Nouvelle Western
En 2016 Matthieu Bonhomme dibujó un álbum homenaje, El Hombre que Mató a Lucky Luke. Fue una primera experiencia, sacando al personaje de su colección regular -que desde 2001 ilustra Achde tras la muerte del autor original Morris- y de sus habituales características gráficas. Bonhomme se llevó los mayores reconocimientos con su versión del “vaquero más rápido que su propia sombra”. El segundo de estos homenajes de autor lo ha firmado hace unos meses Guillaume Bouzzard, coetáneo también de Trondheim o Sfar, asimismo criado en la elegante bd indie francesa de finales de los noventa y confirmado en la comedia de la revista Fluide Glacial, hasta culminar una ininterrumpida carrera editorial en esa y otras revistas, y alternando las grandes cabeceras con prozines y las editoriales mayores con sellos de menor calado. Kraken ediciones, que también publica la colección clásica y la serie actual Lucky Luke según Morris, publicó antes del verano Jolly Jumper ya no puede más, de Bouzzard.
A esta misma generación de autores que coronan el horizonte de la veteranía y la consagración pertenece Christophe Blain. En el inició de su carrera trasteó con el género, a medias con Lewis Trondheim, se confirmó con una de piratas y regresó al western en 2007 con Gus. Blain se ha tomado diez largos años para ir publicando una serie que, atendiendo a los códigos estéticos y narrativos más en boga, recupera el amor -y el humor- por el western, sin despistar sus orígenes y añadiendo ingredientes más cercanos a la nouvelle BD… El cuarto y último álbum de Gus, se llama Happy Clem.