Más allá de Russian Red, Lourdes Hernández sigue componiendo música, ahora en español, pero no tiene prisa en publicar. Ahora mismo está lanzada en su carrera como actriz. Acaba de estrenarse Ramona, la ópera prima de Andrea Bagney que han catalogado como mumblecore (un subgénero de cine independiente caracterizado por actuaciones y diálogos naturalistas, bajos presupuestos, énfasis en los diálogos más que en la trama, y foco en las relaciones personales), en la que Lourdes interpreta a una mujer de treinta y tantos con crisis vital. “Por mucho que Ramona pueda parecer un triángulo de amor, o una comedia romántica, dramática, para mí va de una mujer definida por el trauma, y que no se tiene a sí misma. Tiene miedo porque ha sufrido un abandono muy heavy, y no sabe cómo recuperarse”, explica Lourdes.
Vive entre Madrid y Los Ángeles. “Mi relación con Madrid me está devolviendo a mí misma de una manera renovada. He tenido una relación muy estrecha y de estar muy inspirada en mi ciudad” reconoce. No ve ningún paralelismo con su papel. “Soy muy distinta a Ramona. Ella está atascada en el miedo, yo soy una kamikaze. No soy destructiva, pero sí que me gusta ir de frente”, reconoce.
Sigue conectada con la música. “Estoy haciendo música pero no voy a sacar un disco, porque ya lo he hecho. Pero necesito encontrar una manera nueva de comunicar. Mi relación con la música tiene que ver mucho con el ritmo, y con la interpretación de una emoción determinada. Con un proceso holístico. De entender algo. Dejar que permee en el subconsciente, y que vaya surgiendo poco a poco”.
Lourdes se encuentra en un proceso de búsqueda. Sobresalen su ambición y sus ganas de hacer cosas. “Hay una esencia que está todo el rato subyaciendo, y es en quién te vas convirtiendo. Quiero ser muchos personajes. Y los quiero ser todos. Estoy enganchada a la interpretación porque encuentro una oportunidad de autoconocimiento brutal”, señala.
Ante todo se considera feminista y lo muestra. “En general a las mujeres que hacemos lo que nos da la gana, que somos sensibles, que tenemos poder, que tenemos un atractivo, la prensa y la gente intentaba encontrar un lugar donde poder castigarte. Pero ya no está pasando tanto. Porque hay una generación nueva que funciona desde otro lugar. Que han sido criados con unos padres que ya han avanzado en todos estos niveles. Y por supuesto por el movimiento feminista de todos estos últimos años. Veo una proliferación de artistas femeninas brutal”, remata.
¿Un neologismo? Utiliza mucho la palabra hangear, “para decir quedar, tomar algo, estar. Casi como estilo de vida. Pero vamos, lo utilizo yo”.