Es miércoles por la mañana y Pional abre la conversación por videollamada. Está en su estudio de grabación, ubicado en el centro de Madrid, por cuyas ventanas entra la luz del mediodía. Como él dice, es “su niño”, un espacio que le inspira para componer sin parar, “mientras tenga buena luz, palo santo y piedras ‘filosofales’, estoy on fire”, afirma. Y es que para Pional la música es lo que le mantiene activo y feliz, algo que tuvo claro desde muy joven cuando comenzó a indagar en este mundo y aprender a tocar instrumentos dejándose guiar solo por el oído. Tras la escuela, estudió sonido y trabajó en los departamentos de control de calidad de los estudios ABC y Pixar: “estaba encantado y me sentía muy valorado, pero al mismo tiempo se estaba gestando algo importante en el mundo de la música, por lo que decidí jugármela y dejar mi trabajo. Era el año 2012, acababa de terminar un álbum con John Talabot y teníamos una gira cerrada por todo el mundo”.
La relación con Talabot, uno de los mayores exponentes en la música electrónica en España, había comenzado a promocionarse tiempo atrás gracias a la plataforma Myspace. Parecía inevitable que acabasen haciendo música juntos y formando, como él dice, “una especie de hermandad”. Un binomio de éxito que llamó la atención del grupo The XX durante el Primavera Sound, -aunque ya se conocían mediante la discográfica Young Turks- de tal forma que les propusieron hacer la gira, primero americana y luego mundial, con ellos: “para nosotros fue una locura porque en esos momentos había pocas cosas sucediendo con la música electrónica a nivel mundial y poder tocar en sitios tan lejanos como Melbourne para 30.000 personas fue increíble. De esa gira aprendí a valorar mi país y Madrid y a no descansar, claro, porque fueron dos años de no parar”.
En la foto, Dora. Por Fede Delibes
Su talento y energía le han permitido tener una carrera prolífica que se ha desarrollado en diferentes ámbitos, “hago muchísima música: la mía, trabajo con artistas y hago música para publicidad. Tengo la suerte de poder trabajar en varios proyectos a la vez sin que me pete la cabeza”, reconoce. Precisamente es la vía de la publicidad la que, en estos momentos en los que no puede trabajar como DJ, más tiempo le ocupa: “He montado junto a mi amigo Pascal Moscheni un estudio que se llama Pampam Studio donde hacemos música para marcas, sobre todo de moda. Me encanta porque cada una te pide un estilo diferente y esos retos me flipan”. En cuanto a la producción, épicas son ya sus colaboraciones con C. Tangana, Dora, Alizzz o Aitana.
Es evidente que el oído es el sentido sin el que Pional no podría vivir, “si tuviera que sacrificar uno, creo que sería el olfato, porque el tacto lo necesito para tocar, y quiero seguir sintiendo esa felicidad al ver y saborear una tarta de queso”. Un oído privilegiado que no descansa nunca y que últimamente estimula escuchando música de su adolescencia como Destiny’s Child, Phoenix, Beyonce, Pharrel -a quien considera EL productor- o Justin Bieber, sobre todo el Justin de los comienzos, y confiesa “la música que se hacía para ese chaval era increíble y la gente que estaba detrás son los mismos del Say my Name de Destiny’s, de Usher o Puff Daddy. Pero vamos, mis gustos son eclécticos”.
Precisamente de la adolescencia es de donde provienen los mejores recuerdos que tiene Pional de la PlayStation, cuyos inicios giraron en torno a los juegos Tony Hawk’s 2 y GTA Vice City: “era EL PLAN con amigos, era todo un ritual que englobaba jugar a la Play, escuchar música, comer algo… Creo que nos pilló a muchos en ese momento en el que había llegado la MTV y Jackass, y en el que molaba patinar, la música punk o rock”. Hablando de jugar y crear, ¿cómo sería su juego favorito si tuviera la oportunidad de inventarlo?, “creo que un tipo GTA pero en versión medieval, que es una temática que me encanta”. Dicho queda.
*Este artículo fue publicado en la edición 188 de El Duende