Son artesanos reposteros y son contadores de historias. Cada producto forma parte de un engranaje que se mueve a ritmo de calendario, de tradición y de materia prima de temporada. Cada producto contiene una gran historia impregnada por un momento del año, un instante cultural o una festividad.
San Onofre va más allá de las personas, pero las personas que lo dirigen son mágicas, todas y cada una de ellas y con su varita y a través de la repostería son capaces de tocarte el alma, incluso cautivarte los sentidos. Las hermanas Ana y Mónica Guerrero dirigen este negocio que las vio crecer y en el que ellas mismas crecieron y que fundaron sus padres en 1972 en la madrileña y céntrica calle San Onofre de Madrid.
A día de hoy cuentan con cuatro Obradores propios (San Onofre 3, Mayor 73, Hortaleza 9, Hernani 7), un puesto maravilloso en el Mercado San Miguel y una tienda en Nagasaki, sí, Japón.
Y, como no podía ser de otra forma, cada año, en los escaparates rinden homenaje a la ciudad de Madrid. Y lo hacen a través de dulces esculturas y con las mejores materias primas: una Puerta de Alcalá con almendras marcona de Alicante, un Palacio de Cristal con piñones castellanos y con harina de Tardienta de la comarca de los Monegros u Osos y Madroños con pistachos sicilianos…
Este año el edificio elegido es el edificio Metrópolis, una de las obras más admiradas e inspiradoras de la ciudad, que vendrán acompañadas de un proyecto de escaparatismo creado ad hoc para estas Navidades, en las que además de otras muchas sorpresas, no faltará su famosísimo e imprescindible Roscón de Reyes, acompañado, como cada año, de una corona de rey mago, con la que esta vez homenajean a Madrid.
Porque Madrid es San Onofre y San Onofre es Madrid, el origen de toda una historia que dio lugar a otra muchas y a otras que quedan por venir.