Esta edición está dedica a Madrid y a su tejido local. ¿De qué lugares sois fan?
El Pavón es nuestra segunda casa y nos ha dado mucha pena verlo cerrado durante la pandemia. Y El Badila es el restaurante de menú al que llevas a cualquier amigo que viene de visita a Madrid y quieres que coma bien y en un ambiente que no se pase de moderno.
Raquel compone los dibujos y los dos creáis la letra. ¿Algún día veremos a Carlos dibujando?
Qué va, a mí me ha costado diez años de aprendizaje [dice Raquel]. Aunque ojalá, porque son muchas horas y es muy entretenido…
Os conocisteis en una fiesta, algo muy difícil de llevar a cabo en el momento actual. ¿Pensáis que este año tras estar juntos tanto tiempo habrá más separaciones o emparejamientos?
A nosotros no nos ha supuesto demasiado cambio porque al trabajar y vivir juntos estamos bastante acostumbrados a la convivencia «intensiva», pero seguro que alguna pareja se ha sentido asfixiada. También conocemos gente que gracias a esta situación ha formalizado la relación. Lo de «Estoy bien contigo, pero no quiero atarme, quiero ver a más gente», es algo que ahora mejor evitar. Menos amantes, menos riesgo (risas).
Estáis preparando un libro. ¿Nos podéis dar una pista o es ultrasecreto?
Ultrasecreto, hay que mantener la emoción. Ya queda poco, estamos a tope con él este verano.
Vuestros cómics se venden como rosquillas de las buenas y han viajado por medio mundo hispanohablante (y Portugal) ¿para cuándo en otros inglés, francés o alemán…?
Hemos arrancado las redes en inglés y de momento va bastante bien, pero es como todo… hay que currárselo y lleva tiempo.
¿Os habéis autocensurado a la hora de hacer alguna viñeta?
Sí, hasta hemos tenido que borrar alguna a los 15 minutos de publicarla. Pero más que por las críticas, porque hemos visto que la viñeta fomentaba algo que no queríamos o se interpretaba mal. Hay que buscar la forma de decir las cosas sin dar pie a que se malinterprete y a veces es casi imposible.
Pensar que os sigue tanta gente, ¿os da mal de altura?
Depende de la época. Hubo una temporada que no subíamos contenido porque nos daba un poco de vértigo y al final pasábamos: «ya lo publicamos mañana, que hoy no lo vemos claro…» Una forma de evitar caer en esos miedos es programar las publicaciones y que ya no haya marcha atrás. Además, al fin y al cabo, si la cagamos con algo damos explicaciones y corregimos, tampoco tenemos problema con eso.
¿En vacaciones apagáis el ordenador por completo y metéis el móvil en un cajón? Si decís que sí, os merecéis un monumento.
Emmm… Ahora mismo las vacaciones son como un espejismo que parece que nunca llega. Pero apagamos el móvil para trabajar en el libro y no tener distracciones ¿eso cuenta?