Foto de cabecera. 'Hakeem'
Durante el festival de cine documental Sheffield DocFest, coincidí con el dúo de directores Deadhorses, que presentaban su debut, HAKEEM, una película sobre el cantante Hak Baker. Hak es una especie de trovador de la clase obrera de nuestro siglo y autoproclamado representante de la llamada lad culture inglesa.
La lad culture se define como «comportamiento colectivo, descarado o misógino de hombres jóvenes heterosexuales, especialmente estudiantes universitarios», según Wikipedia. El último videoclip de Baker, LUVLY, refleja ciertas facetas de este mundillo. ¿Pero cuál es su raison d’être? A mí misma me cuesta, incluso tras mi lente más empática, conectar con esta cultura de tendencias destructivas que me rodea desde hace años en Londres, y que muchas veces me ha salpicado. Y quizás esa (auto)destrucción es el quid de la cuestión.
Cuando les pregunto si se consideran lads, los directores se ríen como adolescentes, y acaban admitiendo que sí se identifican con la cultura. Esta película quiere desmitificarla, declaran. Defienden religiosamente las complejidades detrás del comportamiento de los jóvenes ingleses, que a menudo crecen viendo la tristeza como una debilidad que no pueden permitirse. La masculinidad tóxica está en boca de todos.
Curiosamente, detrás del documental está una productora española, OL64, que formó una alianza única con los cineastas para crear un espacio creativo donde las emociones están a flor de piel. La película funciona como un diario: caótico, frenético, fragmentado e inmediato.
La vida de Hak Baker, hijo de emigrantes caribeños que llegaron a Reino Unido como parte de la generación Windrush, está llena de luces y sombras. Hak estuvo en la cárcel y ha perdido a buenos amigos por los excesos. Su música bucea en temas difíciles con letras sinceras compuestas por él y un tono dulce, que funcionan como catalizador de recuerdos dolorosos.
La película, como extensión, tiene mucho de catarsis colectiva. Y Hakeem, un antihéroe de nuestros tiempos, descomprime las preocupaciones tácitas de muchos jóvenes de su generación. Tras la premiere en Sheffield, había una energía especial.
«Me acuerdo de que me colé entre bastidores para poder hablar con Hak. Era la primera vez que hacía algo así, confiesa uno de los directores. Supongo que fue arrogancia, quizás sentí el espíritu ‘lad’. El segurata estaba a punto de echarme, y Hak, que no me conocía aún, dijo que yo estaba con él«. Podría decirse que aquello fue el comienzo de una bonita amistad.