Aunque todo lo que se podía decir sobre la posverdad lo dejó escrito Aristóteles en El arte de la retórica, fue en 2016 cuando el Diccionario Oxford acuñó oficialmente el término para describir las argucias políticas del Brexity el desembarco de Trump en la Casa Blanca.
Mientras el filósofo Slavoj Žižek (Liubliana, 1949) ha dedicado los últimos años a desenmascarar las mentiras más feraces del populismo, muchos lo acusan de haber inundado las redes con sus propias posverdades. ¿Es Žižek un héroe o un villano del nuevo pensamiento crítico?
Esta entrevista ha sido inventada previo consentimiento de las partes implicadas. Ninguna de las afirmaciones del texto deben ser atribuidas a Slavoj Žižek, quien sí ha expresado por correo electrónico su interés por participar en un experimento periodístico que hiciera reflexionar al lector sobre los efectos de la posverdad y las noticias falsas.
¿De qué hablamos cuando hablamos de posverdad?
Pensemos por ejemplo en el Batman de Christopher Nolan. Bruce Wayne es un millonario que lo tiene todo a su alcance. Y no me refiero solo al dinero, sino sobre todo a la voluntad de cambiar el mundo de una manera altruista y sacrificada, al más puro estilo del héroe clásico. Sin embargo, hacia el final de El caballero oscuro ha de recurrir a una mentira para mantener el orden y el bien común. Batman sabe que es el héroe que Gotham merece, pero no el que necesita en esos momentos.
¿Significa eso que las fake news son necesarias?
Las noticias falsas ofrecen una alternativa dialéctica. En lugar de amoldar la verdad a los intereses del mercado, la corrompen de tal modo que obligan a mirar la realidad con otros ojos. Una vez traspasados los límites de la propia farsa, sólo queda desconfiar de los métodos del periodismo y plantear nuevas preguntas. El enorme potencial de las noticias falsas reside en su doble negación. Mientras las noticias verdaderas son negadas por los organismos financieros, las noticias falsas niegan la negación, lo que nos conduce al principio, al origen, a la verdad primigenia.
¿Hay una verdad oculta en las mentiras?
Desde luego que sí. De una u otra manera, todos mentimos en pos de la verdad. Vivimos en la era de la información, lo que quiere decir que una gran parte de la población está al tanto de lo que sucede en el mundo. Sin embargo, la gente actúa como si las mentiras fueran verdades. Epiménides, el famoso poeta cretense, sostenía que todos los cretenses eran mentirosos. ¿Decía la verdad? Quién sabe. Pero ¿acaso importa? Cuando en El pensamiento de afuera Foucault analizó la paradoja de Epiménides llegó a una conclusión demoledora que puso patas arriba toda la ficción moderna. Y sólo le hicieron falta dos palabras: “miento, hablo”.
¿Cómo sobrevivir entonces a una realidad tan engañosa?
Las mentiras más peligrosas son las que se perpetúan a base de repetición. No sólo son mentiras, sino que nadie las cuestiona y se integran dentro de una conducta cínica. A diferencia del esquema clásico de la ideología —“no lo saben, sin embargo, lo hacen”—, el cínico sí lo sabe, y así lo hace, como si no lo supiera. Actúa como si la realidad fuera otra, pero no porque haya sucumbido a la fuerza de esa fantasía, sino sencillamente porque le conviene. Es consciente de que vive al margen de su verdad, pero es su propio beneficio el que está en juego cuando insiste en perpetuar ciertas costumbres, tradiciones e incluso instituciones. Por lo tanto, la verdadera amenaza del engaño, la falsedad y la mentira reside dentro de nosotros mismos. Hay que ser muy descreído y crítico para alcanzar la verdad.
*Al inscribirte en la newsletter de El Duende, aceptas recibir comunicaciones electrónicas de El Duende que en ocasiones pueden contener publicidad o contenido patrocinado.