Global Random Act of Kindness, nace de una acción previa que llevó a cabo en su ciudad natal (Barcelona) y tras la grata acogida, supo que quería traspasar varias fronteras con esta iniciativa. A través de sus redes sociales, preguntó entre sus seguidores quién querría participar en una acción global y poco a poco fue encontrando “compinches” en distintos lugares: Francia, Australia, Austria, Indonesia, Alemania, Noruega…“Era la primera vez que hacía algo así y no sabía a cuánta gente podría llegar. Sabía que podría hablar con amigos en otros países, pero me sorprendió que llegara a tanta gente desconocida y a lugares como Bali simplemente a través de Instagram”, nos cuenta ilusionado Miki.
This is for you, Take one, te invita a coger una de estas tiras que entre otras cosas dicen: “It ‘s going to be ok”, “You are braver than you think”, “You are amazing”, … Algo tan simple y sencillo de entender, de aplicar y transmitir, tan humilde y poco presuntuoso que no busca más que una emoción positiva. “Me hace sentir más humano. El hecho de tratar de aportar algo más y que se lleven un recuerdo, incluso puedan compartirlo y se lo den a alguien conocido, nos afirma acerca de qué obtiene o siente él con todo esto. Para que las frases pudieran recorrer buena parte del globo necesitaba ayuda, en su caso, cualquier persona dispuesta a sumarse a este golpe de buenas intenciones. El artista barcelonés compartió el documento para quien quisiera colocarlo en cualquier lugar y llegó un punto en el que dejó de tener control sobre una acción de alcance planetario cuyo botín es de sonrisas de oreja a oreja.
La idea o la inspiración, le vino de la misma esencia del propio proyecto: los pequeños gestos. Este verano pasó un mes en Lanzarote y se quedó a dormir en casa de una señora mayor. La primera mañana, la señora amablemente le hizo un desayuno increíble (no incluido). Cuando él le preguntó por qué, ella simplemente le respondió que con pequeños gestos el mundo se puede cambiar y que cada persona lucha con sus propias batallas, así que su gesto era parte de una cadena de favores. En el año de mayor distancia social, decidió traspasar las redes y buscó un contacto más humano, a través de pequeñas interacciones en la calle, casi de manera casual y sin necesidad de estar físicamente presente. “Antes creaba para intentar comprenderme a mí mismo, ahora quiero llegar a toda la gente posible con algo tan básico como estos mensajes que cualquiera puede entender”. Noëlle no sabe cómo le hace sentir esta iniciativa a cada persona, sabe cómo empieza pero no cómo acaba, si es que lo hace… En cierto modo es una manera de desprenderse de su propia obra, mientras sigue conectado para siempre a ella y a todas las personas que interactuaron con la misma.
Las nuevas generaciones y las redes van estableciendo un modo de hacer las cosas que poco a poco se va imponiendo sobre lo considerado normal o habitual y se cuelan como un ninja desbancando a lo ya conocido. Al preguntarle por el próximo golpe no dice nada en concreto, apenas unos segundos hablando con él y te das cuenta que por su cabeza ya han pasado cientos de ideas y quiere llevarlas todas a cabo. Lo que sí tiene claro es que el hecho de que tanta gente se haya unido le ha provocado ganas para seguir haciendo cosas similares y llegar a mucha más gente. “Siempre he hecho cosas pequeñas, pero tengo ganas de hacer algo muy grande en un lugar de mucho tránsito en Barcelona, quiero que mis obras se vean desde mucha distancia”.
En tiempos de cambios, de incertidumbre, indecisión e inconformismo, encontrarse con un mensaje positivo fuera de las pantallas del móvil, al cruzar la calle o fijarse de más en lo que nos rodea, quizá sea lo más disruptivo que pueda pasarnos.
@mikinoelle