Foto de cabecera © Jorge T. Gómez
Mi cansancio me hizo cerrar los ojos una parte del concierto, pero no para acabar seducido por Morfeo, sino para enfocarme en la música, y disfrutar en la dimensión sonora sin la imagen. Y menudo viaje más gratificante.
Si bien se ciñeron a sus últimos cuatro discos de estudio, con especial acento en Soft Tissue (2024), como si hubieran olvidado sus primeros discos de los 90 y de los dos miles, supieron escarbar en su inmenso cancionero y sacar a relucir que su pasado más reciente y su presente indaga y ahonda en su sonido con profusión y lucidez.
Qué bien sonaban esas deliciosas For he Beauty, que sirvió como colofón ideal, Trees Fall o Pinky in the Daylight, canciones incluidas en No Treasure but Hope (2019).
Willow seduce con toda su magia, en Stars at Noon se echa de menos el solo de saxo. Stuart Staples lidera con timidez esta banda, ataviado como si fuera un marinero, y extrae su mejor voz, su mejor interpretación.
El recitado de How we entered (incluida en The Waiting Room (2016) nos traslada a otro lugar de emociones transitadas. Entre lo más remoto de su cancionero acudieron a The Something Rain (2012), una Slippin’ Shoes donde faltaban esos vientos gloriosos, la misteriosa A Night so Still o la sobrecogedora Medicine. New World parecía que quería traernos un mundo sin estruendos, como acompasándose a la belleza y a la calma.
Tindersticks nos reconfortó de nuestra sobrecogida por los efectos devastadores de la DANA en Valencia, Staples comentó “Estamos muy contentos de tocar para vosotros, aunque todos estemos pensando en Valencia”. La música nos salvó, como siempre.