Fleetwood Mac. Porque las canciones que interpretó él sólo en la recta final con acústica fueron la debacle, demoledoras. Me dijo mi amigo Germán Ormaechea It’s a Shame About Evan. Una noche para el olvido.
