Fotos © Zürich Turismo y Javier Agustí
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Una parte importante de esa definición es posible gracias a las transparentes aguas que bajan plácidamente de los glaciares alpinos y atraviesan la ciudad a través de los ríos Sihl y Limago (Limmat en alemán). El caudal de este último abastece al lago Zúrich, cuna de los primeros pobladores de los que se tiene constancia en esta zona, en el Neolítico, se asentaron en palafitos sobre sus aguas para guarecerse del ataque de animales salvajes y otros enemigos. Sus incontables parques y jardines son un tesoro para disfrutar del tiempo libre, para tumbarse sobre la hierba, practicar deporte o hacer una barbacoa (es habitual llevarlas portátiles). El canto de los pájaros te rodea en gran parte de la ciudad, como si estuvieses en un pueblecito, aunque convivan en ella más de 430.000 habitantes (cifra que se eleva a 1,5 millones de personas en todo el cantón de Zúrich).
La personalidad de esta urbe es, a una vez, abierta, y fuerte y comprometida. El diálogo es constante, los referéndums para acordar cualquier cambio o mejora con agilidad son muy habituales, aunque la mayor parte de las leyes no se sometan a estos.
Ya era una próspera plaza comercial en la alta Edad Media y lo sigue siendo. De hecho, el Banco Nacional se encuentra aquí y la Bahnhofstrasse es una de las calles comerciales más lujosas del mundo. Su alto nivel de vida se respira en cada rincón.
Un paseo por la Historia
Zúrich reivindica su pasado en cada rincón mirando al futuro. Su historia es la de un pueblo entroncado entre grandes imperios. Su magníficamente conservado centro histórico (Altstadt, el área que delimitaban las antiguas murallas de la ciudad) es delicioso para pasear. Está plagado de fuentes (cerca de 1200 en toda la ciudad) de agua potable. Desde el mirador de Lindenhof, en donde se hallaron los primeros restos de su pasado romano (su nombre por aquel entonces era Turicum), se divisan inmejorables vistas del casco antiguo.
Una ciudad a escala humana
El hecho de que la altura máxima de los edificios en el centro esté limitada posibilita una escala de ciudad armoniosa y tranquila. El edificio más alto, la Prime Tower (126 m) se encuentra lejos del centro, en el noroeste, en la zona que está viviendo una mayor transformación y en la que antiguamente se ubicaba su tejido industrial. Al otro extremo, la torre Jabee en Dübendorf, al noreste de la ciudad, es el edificio residencial más alto de Suiza (100 metros).
La vida cultural de Zúrich es muy rica y se nutre del compromiso ciudadano. Alberga alrededor de 50 museos y más de 100 galerías de arte. Y si hay uno que destaca por encima del resto en el mundo del arte, es el Kunsthaus, uno de los más importantes de Suiza y de Europa. Contiene la colección más extensa de Alberto Giacometti, especialmente conocido por sus esculturas. Otros platos fuertes son su amplia colección de obras de Munch (la más extensa fuera de Noruega), sus obras de Picasso, Van Gogh, Chagall… así como algunas obras clave de finales del siglo XX y principios del XXI.
El museo, que nos recibe con la imponente Puerta del infierno, de Rodin, fue inaugurado en 1910, y ha tenido varias ampliaciones, la última, el nuevo edificio diseñado por David Chipperfield, inaugurada en 2021.
El encantador Museo Rietberg se ubica en lo alto de una colina en el idílico entorno de Rieterpark. Hasta puedes hacer un pícnic sobre la hierba (se compra en su cafetería). Está especializado en exhibiciones de arte asiático, africano, americano y oceánico. Su tienda merece una visita, es especial.
Si te interesan tanto el arte moderno como la arquitectura es recomendable la visita al Museo Haus Konstruktiv. Lleva a cabo exposiciones que giran en torno al arte conceptual. Actualmente se ubica en un edificio que fue subestación eléctrica y tras su remodelación se inauguró en 2001. Es un buen ejemplo de arquitectura industrial en el corazón de Zúrich.
Visitando el Museo Nacional (Landesmuseum), que también fue ampliado (Christ & Gantenbein; 2016) podremos conocer mejor la historia de la ciudad y el país.
Zonas de moda para salir
Toda la zona al noroeste de la ciudad es un hervidero, con nuevos negocios y atractivos locales de todo tipo. Puedes recorrer Im Viadukt, bajo los arcos del ferrocarril, con su mercado cubierto de Markthalle. Frau Gerolds Garten, de ambiente hipster, es uno de los rincones preferidos por quienes buscan un ambiente joven y moderno. También la zona comercial de Europaalee y la calle Langstrasee. Zürich-West, al oeste, es la zona más alternativa y con un espíritu más canalla en la ciudad.
