Dos parejas de amigos disfrutan de un concierto en el Café Central. Hablan de la última vez que quedaron, del tiempo que hace que no se ven. Se separan en el parking de la plaza de Jacinto Benavente, frente a los Cines Yelmo… Foto: Lucía Zapata para El Duende
Una de las parejas (Irene Escolar y Franceso Carril) se ha mudado a las afueras, a una casa heredada y con un jardín perfecto para tener niños. La otra (Itsaso Arana y Vito Sanz) sigue viviendo en la ciudad. Tenéis que venir a verla, título de la séptima película de Jonás Trueba de 60 minutos de duración, hace referencia a esa casa que ha separado, como la vida, a estos amigos. Pero también es una llamada para que los espectadores vuelvan a la sala de cine en estos tiempos lánguidos. Por eso, se estrenará el 17 de junio en un solo cine en cada ciudad de España. Para que sintamos que tenemos que venir a verla.
¿Cómo empezaste a pensar en esta película?
Tenéis que venir a verla es una película que nace de un estado de ánimo. Tenía ganas de hacer algo sin arco narrativo, con lo mínimo, sin cerrarla, sin ponerle el lazo. Algo que fuese una sensación y poco más. Escribí el tratamiento en la pandemia, un fin de semana de agosto de 2020. Por eso tiene esa energía y parte de la sensación de irrealidad que teníamos en ese momento.
Ese “tenéis que venir a verla” del título hace referencia a una casa en las afueras.
En los últimos años muchos amigos se han ido fuera de la ciudad. Porque han tenido hijos, por comodidad o porque han encontrado casas más baratas allí. Y les he perdido la pista. Seguramente porque soy un paleto de ciudad y me cuesta salir. Todos estos amigos me han insistido durante años para que vaya a ver sus casas y no he ido. He hecho esta película para ir de algún modo. Parece que yo hago las películas como el gesto de lo que se supone que tendría que hacer. Pero más allá de la broma, debajo de este leit motiv generacional, está la idea de que nunca estamos del todo seguros de que estamos donde tenemos que estar o de que estamos bien donde estamos. Y, además, en el mundo de hoy, cada vez estamos menos donde estamos.
Hay un salto de madurez de tus personajes en esta película. Ya no hay personajes enamoradizos. Ahora son parejas consolidadas en las que se siente el paso del tiempo.
Quería retratar a un pareja que lleva años junta y se mira poco, pero lo suficiente. El cine suele retratar las parejas al inicio de su relación o cuando se está separando, pero no en este terreno intermedio. Y cuando se cuenta esto se tiende a juzgar, a desnudar la idea de pareja. Yo quería contar esta pareja desde el cariño. A mí esta pareja me gusta, aunque estén un poco cansados. También tiene que ver con la época en la que vivimos, cómo después de la pandemia todos lo estamos un poco.
Por oposición, Tenéis que venir a verla vuelve a ser un canto a Madrid. El personaje de Vito Sanz dice: “A mí me gusta esta ciudad. Los edificios, hasta los feos, los bolardos, las rotondas…”.
Madrid no es una ciudad de la que enorgullecernos por su belleza. En Madrid la belleza es otra. En parte está en su fealdad y si no lo ves, estás jodido. Leyendo Madrid, de Andrés Trapiello, me gustaba que hacía mucho elogio de lo cochambroso, de las cosas que se vuelven bonitas con el tiempo porque se han hecho cosas mucho más feas después. Así es Madrid.
¿No sientes que está cambiando mucho Madrid?
Sí. No me gusta mucho el terraceo generalizado. El espacio público se ha llenado de plástico, de consumo. Y se aprovecha el espacio hasta que al final no hay espacio, no hay fugas. Madrid no ha tenido nunca un criterio estético ni conservacional, ves que han tirado el Real Cinema y te preguntas cómo ha podido pasar. Y el mundo de las mismas tiendas, franquicias, la imitación de lo auténtico. Eso hace que vaya perdiendo el encanto que tenía. Por eso me gusta tanto vivir en Las Vistillas, porque es un barrio que sigue conservando un ritmo distinto, más lento, y espacios que conservan su autenticidad propia.
¿Cómo entra en la película Olvido García Valdés, a la que oímos recitar sus poemas?
La película nació con ella. Leí unos poemas suyos y, como me pasa mucho, me di cuenta de que expresaban perfectamente lo que quería expresar yo. Sobre todo, fueron unas notas suyas sobre lo irreal. Tenéis que venir a verla no habla de una crisis de identidad como lo hacía La virgen de agosto. No es tanto quién soy como dónde estoy, si estoy. Ella lo explica de forma muy certera, con una poesía muy pulida. Esta película siempre estará relacionada con Olvido. También con los dos temas instrumentales que abren y cierran la película y con la canción de Bill Callahan, Let´s Move to the Country.
Peter Sloterdijk dice en Has de cambiar tu vida, libro que citas en la película: “El arte ha perdido su fuerza”. ¿Estás de acuerdo?
El arte es una forma de inmunología, de cuidarse y de esquivar la muerte. Ese lugar que ha tenido el arte ahora lo ocupan otras cosas. Esto me afecta en la medida que el cine ha perdido su estatus, su lugar como forma de entretenimiento, pero igual su lugar es hacer estas películas más pequeñas como esta para recordarnos cosas y encontrar pequeños espacios de tranquilidad.
Vuelves a trabajar con Los ilusos habituales, Itsaso Arana, Vito Sanz, Francesco Carril… ¿Cómo incorporasteis a la banda a Irene Escolar?
Llegó por casualidad. Yo la admiraba como actriz de teatro, pero Itsaso [Arana] coincidió con ella en una serie y se hicieron amigas. Como yo no hago castings la gente viene así. Me gusta incorporar a alguien nuevo a los ilusos, alguien que traiga algo nuevo, algo fresco. Los demás tenemos un lenguaje común y de pronto entra ella y vemos cómo nos mira y volvemos a aprender cosas. Tienes que venir a verla, se estrena el 17 de junio losilusosfilms.com
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