Los que ya tienen experiencia en la convivencia en casa con obras de arte lo tiene claro, en palabras de Sergio Sancho, director de la feria Urvanity: “una vez que te acostumbras a vivir con arte, es dificilísimo vivir sin él”. Y esto es algo en lo que hay unanimidad. Para el coleccionista Antonio Lobo la obra que inició su camino fue un collage de Esther Mañas, y desde entonces su colección particular no ha parado de crecer. Su colección, ETRA, vive con él en su céntrico piso de 30 m2 en el barrio de las letras de Madrid. Inunda todo, cada espacio y cada habitación de la casa. En esos 30 m2 cuadrados caben más de 80 obras de artistas emergentes, nacidos a partir de 1970, y cohabitan todo tipo de medios a excepción del óleo. Los tamaños y los formatos son clave para que todo encaje. Para él, la falta de un presupuesto con grades cifras para comprar arte no es un problema, sino más bien al contrario, lo ha convertido en virtud. Eso le obliga a que todas las obras que adquiere estén muy bien pensadas y repensadas, y las piezas nunca llegan por impulso: su presupuesto máximo autoimpuesto es de de 4.000 por pieza, que nunca sobrepasa salvo contadas excepciones.
Casa Sostoa, entre lo doméstico y lo museístico, bailando entre lo privado y lo público, es un caso especial. Es el domicilio particular de Pedro Alarcón y un espacio expositivo. Con la firme determinación de vivir rodeado de arte, el malagueño cede su casa a artistas para que expongan e intervengan las habitaciones y en los muebles. Su casa va mutando y transformándose con el paso de los artistas. Historiador del arte y profesor de profesión, su trayectoria comenzó como coleccionista, con la aspiración de vivir rodeado de arte. Ahora, programa exposiciones y proyectos site specific, y su casa es un laboratorio creativo experimental. Frente a los white cube de las galerías, en Casa Sostoa el espacio expositivo es el hogar y todo es posible: murales de Emmanuel Lafont en la cocina, dibujos a rotulador de Guillermo Martín Bermejo en la mampara de la ducha, o trabajos de María Bueno como cabecero de la cama.