ENTRANTES
Dejar a un lado el imperio de la agenda y compartir con compañeros el menú de media vida. Olvidar por un rato los lamentos sobre el devenir del tiempo. Saludos y cortesías de un viejo y conocido camarero. Vuelan manteles y los cubiertos. Es lo más parecido a un hogar en el campo laboral de batalla. El aperitivo viene con un toque de libertad y despierta la ambición. Los recuerdos, se liberan del fondo de las copas. El menú provoca historias con la misma facilidad que lágrimas la cebolla.
PRIMEROS
El primer plato es la luna que da paso a la mañana. La vida no es más que una ensalada que se revuelve a lo loco, se suaviza con aceite o se aviva con vinagre, a veces más dulce, otras con regusto amargo.
SEGUNDOS
El segundo plato es la consecución del éxito, el fin de la contención y de la espera, un vórtice entre la boca y la lengua, un hondo silencio entre las miradas.
POSTRE
Y el postre es volver a jugar a ser niños para los condenados a vida. Esos orgasmos contenidos que pretendimos y nunca se dieron.
No hay nada más eterno que las pequeñas cosas. Dicen los nuevos tiempos que el menú tiene los mediodías contados, pero como el pan que lo acompaña olerá siempre a esperanza caliente, a remanso para el alma, a horno para corazones que aman, a héroes de sobremesa.