Es el caso de Santiago Lorenzo, que recientemente acaba de publicar Tostonazo (Blackie Books), una novela protagonizada por un tipo sin oficio ni beneficio que, desde Madrid, acaba en provincias, en una de esas ciudades en las que parece que no pasa nada. Allí descubrirá la alegría de vivir. Lorenzo, que vive en una aldea en Segovia, gusta en su novelística de un cierto aroma melancólico y un tono siempre humorístico. Expresiones típicas de Lorenzo son chupi-cojonutis, jiña, mochufa*, mocordo, porlar, tremedal, zangolotín, pelamanillas, monicaco, asnal o túfidos. Preguntado sobre las ventajas o desventajas de utilizar una jerga propia para sus personajes, nos dice Lorenzo que “es inevitable una vez que el personaje ha abducido al autor”. Su fuente de inspiración es la soledad, ya que vive en un pueblo con solo 17 habitantes. Así, al estar “hablando con las paredes” es como Santiago Lorenzo desarrolla su particular slang. Sobre el hecho de que el habla de sus personajes le colonice su propia manera de comunicarse, nos dice Lorenzo que, para él, esto no es ningún problema, ya que se acaba dejando colonizar hasta por sus gustos culinarios o de atuendo. Lo que sí le importa es que “el significado de cada palabro quede clarísimo” y tiene mucho cuidado con lo de hacer chistes privados porque, “como se sabe, es una práctica malísima cuando se está escribiendo algo ¡que va para el público!”.
El caso de Kiko Amat sobre la escritura de la jerga en los personajes de su novela Revancha (Anagrama) tiene un origen distinto, ya que se trata de una consideración muy tardía en la escritura del libro. Habiéndola hallado, Amat se dio cuenta “de que era completamente natural y al cabo de un segundo era como hablaban de forma inevitable aquellos sujetos, como si hubieran nacido en mi mente hablando así”, utilizando términos como dialo, glebas, nursa, nodos o muza. El uso de la jerga tiene apenas una desventaja menor, y es que algunos lectores primeros de la novela, la historia de una pandilla juvenil llamada los Lokos, “se asustaron en las primeras páginas temiendo que se les venía encima una avalancha de jerga impenetrable y arcana”, nos dice Amat. Incluso algunos se crearon un pequeño diccionario con postits para seguir la trama; cosa que, por otra parte, no era necesaria y, que se sepa, nadie abandonó la lectura del libro por esta razón. Algunos críticos quisieron ver en este slang una relación con La naranja mecánica, de Anthony Burgess. Pero nos dice Amat que no, que tiene que ver “con una jerga juvenil que utilizaba yo de adolescente con mi pandilla y que no era ésta, pero que sí que compartía un poco la meta y el origen social y espiritual y pandillero con la de los Lokos”.
(*MOCHUFISMO: El mochufismo, la mochufada o lo mochufa es un neologismo que inventa Santiago Lorenzo en su novela Los asquerosos y que se refiere al dominguero que va el fin de semana al campo y a sus actitudes cutres, ridículas y de cuñao)