Foto de cabecera. Mujer en Kioto © Kris Ubach
En cuanto tiene cuatro perras, las dedica a esto de conocer nuevos lugares y así ha sido toda su vida. Hasta profesionalmente se dedica a ello, escribiendo para diferentes revistas como Condé Nast Traveler o National Geographic Viajes. Hemos hablado con ella para intentar descifrar un poco más en qué consiste esto de viajar. Por cierto, durante la entrevista la pillamos en Islandia, cómo no, de viaje.
¿Cuántos países has visitado? Hasta hace muy poco no los había contado. Pero me compré un mapa de chinchetas y me obligué a hacerlo. En total he estado en 85, aunque algunos de ellos no lo son oficialmente. Como Groenlandia, que pertenece a Dinamarca; la Polinesia francesa, que teóricamente es territorio francés; o la Antártida, que en realidad no es un país.
De todos ellos, ¿con cuál te quedarías? Tengo un top tres en el que siempre están fijos Islandia y Japón, y unas veces entra México, China u otro que me haya apasionado el viaje. El primero me parece un país que no es de este mundo. Vienes aquí, que estás a cuatro horas y media de España, y en un mismo viaje ves acantilados que alucinas, glaciares, volcanes activos, playas de arena negra… Es un lugar con unos paisajes muy diversos y todos ellos espectaculares. Y Japón por esa cultura tan única. Evolucionó por su cuenta y a día de hoy no hay nada que se parezca a él en otro lugar del mundo. Cuando vas allí no te puedes creer lo que estás viendo.
Y al contrario, ¿alguno te ha decepcionado? Esto no me pasa porque tengo una capacidad muy grande de fascinación. Por eso creo que los viajes me encantan. Sí que hay sitios que después de visitarlos mucho tiempo no me enloquecen o lugares que con el tiempo se han masificado y han muerto de éxito. Pero la mayoría me sorprenden siempre.
En todo este tiempo, ¿cómo has evolucionado como viajera? Como todo el mundo, cuando empecé a viajar, buscaba esos sitios “obligatorios”. Algo que ahora se ha acentuado con Instagram. Mucha gente viaja para hacerse las cuatro fotos que ve en la red social. Pero cuanto más experto viajero eres menos te interesa eso. No me preocupa no visitar esos sitios, a no ser que viaje como periodista, que me veo obligada por la profesión. Pero cuando lo hago por mi cuenta busco más experimentar que ver. Me da igual si no veo la típica postal, aunque sea una maravilla. Prefiero ir al sitio de al lado o pasar la tarde en una cafetería.
¿Este viaje tipo de viaje, el de experimentar más que ver, está relacionado con un modelo de viaje más sostenible? Totalmente. Creo que tenemos que viajar menos y más extensamente. E intentar coger medios de transportes más sostenibles, como puede ser el tren o andar mucho cuando estemos en el lugar. Otro punto importante para mí es buscar alojamientos locales y apoyar a los comercios del lugar. Es decir, intentar hacer el mejor viaje lo más sostenible posible, aunque viajar no sea un acto sostenible. Todo esto, creo que está relacionado con buscar la experiencia.
¿Debemos adaptarnos al lugar más que el lugar a nosotros? El problema del turismo es que siempre se ha adaptado a los que vienen de fuera. Por eso tenemos que ser responsables e intentar vivir como ellos. En los últimos años se ha globalizado el viajar y muchas veces no se quiere salir de la zona de confort, de lo conocido, mientras estamos en otras culturas. Pero el viaje tendría que ser justo lo contrario. Tenemos que entender que si viajas a Lacandona, la selva de Chiapas, no va a haber cocacola. E incluso que es mejor que no la haya. O, que si estás en México, no va a haber tortilla de patatas y tendrás que comer tacos.
MANIFIESTO DEL BUEN VIAJE
Viajar menos y más largo
También más sostenibles. Como ir en tren, intentar andar lo máximo o ir a lugares más cercanos.
Buscar alojamientos que sean locales y dejar de lado los grandes tour operadores que son grandes inversores.
Adaptarte a la cultura local en vez de exigir. Esto es de sus grandes lacras del turismo actual.