(el compromiso con sus pasiones)
En un número dedicado a la música, no podían faltar las entrevistas con cantantes y bandas. ¿Pero cómo abordarlas sin caer en lo de siempre? Nos reunimos con Juan López Soto, vocalista de los jovencísimos María Jesús y su hijo y con Soleá Morente. Ambos madrileños, les separa una generación. Unos acaban de llegar (la banda se fundó en la primavera de 2021; Juan nació en 2001) y otra, también joven (nació en 1985), ya le ha dedicado toda una vida a la música. No han colaborado en un proyecto juntos ni han compartido escenario, pero son dos caras de una misma moneda, el compromiso con una pasión, a los que decidimos hacerles proponerles algunas preguntas coincidentes. ¿Qué más les une?
Herederos de las verbenas
Litro en mano mediante, las noches de Malasaña han visto nacer varias generaciones de bandas en la ciudad. La de María Jesús y su hijo es una de estas historias, pero la suya bebe de un folclore arraigado en las verbenas, el cine quinqui y el intento de definir qué narices es España. En la primavera de 2021 decidieron encerrarse con dos objetivos: recuperar la tentación de Kaka de Luxe y resolver cuál era el nuevo himno de España. Acordaron que ese himno era, sin duda, Fiebre (Bad Gyal), y tuvieron una epifanía: estaban haciendo lo que querían con la gente que querían.
Valentía con los oídos bien abiertos
Corre por sus venas. Las canciones, el baile, el arte… Le vienen de cuna, pero nunca los ha dado por sentado. Soleá Morente lleva toda una vida comprometida con su pasión, con su herencia, con la música. Se acerca a ella cada día como le enseñaron en casa: sin prejuicios y con los oídos bien abiertos, porque nunca se deja de aprender. Abraza sus raíces y experimenta en un ejercicio de curiosidad inagotable.
Sois una banda que lo mismo hace una cover de Bad Gyal, de Kaka de Luxe o que toca Las Divinas de Patito feo… ¿Cómo convive todo ese batiburrillo?
Juan: El concepto filosófico más difícil de definir no es el ser o la muerte, sino averiguar qué narices es España. Nuestro país es increíble: no tiene héroes nacionales claros y el concepto de patria ha quedado diluido por esos cuarenta años de represión franquista, pero luego nos ves un 15 de agosto disfrutando de las fiestas de San Cayetano o de San Isidro bailando un chotis, o en cualquier verbena bailado Paquito el chocolatero, Estopa, La Durcal o Bad Gyal. Todo eso es España: un batiburrillo cultural que no está claro, pero es hermoso, auténtico y nos pertenece a todos.
Esto lo resume un poco vuestra definición como “Hijos de la verbena”. ¿Cuáles son vuestros referentes?
Kaka De Luxe, Dinarama, La Mode… Y cuando empezamos a buscar más miembros para la banda, monté un dossier maravilloso en el que añadimos otras inspiraciones: las fotos de García-Alix y Cristina García Rodero, la música de Radio Futura, el esperpento de Valle-Inclán, etc.
En una entrevista te escuchaba decir que cada vez se conocen menos bandas jóvenes como vosotros (18-20 años), y es verdad. La escena ha ido “envejeciendo”. ¿Por qué?
Creo que veníamos de un momento de explosión muy concreto, de la época de los Arctic Monkeys, y España, en ese afán absurdo que tiene de parecer europea, tuvo que crear sus propios ídolos. Pero llega un momento en el que todo eso se rompe. Sigue habiendo algo que late en el corazón de Madrid, gente joven que hace cosas superinteresantes. Aunque es una escena que está condenada a nacer y a morir sin que nadie la haya escuchado, porque cada vez hay menos cronistas, fotógrafos, etc.
¿Y cómo lleváis esto de la música de consumo rápido? Vosotros, que habéis optado por lanzar tres temas en año y medio…
Lo llevamos fatal. De fiesta, somos cinco mamarrachas, pero a la hora de componer, nos lo tomamos muy en serio. Sacar canciones tiene algo parecido a un parto: comprende mucho dolor, porque exige mirar dentro de ti, mirar fuera y ser capaz de unirlo en un tema; pero también mucha satisfacción. Que a la gente no se le olvide de que uno pone el corazón en todas esas cosas.
¿Qué lección os lleváis de este tiempo dedicado a la música?
Lo que más nos ha chocado ha sido darnos cuenta de que hay gente que se dedica a lo que tú amas, pero lo hace sin ninguna pasión. Es la historia de siempre: cuando capitalizas algo, dejas de hacer las cosas por amor en pos de un intercambio económico. Hemos aprendido que uno tiene que ir despacito y haciéndolo lo mejor que sabe con pasión… Recuperando la frase más maravillosa del cine español: “Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma” (Todo sobre mi madre).
Poner palabras a los sentimientos es difícil, ¿pero qué es para ti la música?
Lo es absolutamente todo. Si una película se convierte en un rollo sin banda sonora, imagínate una vida: además de aburrida, sería bastante ordinaria sin una melodía de fondo. Si me pides explicar toda esa pasión, te diría, aunque pueda parecer que lo digo por cumplir con el discurso de la banda, que tocamos para estar un poquito más cerca del dios. Tocar es canalizar la energía del Universo en un acto, con una canción y en un escenario.
¿Primer recuerdo musical?
Por ser hijo del extrarradio, recuerdo muy bien a las bandas de rock duro que se escuchaban ahí en los 2000, como Extremoduro. Mi primer recuerdo es de tener un año y pico, no sé siquiera si ya hablaba, pero recuerdo a mi hermana mayor intentando que me aprendiera El romance de José Etxailarena (Marea), para ayudarme a hacerlo mejor.
