Entramos en la sala con Carlos Saura, que visita la muestra por primera vez. Se queda muy sorprendido. “Estoy abrumado”, confiesa.
Chema Conesa, comisario de la exposición, ha pasado meses buceando en su archivo personal con total libertad hasta dar forma a una exposición que reúne 118 fotografías acompañadas por otra veintena de polaroids, fotografías pintadas, cuadernos de dibujos y publicaciones. Saura le ha dejado hacer. Ha confiado plenamente en su criterio, aunque su primera reacción, no se hace esperar: “Todo esto es el pasado. A mí no me interesa el pasado. Me preocupa, mucho más el presente y el futuro”.
Pues ahí la fotografía le ha servido para todo lo contrario. Sí, la exposición me recuerda al poeta Pessoa. La vida en etapas. La vida, como la fotografía, va dejando esos posos, en los que a veces uno se reconoce y ayudan a recordarse. El hecho de apretar el obturador es un acto peligrosísimo porque lo que se guarda es el pasado.
La muestra comienza con los ensayos familiares de un Saura muy joven detrás de la cámara. Son fotos de sus hermanas, de su entorno. Son pruebas de luz en formato 6×6. Muchas de ellas no se habían impreso nunca. “¿Todas estas fotos son mías?”, comenta, “algunas ni las recuerdo”.
Saura recorrió España con su Leica durante los años 50 y 60. Cuenca, Sanabria, Madrid, Valencia… Muchas imágenes se ven ahora también por primera vez. “¡Luego dicen que España no ha cambiado!”
El suyo es un discurso humilde: “Empecé como un aficionado. He tenido la oportunidad de publicar libros, hacer exposiciones… Pero siempre he sido un aficionado. Eso sí, un aficionado preparado. He leído mucho, he visto muchos libros de fotografía. De la fotografía sé mucho porque he aprendido mucho de ella. Tengo un laboratorio en casa y estoy al tanto de lo que pasa. La fotografía actual me interesa muchísimo. El mundo para mí es, sobre todo, algo visual. He probado mucho con la cámara. Me ha interesado mucho siempre la técnica. Probar cosas. Renovar. Yo empecé con cámaras de placas de cristal que me construía. De ahí a la Leica y hasta la actualidad, que hay un abismo. Con lo digital es una maravilla poder ver la foto que acabas de hacer. Pero lo importante es la personalidad de cada uno. Es lo que marca la diferencia”.