Los comercios cuidan todo hasta el más mínimo detalle, aunque sea un mercadillo de frutas y verduras. La ciudad es un escaparate continuo con una ejecución perfecta.
La oferta de restaurantes es amplia y con una creciente preocupación por ofrecer alimentos sanos y sostenibles. Cenar en buena compañía junto al lago una trucha asalmonada pescada en sus propias aguas es uno de esos pequeños placeres que nos pueden hacer disfrutar de manera especial de nuestro viaje.
Veganos y vegetarianos encontrarán siempre una oferta abundante y de calidad. El primer restaurante vegetariano del mundo, el Hiltl (fundado en 1898), se encuentra aquí.
Placeres amargos
Si hay un sabor que perdurará en tu paladar es el de su maravilloso chocolate o el de sus dulces. Con clásicos como la Confitería Sprüngli, o contemporáneos como Garçoa, La Flor u Oro de Cacao (la tienda parece inspirada de una peli de Wes Anderson). Y, por supuesto, Lindt Home of Chocolate, la tienda-museo de la celebérrima marca.
Zúrich transpira diseño
En diseño y comunicación visual, Zúrich es una potencia mundial. Para los amantes del diseño considero indispensable el Museo del Diseño (Museum für Gestaltung). Tiene dos sedes, pero resulta especialmente interesante la principal, cercana a la Estación Central (Zürich HB). Es la única institución suiza que colecciona la cultura del diseño desde 1875. Su colección de carteles es maravillosa.
El Pabellón Le Corbusier, la obra póstuma del genial arquitecto, es un tesoro. Acaba de reabrir sus puertas para seguir siendo un espacio expositivo, para lo que fue concebido.
La tienda central de la marca de bolsas y mochilas Freitag es todo un icono arquitectónico y empresarial de la ciudad, construido a partir de 19 contenedores de carga marítima readaptados.
Pero la ciudad posee edificios singulares de grandes nombres: de Shigeru Ban es el edificio de oficinas Tamedia, junto al río Sihl, con un sistema estructural de madera (2013); Santiago Calatrava, que tiene su oficina en esta ciudad, firmó la ampliación de la facultad de Derecho, pero su obra más transitada, sin duda, es la estación de tren de Stadelhofen; y uno de los proyectos en marcha más interesantes es el de Herzog & de Meuron para ampliar el Hospital Infantil de Zúrich, en el barrio de Lengg, al sureste de la ciudad. Está prevista su inauguración en otoño de 2024.
En lo que se refiere al casco histórico, la icónica catedral, Grossmünster, y las iglesias de Fraumünster (con sus vidrieras de Marc Chagall) y St. Peter son las más visitadas. Puedes subir los 187 escalones de la torre sur (Karlstum) de Grossmünster para tener una visión privilegiada del centro de la ciudad.
Otra buena panorámica la puedes tener desde la Universidad Politécnica, a la cual puedes subir en el precioso funicular histórico. En su hall descubrirás una simbólica obra de una de las artistas suizas más internacionales, Pipillotti Rist, que quiso rendir homenaje a la primera mujer que se pudo matricular allí. No te cortes, puedes subir a ese enorme diván si lo deseas.
Desde lo alto del monte Uetliberg tienes unas impresionantes vistas de la ciudad y sus alrededores. Puedes acceder en tren (incluido en la Zürich Card).
Arte público
En Suiza está muy habitual el mecenazgo, legar a tu ciudad. En el caso de Zúrich son más de 1300 obras las que podemos encontrar en sus calles y parques. Desde la espectacular escultura Sheep Piece de Henry Moore, en Bellevue, a la Nana voladora, de Niki de Saint Phalle en la estación central o la Pavillon-Skulptur de granito del artista suizo Max Bill en la Bahnhofstrasse, una escultura concebida para que los viandantes de esta calle tan transitada puedan descansar en ella. O las que probablemente sean las obras de arte urbano más pequeñas del mundo: las veinte pinturas del británico Ben Willson sobre chicles pegados sobre el asfalto.
Son muy solicitadas las Rutas de arte público con guía en bici eléctrica que organiza la oficina de Turismo de Zúrich un sábado al mes (de abril a octubre; 43 CHF por persona; con algo más de dos horas de duración).