El disco al que le tienes más cariño:
Te diría, porque me cambió la vida radicalmente, aunque ahora no sea de mis favoritos, que el debut de Patti Smith: Horses.
Un disco que no esperaríamos encontrar en tu colección:
Una recopilación de pasodobles instrumentales que sacó Warner Music a finales de los 90, que son las mejores interpretaciones que he escuchado en mi vida.
¿Qué querríais preguntarle a Soleá Morente?
Querríamos saber qué hace que un artista, que lleva años en la música, siga queriendo subirse a un escenario sin tener la “necesidad” de hacerlo. Si puede, que nos diga cómo es esa sensación que despierta, y que seguramente el resto de mortales no conoceremos…
Pese a venir de una familia con raíces musicales arraigadas, en tu carrera has optado por rodearte de artistas muy diferentes. ¿Cómo han cambiado tus referentes?
Como bien dices, hay unos referentes que son muy de raíz: La Niña de los Peines, Manolo Caracol, Paco de Lucía o mi padre, aunque es evidente. Pero en casa no solo escuchábamos flamenco. Mi padre es uno de los artistas más eclécticos no solo de España, me atrevería a decir que del mundo, hizo cosas muy vanguardistas y experimentales, y eso me hizo acceder a música de todo tipo. Por otra parte, trabajar con Los Evangelistas fue un punto de inflexión. Empecé a descubrir una vertiente musical más psicodélica: Joy División, New Order, Kraftwerk, Brian Eno… Desde entonces, siempre estoy en investigando nuevos artistas.
Después de tanto tiempo en la industria, ¿cuál dirías que ha sido tu mayor aprendizaje?
Quizás suene a tópico, pero me quedo con ser valiente, sincera conmigo misma y pelear por hacer lo que de verdad quiero. En general, no venderme: ni mis ideas ni mi salud mental ni mi libertad a cambio de tener más oyentes o estar en los 2 ó 3 festivales de moda. No es fácil, porque constantemente te intentan convencer para que hagas cosas que no quieres.
Y en relación a esto, ¿qué le aconsejarías a una banda que empieza como María Jesús y su hijo?
Uno de los consejos que me dio mi padre, sin intención aleccionadora, por supuesto, pero que a mí y a mis hermanos nos ha servido mucho es este: “La mayor herramienta para construir tu propia carrera y salir adelante es prepararte cada día y trabajar en tu pasión con el corazón”. Nunca dejas de aprender. También les diría que no caigan en la comparación, aunque la sociedad te empuja a que lo hagas constantemente. Hay que confiar en uno, cuidarse, prepararse y rodearse de gente buena.
Los chicos querían preguntarte qué hace que un artista, después de tantos años y sin “necesidad” porque ya “ha tocado el cielo”, siga subiéndose a un escenario. ¿Qué sentimiento te empuja a seguir?
¡Qué pregunta tan bonita! Pues yo diría que, en mi caso, la afición pura y dura al arte, a la música y a mi profesión. La considero mi vida. Es una manera de conectar conmigo, de entenderme a mí y al mundo. De ahí nace un compromiso, una pasión, entre mi carrera y yo, pero también entre la sociedad en la que vivo y yo.
Ya me has contestado un poco a lo que sería mi siguiente pregunta: definir qué es para ti la música…
Como te comentaba, es el oficio de mis ancestros. La llevo muy dentro y no podría vivir sin ella. Pero creo que para todo el mundo es fundamental. Sin ella, ¡qué raro y qué difícil sería todo! La música tiene tiene un gran poder sobre los sentidos. Es terapéutica y necesaria para el mundo.
¿Cómo llevas esta nueva forma de consumir música donde lanzas un single y al mes se queda “anticuado”?
No sé si este ritmo frenético es bueno. No creo que nos dé tiempo a asimilar tantísima información. Yo no quiero entrar ahí. Si de pronto has sentido hacer dos canciones y las quieres compartir porque te apetece, una detrás de otra, genial, pero hacerlo porque es lo que impera… me da un poco de miedo. Eso sí, también estoy de acuerdo en que hay que adaptarse a los tiempos, si no es muy difícil sobrevivir, aunque sin llegar al punto de dejarse arrastrar. ¿Hacemos música o churros?
¿Crees que la escena musical está “envejeciendo”?
Yo creo hay gente muy joven haciendo cosas superinteresante, el problema es que no se les da mucha voz. En los festivales, por ejemplo, estamos acostumbrados a ver siempre a los mismos (que están ahí porque se lo han currado muchísimo, ojo), pero creo que es importante también dar un espacio a artistas que están comenzando. Por redes estoy en contacto con muchos de ellos, y es verdad que lo tienen complicado porque o tienes muchísimos seguidores o es difícil que te programe un festival potente.
¿Cuál es tu primer recuerdo musical?
¡A viajar en el tiempo! Pues diría que cantar con mis hermanos en el coche, en verano, cuando nos íbamos de vacaciones. Mi padre conduciendo, mi madre de copiloto, y Estrella, Kiki y yo detrás. Mi padre siempre empezaba a tararear algo y nosotros le respondíamos… Jugábamos con la música desde muy pequeños.
El disco al que le tienes más cariño:
Misa flamenca, de mi padre [Enrique Morente]. Toda su obra me encanta, pero es el disco donde grabé por primera vez y conservo un recuerdo maravilloso.
Un disco que no esperaríamos encontrar en tu colección:
Déjame pensar, porque mi colección es bastante variada… 69 Love Songs, de The Magnetic Fields, es una de mis joyas.
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