De pequeños nos regalan juegos de magia por Navidad. ¿Cómo se pasa de eso a convertirlo en una profesión?
Fue algo gradual, no de un día para otro, empecé con el Magia Borrás y a los 13 años empezaron a sacar en los kioskos los fascículos semanales de El mundo mágico de Tamariz. Fue ahí donde me fui aficionando con un grupo de amigos y dedicándole más tiempo. Pero yo estudié arquitectura técnica y no fue hasta que terminé mi carrera que volví a engancharme.
¿Qué otros profesionales han inspirado tu carrera?
En España tenemos mucha suerte porque de toda la generación de Tamariz surge la Escuela Mágica de Madrid con diez o quince magos, entre los que estaba Luís García, Arturo De Ascanio o Gabriel Moreno. Maestros que se han convertido en referentes que han inspirado a toda una generación.
¿Qué parte es genuina de un buen mago y cuál se entrena?
Las cosas que te gustan les dedicas muchas horas y acabas generando talento sobre ello, es decir, cualquiera lo puede hacer poniéndole tiempo y pasión.
¿Qué aspectos son de autoaprendizaje y cuáles se adquieren con maestros o en escuelas especializadas?
El mago suele ser bastante autodidacta, no hay una escuela reglada, aunque ahora empieza a haber centros de iniciación y sociedades de magia, con conferencias y congresos, donde te vas formando. Incluso también hay opciones de formación online que son muy completas.
Ser mago tiene mucho de psicología y de saber cómo funciona nuestra percepción, ¿cómo se entrena eso?
La magia sucede en la cabeza del espectador y, de esos fallos de percepción que tenemos, se aprovecha el mago. Cuando se hace magia hay que tener en cuenta dónde está puesta la atención, adelantarte a cómo va a interpretarse una acción y darle otro enfoque para que se entienda lo que quieres. Así es que el proceso mental y la psicología los debes tener muy en cuenta.
El espectador de magia no es fácil, va a pillar el truco.
Un buen espectador de magia aprecia que lo que está sucediendo es imposible, pero se deja llevar por la experiencia. La gente muchas veces va a ver magia porque tiene esa noción del truco y del engaño, pero si creas una atmósfera adecuada generas una expectativa distinta a la que traían.
Te fuiste a Londres, a estudiar en una compañía de circo de arte contemporáneo. ¿Cómo fue esa experiencia?
Estuve siete años en Londres, tres de curso en la escuela de circo en los que tuve una formación más global de teatro, danza y acrobacia, lo que me dio recursos para saber cómo estar en escena o crear un espectáculo. Ahí me especialicé en malabares, que era lo más similar a la magia por la manipulación de objetos, pero lo enriquecedor fue el intercambio con gente de otras disciplinas y países.
Al terminar empecé a trabajar en una compañía de trabajo físico, DV8 Physical Theatre, y después en NoFit State, dónde aprendí mucho sobre las metáforas del movimiento que después trasladé a la magia. Más tarde regresamos a Madrid y creé mi propia compañía, Puntocero, con Zenaida, que es trapecista.
Estas experiencias fueron tu trampolín para colaborar con Tim Burton en Dumbo.
Nos recomendó el director de la compañía NoFit State porque la directora de casting buscaba especialistas que combinaran circo, magia y actuación. La experiencia fue una maravilla, una superproducción que se grabó durante cinco meses en Londres y que nos permitió colaborar con Tim Burton y actores de primera línea como Colin Farrell o Danny DeVito, de los aprendes mucho. Fue un curso de cine acelerado.
Ganaste el máximo reconocimiento en el mundo de la magia, el Campeonato del Mundo de Magia, en 2018. ¿Qué es el éxito para ti?
Es una combinación de varias cosas, estar en un proyecto como Dumbo que da visibilidad a tu trabajo, pero también es un éxito actuar en un teatro, presentar en festivales importantes, seguir progresando en tu técnica o ganar el reconocimiento de la comunidad de magos, como con este campeonato, que aporta una proyección internacional a tu carrera.
Parece que sólo se conocen a los magos que actúan en grandes teatros de Gran Vía. ¿Falta más reconocimiento en nuestro país?
No suele darse mucho bombo a la magia, el mismo año que gané yo el campeonato, España fue el país que más galardones se llevó en la competición. Hubo poca repercusión mediática, pero la magia mueve a menos masa de gente que, por ejemplo, el fútbol. Lo que hace el Mago Pop lo hace muy bien, pero no es especialmente original ni aporta algo nuevo al mundo de la magia, sin embargo, es muy mediático y el espectáculo le funciona muy bien.
Agua es uno de tus espectáculos los más conocidos, ¿cómo es el proceso creativo para crear un producto así?
Es parecido preparar un espectáculo de diez minutos o de una hora, porque tienes que conseguir que tenga una entidad propia. Por ejemplo, uno de los espectáculos que he trabajado con Zenaida busca reflejar cómo percibimos la realidad en función de nuestros pensamientos, abarcando esta misma idea desde distintos prismas a lo largo de la función.
El mundo que crea PlayStation se asocia con la magia porque consigue recrear mundos desde la imaginación y la inmersión. ¿Qué es la magia para ti?
Existe una conexión entre la magia y el mundo del videojuego, se crea un mundo de fantasía que el espectador toma como realidad, pero no deja de ser algo virtual que en el fondo no está sucediendo. En ese sentido, para mí, la magia es la creación de un imposible pero constatable para un espectador porque lo estás haciendo en el mismo plano de realidad. Ese imposible te conecta con un pensamiento mágico que te cuestiona el mundo y te hace darte cuenta de que quizás es más grande de lo que pensabas.
¿Desvela un buen mago sus trucos?
A un espectador no se le suele explicar, no por el secreto de mago, sino para no destrozarle la experiencia.