Vivas donde vivas en el planeta, el valor de cada metro cuadrado aumenta cada año. “Buy land, they are not making it anymore”, dijo Mark Twain hace más de un siglo. Y la lucha por extraer el máximo beneficio de la tierra se ha vuelto encarnizada en la última década, afectando a comunidades de todo el mundo.
Razing Liberty Square fue el documental que más me impactó en la 30 edición del Sheffield Doc Fest. Es un retrato fiel de la comunidad negra de Liberty City (Miami), amenazada por un plan de ‘regeneración’ que es más bien de segregación mal disfrazada. A través del seguimiento de sus habitantes, se pinta un cuadro agridulce que despierta debates en torno a la justicia social, el cambio climático y la gentrificación. Descubrimos el término gentrificación climática. Nos preguntamos sobre nuestro futuro y queremos redefinir el progreso.
¿Hay una manera de gentrificar moralmente? Siempre es una amenaza para la identidad cultural de la comunidad existente. Y el mayor problema es desplazar a los habitantes, ¿quién tiene el derecho a quedarse, quien tiene el derecho al espacio?
En el documental sentimos cada cambio que asola a la comunidad desde dentro, como un habitante más. La obra no se limita a retratar a las víctimas de Liberty City, sino que indaga en la retórica de la sociedad inmobiliaria con la misma implicación. Son los personajes los que interrogan, acorralan al enemigo. Los momentos clave de la historia ocurren de forma natural, las decisiones de los personajes tienen las riendas del guión. Razing Liberty Square es un animal en movimiento, que respira.
La directora, Katja Esson, es de origen alemán pero lleva más de una década afincada en Miami. Admite que le dicen frecuentemente que tiene “la sensibilidad europea”, su estilo llama la atención. “En el proceso de realización del documental, me ayudó no ser americana. La comunidad me percibía como más neutral”.
Esson nos cuenta que el proyecto nació de una preocupación arqueológica, de preservar la arquitectura y la historia del lugar antes de que desapareciera para siempre. Irónicamente, la ciudad de Miami fue construida por migrantes de las Bahamas en los años 20 porque los blancos no sabían cómo lidiar con un terreno de tan poca profundidad, siempre a merced del agua. Liberty Square es donde están las raíces de los realmente es Miami, las cuatro generaciones que la crearon.
“Cuando pones una cámara delante, la gente te cuenta cosas que nunca compartiría: tiene una cualidad casi mágica”, comparte la directora. La belleza del género documental es que nunca sabes lo que va a pasar, hay que replantear la historia una y otra vez en torno a la realidad cambiante. “Busco personas y arcos, de cómo van evolucionando las personas que retrato”, cuenta Esson, “tuve que retrasar el rodaje porque estaba esperando a que uno de los protagonistas tomase una decisión”.
En cada premiere que atiende, Esson no se cansa de repetir que no es una activista, sino una cineasta. Lo que hace la película es ahondar en la crisis de la vivienda, la justicia climática y social y el racismo estructural a través de personas que se han convertido en amigos y aliados. Pero su documental suscita empatía, curiosidad y, a menudo, una necesidad imperiosa de saltar a la acción. Miami es el último destino del tour mundial de la película: “Decidimos estrenar el documental nacional e internacionalmente antes de estrenar en Miami, para no ser silenciados por los promotores inmobiliarios, que tienen mucho poder en la ciudad. Así volveremos a nuestra ciudad con mucha más fuerza”.