Ciudad de bicis y tranvías
Además de caminar por la ciudad, puedes emplear su eficiente transporte público, gratuito para los turistas (incluido del aeropuerto de Basilea al centro). En tu hotel te entregan una tarjeta que, además, otorga un descuento del 50% en museos y otras actividades y oferta de ocio y cultura, además de dar acceso a puntos wifi (en 26 localizaciones) y permitir usar las bicicletas eléctricas públicas por 20 francos suizos al día)(1 Ä ≃1,07 Fr). Y es que en bici es como se mueve gran parte de la población. Muchas grandes empresas ya no tienen aparcamientos precisamente para fomentar esta costumbre.
Para atravesar el inmenso caudal del Rin puedes hacerlo a través de sus tres puentes. El más célebre es el Mittlere Brücke (el de “en medio”), o navegando pausadamente en uno de sus pintorescos ferris.
Capital del arte

Para los aficionados al arte la oferta es más que amplia. Es obligatoria la visita al maravilloso Kunstmuseum Basel, que posee la más antigua colección pública de arte del mundo.
Puedo decir que no he realizado una visita más cómoda a un museo en mi vida. Es un placer contemplar casi en solitario obras de Munch, De Chirico, Degas… Conviene explicar que se suman aquí dos características de Basilea: la histórica generosidad de sus empresarios como mecenas, y el amor de sus habitantes por el arte y la cultura en general.
Buenos ejemplos son Christoph Merian, Ernest Beyeler (quien puso los cimientos de la celebérrima Art Basel y su homónima Fundación, imprescindible de visitar) o las empresas que tienen sede en la ciudad (Roche pagó más de la mitad de la nueva sede de este museo). Por su parte, Peter Staechelin, magnate de los seguros que, entre otras, poseía dos pinturas de Picasso, las donó a condición de que, en caso de urgencia económica, le fuesen restituidas para venderlas. Esta llegó en 1967 con forma de tragedia aérea. Y al querer vender las obras, la ciudad organizó un referéndum y los ciudadanos donaron el dinero restante necesario para evitarlo. Picasso, conmovido, le regaló a la ciudad varias obras más.
Un vivero arquitectónico

Otro elemento que define a Basilea es su arquitectura, que, de manera armoniosa, integra construcciones históricas con lo más rompedor. Una firma que sobrevuela por encima de las demás: Herzog & de Meuron. Oriundos de Basilea, montaron su oficina en 1975. Porque los autores del proyecto de la Tate Modern, el estadio olímpico de Beijing o Caixaforum Madrid son, en sí mismos, un icono de la ciudad. Suyo es el proyecto que da forma al nuevo horizonte de Basilea: la Torre Roche. También el City Lounge ferial, St. Jakob Park (estadio de fútbol del equipo local) o el impresionante plan director que se está llevando a cabo en la zona franca, en el barrio de Dreispitz. Ellos mismos firman el edificio Helsinki Dreispitz y el singular Schaulager, un depósito para albergar obras de arte en óptimas condiciones y que también organiza puntualmente exposiciones.
Los más expertos peregrinarán al Centro de señalización ferroviaria de Basilea, un pequeño símbolo de la arquitectura del siglo pasado.
En el otro extremo de la ciudad, otra farmacéutica puntera también está construyendo un megaproyecto, el Campus Novartis, con edificios diseñados por estudios de prestigio (Frank O. Gehry, Diener & Diener, Sanaa…).
Y al otro lado de la frontera, en Alemania, otro de los lugares emblemáticos y absolutamente imprescindible de visitar es Vitra Campus, el complejo creado por la firma suiza de diseño que integra, entre otros, VitraHaus (probablemente la tienda más bonita del mundo; también de H & dM) o el Vitra Museum (Frank Gehry).