El 6 de febrero de 2020 veía la luz ‘Bost’ el cuarto disco del proyecto del contrabajista Pablo Martín Caminero. Después de ‘Doméstica’ (2005), ‘El Caminero’ (2011) y ‘O.F.N.I’ (2014), Y justo poco más de un mes después, sin apenas tiempo para empezar a presentarlo en directo (su concierto en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música de Madrid), llega una pandemia que nos desborda. El quinteto de Pablo Martín Caminero es una joya que representa un cruce de sonidos y raíces. Por un lado está él, vasco de Armentia (Álava), formado en el extranjero y en Madrid. Luego está el pianista madrileño Moisés P. Sánchez, un músico portentoso, que combina una trayectoria personal innovadora y colaboraciones en otros proyectos. Después están los sensacionales cubanos, Ariel Brínguez (saxo) y Michael Oliver (batería). Dos pesos pesados y dos músicos exquisitos. Y por último el valenciano Carlos Martín (trombón) que vino a sustituir a un fijo de la formación como el también valenciano Toni Belenguer, fallecido repentinamente el septiembre pasado a los 45 años. El concierto fue dedicado a Toni. Yo escribí sobre Pablo Martín Caminero aquí.
‘Bost’ fue el disco en el que se basó y articuló el concierto del viernes pasado: un disco inmenso. Un álbum que aborda las posibilidades del quinteto. Y desborda sentido del humor algo muy característico de Martín Caminero, alguien con mucha guasa que lo mismo te hace un tema de 1 minuto como “Tema para Instagram” para que no, sin algo de burla, se pueda colgar en las historias de esa red social o te crea unas “Variaciones Instagram” que van más allá de la sobreexposición mediática. Se agradece la ironía y la sorna de Martín Caminero en directo que consigue risas entre la audiencia. Así pues, Bost está lleno de vientos, fuerzas y brisas novedosas. Rompe en el cruce de sonidos. El jazz es la estructura pero hay muchas amplitudes. Por ejemplo, incluye “Manoli” un tema “triste” que escribió para la película ‘El Plan’ de Polo Menárguez, pero que transmite una belleza íntima y contemplativa que parece reveladora.
La música de Martín Caminero respira mucho flamenco, pero no es ortodoxo. Sino que busca ese encuentro de lenguajes y estilos. La seguidilla de “Foktr” impresiona por ese ritmo de batería, y un piano con tempo entrecortado. La exhibición de argumentos sonoros de los temas, y del poderío del quinteto fue imbatible. Desde esos solos de instrumento que demuestran el grado de maestría de cada músico. Y luego ese ‘groove’. Impecable ese homenaje al guitarrista flamenco Gerardo Núñez en “Blues para Gerardo Núñez”. Ideal para cerrar un concierto “La Propina” que se inicia como una poderosa pieza con la voz de Toni “vamos a hacer una toma más” y acaba con el aroma de los tangos festivos de Cádiz. Y es que Caminero Quintet exhibe una revolución musical y una propuesta en directo impecable. Y esto solo avanza. Conciertos así nos devuelven a la vida, la música vence al virus, por momentos.