Nuestro cuerpo y nuestra mente están íntimamente relacionados. Lo que percibimos a través de nuestros sentidos nos permite que entrenemos nuestro cerebro. Emprendemos un viaje hacia nuestro autoconocimiento de la mano de Verónica y Enrique, de Kensho Life, un proyecto centrado en el mindfulness. En la foto de cabecera: Vero y Enrique, fundadores de Kensho Life.
Verónica y Enrique lo tenían todo en la vida. Trabajos dinámicos y de responsabilidad, casa, viajes, caprichos… Pero no eran felices. El estrés les impedía disfrutar de sus éxitos.
Como en todas las historias que merecen ser contadas, los protagonistas de este artículo salieron de su zona de confort. Vendieron sus propiedades y recorrieron el mundo practicando voluntariado y mindfulness. El autoconocimiento les ha devuelto la ilusión. Hoy comparten el arte de la meditación en Kensho Life, un acrónimo japonés que significa “ver tu propia naturaleza”.
¿Cómo llegasteis al mindfulness?
La salud mental en España es tabú, como ir al psicólogo o hablar de emociones. Nosotros vivimos catorce años en Inglaterra y allí hay otro acercamiento. Estábamos estresados e investigamos vidas alternativas. Nos acercamos al mindfulness escépticos, pero descubrimos una evidencia científica detrás que nos dio seguridad. Al igual que uno no tiene que estar mal físicamente para ir al gimnasio, la meditación entrena la mente para estar mejor y desarrollar habilidades para futuros retos.
Tras ver realidades extremas, ¿no os resultan frívolos los problemas de a pie?
Participamos en voluntariados en Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda y Tanzania. Pasamos por lugares con muchísima pobreza. Sin embargo, cada vida tiene sus dificultades, y no hay que desestimarlas.Todos sufrimos, pero podemos entrenarnos para que ese sufrimiento no nos paralice.
¿La felicidad se tiene, se busca o se trabaja?
Un mix. La profesora Sonja Lyubomirsky, pionera en el estudio científico de la felicidad, explica que depende de tres factores. El 50% del nivel de felicidad al que alguien puede acceder, viene dado por la genética, por ejemplo la capacidad de producir esas hormonas de la felicidad: serotonina, dopamina, oxitocina… Un 10% de ese nivel está determinado por nuestro contexto: cultura, sueldo, trabajo, clima… Curiosamente es a lo que da más importancia nuestra sociedad. El otro 40% depende de nuestras acciones diarias. Aquí es donde tenemos todo el control y es donde trabaja el mindfulness.
Recalcáis que no somos nuestros pensamientos. ¿Qué somos entonces?
Los pensamientos son procesos de la mente y son transitorios. Yo no pienso como cuando tenía 15 años, pero eso no cambia quien soy. La meditación nos entrena para reconocer tanto la esencia como los patrones mentales. Una analogía famosa dice que nosotros somos como el cielo, y los pensamientos, emociones y sensaciones físicas son como el tiempo: las nubes, las tormentas, la lluvia, rayos… Detrás de todo eso, el cielo siempre permanece, azul, en calma.
¿Cómo se entrenan los pensamientos?
Lo que realmente estamos entrenando es nuestra capacidad de observar nuestros pensamientos, primero para poder reconocerlos, cuando surgen, cómo evolucionan, cuales se repiten, qué patrones tenemos en nuestro cerebro, y esto es lo que nos permite, seguidamente, decidir. Decidir si queremos seguir con ese pensamiento, o dejarlo pasar, o generar un pensamiento alternativo por ejemplo para cambiar un pensamiento repetitivo que no nos beneficia.
¿Con el mindfulness se desarrolla un “sexto sentido”?
Con la práctica del mindfulness aprendemos a prestar atención a toda nuestra experiencia. Esto hace que agudicemos nuestra capacidad de darnos cuenta de algunas sensaciones físicas que antes pasaban desapercibidas. Se refina y se refuerza esa relación entre nuestra mente y nuestro cuerpo.
¿Es necesario impartir inteligencia emocional en los colegios?
Es esencial enseñar a los niños a que desarrollen inteligencia emocional. Da igual que una persona tenga cinco masters, si no es capaz de gestionar sus emociones, recuperarse con rapidez de la adversidad, mantener relaciones sociales positivas y que aporten a su entorno, si no se conoce a sí misma, sus fortalezas, sus debilidades… va a tener grandes carencias.
¿Qué opináis de los videojuegos?
El juego es una parte muy importante del aprendizaje y los videojuegos también pueden ayudarnos a desarrollar ciertas habilidades. Pero no hay nada comparable a la interacción directa y presencial con otros seres humanos.
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