Foto de cabecera © Pablo Lorente
Dos universos temáticos conviven en escena, uno donde el entretenimiento proporciona una supuesta libertad y otro que muestra el trabajo alienante de quienes producen aquello que entretiene. Con la composición y dirección musical de Alberto Bernal, en iSlave se plantean actuaciones coreográficas alrededor de dos flujos musicales radicalmente divididos: “esta contraposición entre la ingenuidad del juego y la alienación del trabajo escalvizante, entre la supuesta imprevisibilidad y libertad de lo lúdico y la repetición extenuante del trabajo mecánico”, explica el director.
La obra parte de una premisa en la que hay cuerpos que juegan y otros que son jugados; cuerpos que obedecen y cuerpos que salen al juego. Unos que se expanden y otros que se atrofian. La constante demanda de productos con nuevas tecnologías se traduce en “jornadas laborales de siete días, diez horas de trabajo con una de descanso para comer, que se descuenta”, y que ya en el año 2010 saltaban a la luz casos de suicidios de trabajadores del sector, específicamente de la empresa taiwanesa Foxconn, encargada de producir y ensamblar dispositivos de diferentes marcas.
Recursos audiovisuales, musicales, dramáticos y textuales invitan a “una reflexión sobre la condición humana desde los artístico”, declara el director de escena Pablo Ramos, y agrega que “la música, el texto y la danza se portan como vehículos que articulan la idea del arte de fomentar la conciencia de los ciudadanos, donde no hay estética sin ética”.
iSlave se propone dar cuerpo a esas voces internas que, cada vez más alto, gritan y piden un cambio de panoramas, de nuestra relación con la tecnología. La Sala Negra de Teatros del Canal acoge esta obra en estreno absoluto los días 1, 2 y 3 de marzo. Consigue las entradas aquí.