Thinkwild no es un estudio de animación convencional, aunque sus dos socios fundadores podrían acabar ganando un Goya por Vuela, su esperado y reciente debut en la ficción. En realidad, la historia del creativo Carlos Gómez-Mira y la productora Rossana Giacomelli se remonta a 2009, cuando un importante consultor les fichó para respaldar con sus diseños y animaciones la candidatura de Madrid 2020.
“Después de muchos años trabajando en el sector corporativo, teníamos ganas de adentrarnos en terrenos desconocidos”, cuenta a El Duende Gómez-Mira. “De pronto, se nos ofreció la posibilidad de invertir toda nuestra experiencia en motion graphics de una manera diferente”.
Tokio acabó llevándose los Juegos, pero Thinkwild Studios triunfó con la mejor presentación que se había visto nunca en una convención del COI. “Nos llamó la atención que el resto de ciudades candidatas, que habían invertido tantísimos dinero y recursos en su propuesta, acudieran a la cita con unas sencillas diapositivas”, recuerda Giacomelli. “Mientras que nuestro vídeo creaba la ilusión de unos deportistas que parecían salir de la pantalla, los japoneses se conformaban con un puntero láser proyectado en un Power Point”. El mismo día que los telediarios describían la derrota amarga de la relaxing cup, esta discreta start-up española recibía una oferta de Almaty 2022.
Su siguiente contrato los llevó al stand de Los Ángeles en los Juegos de Río. “El director de la candidatura nos dijo que en Estados Unidos corría el rumor de que las mejores presentaciones olímpicas del mundo corrían por cuenta de una pequeña empresa con sede en Las Rozas”, rememora con indisimulado entusiasmo Gómez-Mira. “Así que pusimos toda la carne en el asador para no defraudarle”. En apenas 20 metros cuadrados, instalaron varias pantallas de inmersión en 3D que trasladaban al espectador a cada una de las instalaciones deportivas (véase un partido de vóley al atardecer de Santa Mónica), también representadas en una sugestiva maqueta de Los Ángeles.
Más tarde, durante un congreso en Moscú, consiguieron que la FIFA otorgara por primera vez una sede múltiple a tres países (Canadá, Estados Unidos y México) para organizar el Mundial de Fútbol 2026. “Recuerdo que al acabar el congreso se nos acercó un señor para felicitarnos muy efusivamente”, recuerda Giacomelli. Cuando buscaron su nombre el Wikipedia casi les da un infarto. Se trataba de Terence Szuplat, ¡el autor de los discursos de Obama!”. Fue tal el grado de responsabilidad de Thinkwild en el resultado de la votación que aquella noche, tras la cena y los brindis, se les acercó el jefe de la delegación abanicándose con una chequera para decirles: “Hemos decidido pagaros el doble”.
Pero ¿qué tiene Thinkwild que nadie hasta ahora ha logrado imitar? “Desde el principio hemos trabajado con la premisa de que emocionar es la mejor manera de transmitir ideas”, confiesa la productora y también guionista del estudio. “A los clientes de cualquier producto o marca les gusta pensar que toman decisiones racionales, pero eso nunca sucede. La conexión emotiva y la empatía decantan siempre la balanza”. Como los infiltradores de sueños de Christopher Nolan, sus presentaciones implantan una idea en las receptivas mentes de los miembros de los grandes comités deportivos. “La gente puede olvidar lo que les has dicho, pero no lo que les has hecho sentir”.
Su socio asiente con la cabeza. “La emoción es el motor de la vida”, añade desde su ventana de Skype. “Por mucho que te guste el cine sesudo de autor, ninguna de sus imágenes se te grabará tan a fuego como la bicicleta proyectada sobre la luna de E.T.”. Es lo que ellos llaman un look & feel explosivo e hipnótico. “Pero sin pasarse de frenada sensiblera, pues el público que se empalaga acaba desconectando”. La clave está en controlar el tiempo, conseguir que las fotos cobren vida y crear una narrativa multimedia tan depurada como eficiente. “El éxito de nuestra propuesta para los Juegos asiáticos de 2034 en Riad y Arabia Saudí se basó en centramos en uno o dos mensajes, no más”.
Es algo que Giacomelli aprendió de una conferencia del publicista Luis Basset. “Salió al escenario con cinco pelotas de tenis y se las lanzó a la vez a una persona del público, que no cogió ninguna, para demostrar que la atención es selectiva”, explica la cofundadora de un estudio que en el transcurso de una década ha desarrollado spots y vídeos para artistas (como Sofía Ellar), grandes empresas tecnológicas (Huawei, Samsung), plataformas de economía colaborativa (Emov), marcas internacionales (Beefeater), fundaciones (AstraZeneca) y un sinfín de organizaciones deportivas e instituciones gubernamentales. “Al final todo se reduce a conseguir que las cosas terminen ocurriendo”.
Hace tres años decidieron apostarlo todo a un proyecto personal fuera del horario laboral. “Como parte de una colaboración probono con una ONG creamos por animación un pájaro bigotudo que no podía volar”, dice Gómez-Mira. “La historia de Billy nos entusiasmó tanto que acabamos invirtiendo fines de semana en abordar en 15 minutos de animación asuntos tan complejos como la diversidad funcional o la solidaridad”. ¿Alguna vez soñaron con incorporar un cabezudo a la vitrina de premios? “No es algo que esperes recibir”, se sincera Giacomelli. “Pero mentiría si dijera que no estaba en nuestros planes el mismo día que decidimos montar una pyme en tiempos de crisis y a contracorriente”.