El equipo originariamente empezó siendo de cinco personas, pero la marcha de Rubén nos dejó siendo cuatro y para compensar todo lo que él aportaba necesitábamos rodearnos de más gente. Los más significativos han sido Diego, Pablo, Angy, Clara, Dani… pero a lo largo de estos diez años han pasado por la familia muchísimas personas”, explica Javier Serrano, arquitecto y uno de los fundadores de Boamistura.
En el momento de realizar esta entrevista, él mismo, Juan y Pablo se encuentran en Madrid, pero con las maletas hechas para volver a Murcia, la que está siendo su base durante estos dos últimos meses por un proyecto donde intervienen cuatro edificios de uno de los barrios más “complicados” de la ciudad. Y mientras, Arkoh y el resto del equipo están volviendo de Akron, Ohio, donde han convertido una plaza a los pies de una escuela en un lienzo de caucho horizontal lleno de color.
“Somos como un organismo que se hincha y se deshincha según el momento”. Esto les permite abarcar más proyectos, “aunque esto no es algo que nos entusiasme. Cuando surgen proyectos irrechazables lo que tienes que hacer es cogerlos con más tiempo para así poder darles el cariño necesario”, cuenta Javi.
Comenzaron con el más puro graffiti, con spray en mano e improvisación por bandera, después con murales de mayor formato donde los rodillos eran el nuevo spray, con intervenciones donde empezaba a haber un trabajo de estudio previo en su mítica ‘Fábrica de Pepinos’ y continuaron con Crossroads, una especie de acupuntura al mundo a través de proyectos en diferentes rincones del globo donde lo más importante es la comunidad, el entorno, el diálogo de los vecinos con la obra, la responsabilidad social que implica y la colaboración de todos para que el proyecto se sienta propio. Hace años sus obras “nacían de una idea previa y un boceto realizado en el estudio”, pero después esto se convirtió en una tabula rasa que llega virgen al lugar y que busca la inspiración in situ. “La inspiración y la manera de afrontar una obra ha cambiado mucho porque cada vez hemos sido más conscientes de la importancia que tiene hacer una obra que responda correctamente al lugar y al momento, al tiempo y al espacio. Nos obsesiona esa relación de la obra con el contexto. Por ello, ahora, la inspiración la buscamos directamente en el lugar, en sus historias y en su gente”
Tanto que cuando Boamistura tienen entre manos un proyecto algo más largo y grande de lo habitual, hacen un viaje inicial, una visita previa para VIVIR (en el más amplio sentido de la palabra), el lugar donde van a intervenir. Allí, durante algunas semanas, realizan talleres, juegos, dinámicas y una recogida de ideas con los vecinos que les ayuda a ir entendiendo, a través de las personas, el lugar y el contexto. Después, empiezan a diseñar, pero no comienzan a pintar sin antes preguntar a los vecinos qué boceto les gusta más. “Esa decisión les hace ser un poco responsables del paisaje urbano que van a tener, les hace parte del proceso artístico”, explica Javi. “No solo les involucramos decidiendo, sino que, en ocasiones les formamos y pintan con nosotros, para que también sea, literalmente, un proyecto de los vecinos”.
Sin embargo, y a pesar de lo especiales que son estas paradas Crossroads para Boamistura, actualmente confiesan que no podrían estar haciendo continuamente este tipo de proyectos colaborativos. “Son proyectos que te dejan posos muy fuertes y de los cuales luego te cuesta recuperarte. Digamos que dejan una ‘resaca’ muy fuerte y por eso intentamos articular nuestro calendario para alternar esos picos con otros proyectos que sean valles de intensidad”,
explica Javi.
Les preguntábamos en 2001, cuáles eran sus herramientas de trabajo: “sprays y paredes de 2 x 6 m”. Ahora, prácticamente no los utilizan para los cientos de metros cuadrados (miles en algunas ocasiones). “Antes no preparábamos las paredes debidamente y ahora detrás de un mural nuevo hay una preparación muy exhaustiva, desde rascar la pared, darle una capa de sellante, darle una imprimación, las manos correctas de pintura… dentro de que nuestras obras son efímeras, sí que intentamos aplicar los materiales de la manera óptima. No es cosa de durabilidad sino por el compromiso con el lugar y los vecinos”, explica Javier.
Lo que no ha cambiado en estos años es que detrás de cada intervención hay siempre un mensaje positivo, un golpe en las mentes y un soplo para el corazón. Una responsabilidad social tatuada en su ADN. boamistura.com