A colación de su nuevo libro Al borde de un ataque de compras (Ed. Debate), la periodista y escritora Brenda Chávez (Madrid, 1974) nos da las claves para comprar de forma más responsable y sostenible.
Cuando vamos a consumir, ¿cómo podemos distinguir lo que realmente necesitamos?
Una necesidad real es lo que llamamos bienes básicos. La alimentación que necesitamos para estar sanos y bien nutridos; lo que necesitamos para darnos cobijo, es decir, la vivienda; y luego, las prendas que necesitas para vestirte dentro de cierta racionalidad. Esto es lo que realmente necesitamos, y es un tipo de consumo elemental y lógico.
Todo lo demás es innecesario…
Hay estadísticas que dicen que nos ponemos solo el 30% del armario y que el 70% restante lo tenemos muerto de la risa. Pasa también con los productos de higiene y de cosmética. Usamos una media de entre ocho y dieciséis, y esto es una auténtica barbaridad. Con un buen champú, un gel, un par de cremas, el cepillo de dientes y la pasta es suficiente. Hay culturas que tienen unos treinta objetos como mucho a lo largo de su vida. En una casa occidental podemos acumular miles. Estamos consumiendo 1,7 tierras al año en recursos. Si seguimos a este ritmo, los expertos dicen que en 2030 serán dos tierras y en 2050, tres. Y esto está por encima de las capacidades de renovarse del planeta. De hecho, la masa antropogénica (que es la de todo lo que hemos creado los humanos) ya supera la biomasa. Hay que pensarlo mucho porque estamos llegando a puntos de inflexión.
Parece que todas las grandes empresas se han subido al carro de lo sostenible, lo ‘eco’ y lo verde, ¿tiene algo de real esto o estamos ante simples eslóganes?
Estamos viviendo un momento de greenwashing muy preocupante. Es decir, hay una brecha entre lo que producen y cómo lo producen, y lo que nos intentan vender de lo “verdes” que son. Lo hacen precisamente las grandes corporaciones, que deberían estar cambiando su modelo productivo.
Y nos llegan los inputs por todas partes: redes sociales, anuncios… Como consumidores, ¿cómo podemos darnos cuenta de que no tiene nada de ecológico ni sostenible?
Lo primero que debemos pensar es por qué queremos comprar algo. Hay un montón de detonantes: se compra por satisfacción, por ocio… También por la cantidad de estímulos que nos llegan al día (entre 6.000 y 9.000) a través de todas partes. El presupuesto dedicado al marketing en el mundo es de más de 400.000 millones de euros, que es más que el de la ONU o que el de cualquier país para cosas necesarias como la educación o la sanidad. Sabiendo esto, es fácil detectar el greenwashing. Cuando una gran corporación, cuyos objetivos trimestrales son siempre crecientes y solo pretende vender más, saca una línea “eco” y no cambia nada más está haciendo greenwashing. Esto genera un momento de mucha confusión y ruido en el que es necesario informarse y mantener un escepticismo altísimo. Ante cualquier cosa que te vendan que sea ecológica y no estés seguro de cómo se hace y la marca no lo cuente de forma transparente, hay que mantener un nivel alto de sospecha.
Y, ¿cómo distinguir lo que sí es realmente sostenible?
Hay que tener en cuenta que la sostenibilidad tiene siempre tres pilares: uno social, uno medioambiental y otro económico. Es muy fácil ver cómo esas cápsulas “eco” que están hechas de materiales sostenibles se fabrican en Bangladesh en situaciones de explotación. Los tres tienen que estar presentes para que una empresa, un producto o una acción sean realmente sostenibles. Tampoco debemos obsesionarnos con lo ecológico. Hay informes que dicen que consumir ecológico no siempre es lo más sostenible. Por ejemplo, compramos un aguacate “eco” hecho en Chile y no pensamos en la huella que generan las emisiones para refrigerarlo y transportarlo hasta que llega aquí. Los sellos “eco” tampoco garantizan que las condiciones de quienes plantan los aguacates sean buenas.
Una vez aparece la sospecha, ¿qué podemos hacer?
Lo primero es no agobiarse. Hay que asegurarse de que lo que compras es de cercanía y local, evitar comprar en grandes corporaciones y hacerlo en pequeños y medianos comercios. Que después de esto queremos ir a por lo “eco”, perfecto. Pero no lo ecológico de grandes empresas, sino de las pequeñas, locales. También es preferible comprar en sitios de segunda mano. No se trata de volverse loco.
*Al inscribirte en la newsletter de El Duende, aceptas recibir comunicaciones electrónicas de El Duende que en ocasiones pueden contener publicidad o contenido patrocinado.