He leído que el origen de vuestro proyecto es compartir la idea de que el mundo duele… Rocío [R]: En mi cabeza tenía dolor, y ese dolor siempre lo he sacado escribiendo de forma kamikaze. Tuve una ruptura complicada y empecé a escribir canciones que no encajaban con el proyecto que tenía en aquella época. Además, la vida empezó a cruzarme todo el rato con Enrique y me di cuenta de que teníamos formas de sufrir muy parecidas. Le propuse montar un grupo sin tener ni idea, desde la intuición, y empezamos a crear.
A diferencia de lo que ocurre con muchas canciones pop, en vuestras letras es fácil identi-ficar el mensaje que queréis transmitir. ¿Es algo consciente? Enrique [E]: En el pop no se suele prestar atención a las letras. Yo siempre digo que lo importante es qué estás contando. No me gustan esas canciones en las que te das cuenta de que las letras están escritas para que suenen a “letra de canción”, porque acaban siendo muy intercambiables entre unos grupos y otros. Nos parece lícito, pero nosotras te contamos historias y aspiramos a tener un estilo y a que las identifiques hasta sin música.
Al tener una base de tecnopop, ¿no tenéis miedo de que esos mensajes se pierdan en el baile? [R]: Quien no entienda el mensaje debería darse una vuelta a sí mismo. Nos meten muchas veces en el “petardeo” que, ojo, bienvenido el petardeo, pero el que nos mete en ese saco es el hombre CIS. Nosotros no hacemos música para maricones solo por serlo, hablamos de cosas que sufrimos todos. Para un maricón, lo que hacemos nosotros no es petardeo. Para mí, La Prohibida o Miranda!, tampoco.
¿Hace falta revindicar más y hacer menos canciones de amor? [E]: Nos parece lícito cantar sobre “cuánto sufro por amor”, pero también sobre el miedo que paso volviendo a casa de noche. No nos asusta contar historias que nos han pasado y hacerlo con una base bakalao. Vaya por delante que nuestras canciones son para bailar, pero mientras lo haces puedes estar recibiendo una historia.
¿Es Monterrosa un proyecto de activismo político? [R]: Absolutamente. Puedes elegir hacer activismo llevando tu discurso por delante, pero también con el mensaje de “vamos a bailar”. A Sidonie o Izal no se les pregunta por esto o por qué les parece la transfobia en la música. A nosotros se nos obliga a tener un alegato muy potente, porque parece que solo con nuestra música no vale. No queremos empezar una lucha, solo dejar constancia de que tenemos una presión añadida por ser un artista LGTBIQ+; una presión que también puede crear cierta violencia. O tu discurso es brillante o no sirve.
¿De qué habla Flores en el párking, vuestro último single? [E]: Los párkings son un símbolo de consumo y capitalismo, pero también se han convertido en espacios seguros que hemos construido estando de fiesta en festivales. En ellos te rodeas de maricones, trans o bolleras con vidas normales a las que puedes aspirar, y se convierten en un lugar revelador. En la metáfora, tú eres una flor que necesita luz y agua para crecer y buscas resquicios en el párking, cuando se resquebraja ese sistema, para emerger. Debería ser un prado, no un resquicio, pero las identidades disidentes hemos aprendido a conformarnos con migajas.
Lanzarlo el 20N no fue casual. [E]: No, no lo fue. La intención era revindicar nuestra memoria histórica, no la de Franco. Revindicar a Paco Clavel, a Carmen de Mairena, Ocaña… Por ejemplo, a mi compañero de piso y a mí nos unió mucho ser muy fans de Carmen, aunque por entonces no teníamos muy claro el porqué. Verla pasearse por Las Ramblas es una estampa que me emociona y me parece super poderosa. No habrá nunca un sistema dictatorial de 40 años que, para mí, sea tan importante como esa imagen, y de eso quería hablar.