Foto de cabecera © Martim Teixeira
Los Capitão Fausto tocaron por vez primera en nuestro país el pasado lunes, estrenándose en la sala El Sol de Madrid, y al día siguiente en La 2 de Apolo de Barcelona. Venían a presentar su quinto disco de estudio, “Subida Infinita” (Cuca Monga / Sony Portugal, 2024) y lo hicieron en formato cuarteto. Según nos contó su mánager Ricardo Coelho, la banda suele tocar en sexteto. Habían probado días antes la efectividad de este formato en la pequeña pero acogedora sala Lisa de Lisboa.
En El Sol hubo mayoría de público portugués. Y unos cuántos españoles rendidos ante la radiante propuesta de la banda. En Lisboa lo habitual es verles en grandes recintos como el Coliseo dos Recreios, así que supone un regalo poder verles en un recinto pequeño, cercano y entrañable.
Su sonido recoge lo mejor del pop-rock, desde los Beatles hasta el toque funk de su último disco (véase por ejemplo, “Na Na Nada”). Y con la riqueza musical del portugués. Porque su propuesta está dotada de una amplio colorido musical, con canciones originales que cautivan con un buen acercamiento a la tradición musical brasileña del Tropicalismo.
En directo demostraron de sobra sus tablas y su buen hacer. Combinaron canciones de toda su carrera con especial acento en su último disco y en “A invenção do dia claro” (2019), un disco completísimo, un pequeño nuevo tratado de pop en poprtugués. Situaron la mesa de sonido abajo, frente al escenario, en lugar de su ubicación habitual en el altillo. Y sonó espléndido. Una pena que fuera en lunes porque de haber sido otro día habrían tenido mayor convocatoria, aunque no en vano hubo un tercio de aforo. Con canciones arrebatadoras como “Morro na Praia”, muy en la vena de los coros a lo Beach Boys, o la brisa pop de “Amanhã Tou Melhor”.
La presencia de los teclados aporta profundidad y rugosidad a su sonido, en esa vena funk, en la que exploran una nueva concepción del pop-rock impresionante con una sonoridad imponente y muy presente en el ejercicio vocal. No es casualidad la colaboración del brasileño de Tim Bernardes, quién produce su último disco. Y tampoco la implicación de los Capitão Fausto en el sello y colectivo Cuca Monga, descubridor de muchos nuevos talentos portugueses. En la recta final atrapa “Santa Ana” uno de sus primeros éxitos, exponente de un rock robusto. Y se despidieron con una emotiva “Nunca Nada Muda”. Nos quedamos con ganas de más. Esperamos verles próximamente, con la excusa de un próximo disco u otro buen motivo.
