Para Carol Blázquez, la directora de sostenibilidad de la firma de moda Ecoalf, el gran reto medioambiental no pasa sólo por el uso de materiales reciclados. “Hay que visibilizar, concienciar, llamar a la acción, generar debate, escuchar a nuestros clientes y ofrecer soluciones a los problemas medioambientales a través de un modelo de negocio que siga poniendo el planeta en el centro”.
El proyecto de limpieza del Mediterráneo Upcycling the Oceans (180.273 kilos el año pasado) de la Fundación Ecoalf ya ha comenzado a expandirse con nuevos acuerdos de colaboración en Grecia, Francia e Italia.»Muy pronto la digitalización nos permitirá conocer el impacto que tiene cada prenda, el C02 emitido, el agua consumida… Ya no habrá excusa que valga«. A través de un QR incorporado a las etiquetas las próximas colecciones de Ecoalf, la primera empresa española de moda en conseguir el certificado B Corp, quieren hacer bandera del consumo responsable y buscar nuevos adeptos a la causa. “Más que una marca, Ecoalf aspira a ser un estilo de vida”.
¿Cómo mantener en movimiento un engranaje de economía circular en el que colaboran tantas organizaciones, como Ecoalf, Ecoembes y The Hap Foundation, además de pescadores de todo el litoral mediterráneo?
Ecoalf nació con la sostenibilidad como parte de su ADN. Desde el principio hemos trabajado de la mano de colaboradores, proveedores y empresas que forman parte de la cadena de suministro y que han hecho posible la investigación en torno a nuevos materiales. Cuando te sientas con alguien para explicarle por qué estás haciendo las cosas de esta manera se produce en la otra persona una transformación. La comunicación es una pieza clave del engranaje pues tiene un efecto sensibilizador y hace que, por el camino, mucha gente quiera unirse al proyecto.
¿Cómo han evolucionado los materiales reciclados y sostenibles de vuestras colecciones?
El PET de las botellas de plástico, que convertimos en fibra hilada de poliéster para nuestros abrigos de plumas, ha sido nuestra seña de identidad, pero hemos ido incorporando novedades a esos mismos diseños ecosostenibles: ahora el relleno no es de pluma sino de fibra sintética y también el forro interior está hecho de botellas de agua recicladas. De esta manera, la prenda se podrá reciclar en un futuro. Del análisis de nuestra última colección se desprende que el 70% de nuestros materiales son reciclados. El 30% son sostenibles o de bajo impacto medioambiental: un lino orgánico, por ejemplo, o un cáñamo que aprovecha el 100% de la fibra de la planta y que, a diferencia del algodón, permite regenerar la tierra rápidamente para que siga captando CO2.
La sostenibilidad también pasa por la resistencia y durabilidad de las prendas frente a los hábitos de consumo de la moda low cost. ¿Cómo se consigue eso?
La economía circular no se basa sólo en la cadena de reciclaje, sino también en la optimización de recursos que permitan prolongar el ciclo de vida de las prendas. Cuando, hace diez años, nos propusimos crear la primera generación de materiales reciclados de alta calidad tuvimos muy en cuenta la durabilidad como garantía de sostenibilidad. Por eso es tan importante que los diseños sean atemporales y que puedan permanecer como fondo de armario durante años sin llegar a aburrirnos.
Esta filosofía de trabajo requiere de una gran inversión en I+D. ¿Qué impacto tiene este proceso en el precio final?
Es fundamental que el consumidor entienda qué hay detrás del precio de los productos de Ecoalf, pues además de recurrir a materiales orgánicos, sostenibles o reciclados, las fábricas con las que trabajamos están identificadas por riesgos medioambientales y sociales y exigimos una serie de certificados validados por un tercero para evitar, por ejemplo, la contaminación por aguas residuales. Este tipo de externalidades ya están tipificadas en la nueva ley de cambio climático para que el productor asuma la responsabilidad de los impactos indirectos. En ese sentido, nuestros productos no son más caros, sino que su precio es más justo porque tiene en cuenta todos estos factores de la cadena de suministro que, por supuesto, no están integrados en una prenda low cost a 1,99.
¿Qué efecto ha tenido la pandemia en la percepción de estos problemas?
Nos ha permitido tomar conciencia de la fragilidad del ser humano y ha puesto en evidencia lo vulnerables que podemos llegar a ser como sociedad. El planeta no nos pertenece, sino que dependemos de él. Esa certeza ha roto los esquemas de mucha gente y propiciado que algunas marcas se estén alineando con esas nuevas perspectivas de protección del medio ambiente.
Las prendas de Ecoalf son el mensaje. ¿Cómo se consigue, a través del diseño, esa reflexión crítica?
Siempre hemos tenido claro que nuestros productos debían ser motores de cambio y transformación. Utilizamos mucho el claim “because there is no planet b” pero de una manera positiva. Todo lo que hay detrás del cambio climático es dramático, pero nosotros preferimos centrarnos en las soluciones que ayuden a cambiar la mentalidad. Cuando incluimos la leyenda: Act now! en nuestras prendas queremos desencadenar ese clic en la cabeza que empuje a las personas a involucrarse, a ser parte de la solución y no del problema.
¿Qué se atisba hoy en el horizonte de la sostenibilidad?
Si nos hubiésemos conformado con lo que hacíamos hace diez años hoy seríamos una marca totalmente obsoleta. Entonces nadie hablaba de economía circular, de descarbonización ni de aprovechamiento del agua. Hoy tenemos que seguir incluyendo nuevos ingredientes a la ecuación y permanecer muy atentos a los nuevos retos, como pueden ser los microfilamentos que se desprenden de algunos materiales sintéticos y que acaban en el mar. Asumimos nuestra parte de responsabilidad y ya estamos trabajando para encontrar soluciones. Ecoalf.com
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