Nos vamos de fiesta
Si prefieres la noche las sesiones de clubbing abundan por la ciudad (echa un vistazo a los locales que te mostramos en el plano), pero la gran fiesta del baile es la Street Parade que normalmente se celebra el segundo sábado de agosto y que este año se sentirá muy especial tras no celebrarse desde 2019. Si vas en primavera, en abril, no te pierdas la tradicional fiesta del Sechseläuten con sus desfiles y la quema del Böögg.
Otros lugares recomendables
Blüemlihalle, esta comisaría de policía contiene preciosos frescos de Augusto Giacometti (no confundir con Alberto, su sobrino segundo), homenajeando a las profesiones artesanales. Debes presentar tu documento de identidad.
El Jardín chino, es un poco kitsch, pero es un lugar curioso. Fue un regalo de la ciudad china de Kunming a Zúrich por su ayuda en la construcción de una planta depuradora de aguas (por cierto, el agua de Zúrich se depura por filtración a nivel freático, no emplean cloro para purificarla).
Un paseo fluvial: tanto a pie, como subido en alguna embarcación, el paseo es placentero. En la canícula estival, un chapuzón en el lago, o en las zonas señalizadas para bañistas en el río, puede ser un plan muy apetecible.
Observatorio Urania: la contaminación lumínica es baja. Además de contemplar el firmamento o la ciudad desde 51 metros de altura, puedes tomar algo en su bar-restaurante.
Los míticos centros de reunión artística: Cabaret Voltaire, en el barrio de Niederdorf, es donde en 1916 se fundó el movimiento dadaísta, comenzando una revolución del arte internacional. El local acaba de ser reabierto recientemente tras una reforma. Tanto el Café Odeón (1911), como el mítico restaurante Kronenhalle (1924) en cuyas paredes cuelgan cuadros de agradecidos clientes como Marc Chagall, Georges Braque o Pierre Bonnard, eran frecuentados por artistas y celebridades.
En la confluencia de los ríos Sihl y Limago hay un tranquilo mirador que era uno de los rincones favoritos de James Joyce, que vivió varias temporadas y falleció en Zúrich. Nos lo recuerda una inscripción con una frase de su libro Finnegans wake.
Igualmente, me parece una visita especial la del pequeño cementerio de Fluntern (muy cerca del Zoo y de las instalaciones de la FIFA; que además tiene un museo en el lado oeste del lago). Allí reposan, tanto los restos del propio Joyce (su estatua es muy reconocible) como los de Elías Canetti, así como los de varios premios Nobel. No es raro encontrar a algún fan leyendo sus obras recogidamente a la sombra de los árboles.
Algunos consejos prácticos
Transporte: Es más que recomendable comprar la Zürich Card (1-3 días) que te permite utilizar todos los medios de transporte público, incluido barco y funicular. Además, tienes acceso gratuito a un montón de museos y descuentos. Hay muchos autobuses y trenes, pero el tranvía es el rey. ¡Tiene prioridad de paso! Las bicicletas también inundan la ciudad. Si quieres alquilarlas gratis, tanto las eléctricas como las normales, tienes dos estaciones de Züri rollt (que además promueve un programa de integración laboral), con tu carné y depositando una fianza. Hay patinetes eléctricos, pero al no formar parte Suiza de la Unión Europea probablemente no quieras consumir datos de tu móvil. Conduce con precaución, ¡y recuerda que hay raíles de tranvía!
Idioma: En el Cantón de Zúrich la lengua oficial es el alemán, distinguiéndose entre alemán estándar y alemán suizo (dialecto). En cualquier establecimiento te podrán hablar en inglés, francés e incluso italiano. Zúrich es un crisol de nacionalidades. Con el proyecto Wohnkultur (cultura de convivencia) impulsado hace ya más de veinte años la ciudad se propuso una mejor integración de las diferentes culturas y orígenes de su población foránea.
Dinero: El franco suizo, al cambio, anda casi a la par que el euro. Lo más cómodo es pagar con tarjeta. Si prefieres metálico, en algunos sitios admiten euros, pero siempre es recomendable llevar algunos francos. Bancos no te van a faltar.
Los enchufes: Son de clavija del tipo C y J, de tres patillas, por lo que no son totalmente compatibles para los dispositivos que lleves desde España. Para cargar el móvil no tendrás problema (el hotel donde me alojé en mi última estancia, el precioso Ruby Mimi, hasta tenía cargador inalámbrico, y un amplificador Marshall para conectar una guitarra eléctrica alquilada…), pero sí lo tendrás para un enchufe de fuerza, como el que tiene mi portátil de 2010…
Teléfono: Tienes wifi gratuito en muchos puntos de la ciudad, pero mejor descárgate en casa el podcast de la audioguía que hemos preparado.