Cambiaste Pamplona por Madrid buscando acción. ¿Por qué te instalaste en Lavapiés?
Cuando llegué, hace siete años, las rentas en el centro de Madrid eran como ahora, carísimas. Lavapiés estaba despuntando. Me permitía tener mi tienda y mi espacio de creación juntos en un ambiente tranquilo. Además compraba las telas cerca. Era muy práctico.
¿Vives en la zona?
Sí, desde el principio. Y siendo sincero no salgo de Lavapiés. La mayoría de mis amigos viven aquí. Tenemos teatros, bares, restaurantes… Hacemos mucha vida de barrio.
¿Qué hay de Lavapiés en tus creaciones?
Bastante. Lavapiés es puro color. Es multiculturalidad. El arte y la atmósfera de aquí te enriquece. Te abre la cabeza.
Tienes tres tiendas: en Plaza Mayor, en Huertas y en Lavapiés. ¿Son diferentes?
Sí, totalmente diferentes. En Lavapiés me compran mayormente vecinos. Son superfieles. Vas por la calle y ves a mucha gente con mis mochilas y productos. Las otras dos tiendas están en sitios muy turísticos y son clave para que nos conozcan.
¿Cómo te llevas con los otros creadores de Lavapiés?
Genial. Ahora mismo estamos preparando C.A.L.L.E., que es un festival de Lavapiés en el que intervenimos en las fachadas, en los escaparates… También colaboramos entre nosotros. El ilustrador Marcos Samir nos hizo un mural en una de nuestras tiendas y con una pintura de Jonas Amez diseñamos una mochila edición limitada.
¿Tu madre sigue cosiendo contigo?
Sí, claro. Y mi hermana, que lleva el taller de Pamplona. Allí tiene varios empleados. Yo tengo diez. Mi madre es la jefa del taller de Lavapiés. Ella se encarga de dirigir los cortes, los tejidos…
¿Quién te haría ilusión que luciera un Daniel Chong?
Cualquiera al que le guste. Somos anti influencers y nos apartamos de esa idea. Aunque lo entiendo, me parece extraño que alguien compre algo porque se lo vio a otro. Nuestro objetivo es crear cosas que atrapen de una manera natural.
¿Cuál es la pieza que más te identifica?
Ahora tenemos bañadores, maceteros, bolsos de bebé, camisetas con Lola Flores, con mi perro Popper… Pero la mochila es nuestro best seller.
¿A qué crees que se debe el éxito de tus mochilas?
La mochila nos acompaña desde pequeños, del cole a la universidad. Luego creces, te vuelves más urbanita y te pasas al bolso, pero es incómodo. Las mochilas que hay son aburridas. Nuestras mochilas no quedan mal en el after work porque no es la típica mochila de ordenador negra fea. La gente se encariña con ellas.
¿Trabajas con algún material ecológico nuevo?
Hace dos meses lanzamos las mochilas 100% veganas. Sus asas son suelas antideslizantes de caucho reciclado de zapatos. Son sostenibles, impermeables, duraderas… Pensamos en la impresión 3D, pero este material es óptimo.
Todas tus piezas llevan la etiqueta “Don’t forget to smile”, ¿qué representa esa frase?
Creo que es importante sorprender y queríamos eso, darle una sonrisa a los clientes. Que entendieran cuánto disfrutamos con lo que hacemos. Muchas veces la ven y nos dicen: “No me esperaba esto. Me lo compro”. “¿Te lo compras por la frase?” “Sí. Me ha hecho mucha ilusión”. La gente nos envía fotos con la etiqueta. Es muy agradable.
¿Te quedas en Lavapiés para toda la vida?
Sí. No soy de cosas para toda la vida, pero de momento estoy muy contento aquí.
Daniel Chong. Calle del Amparo 42 (Atelier y tienda) / Calle Imperial 5 / Calle Moratín 17.
daniel-chong.com
