“Madrid es mi familia. Hay soledad e individualismo, pero también lo contrario. Estoy muy enamorada de ella”, confiesa. Fue en una de sus instituciones culturales que más de cerca le tocan, la Cineteca de Matadero, en donde se encontraba impartiendo una conferencia junto a experimentados profesionales: “mucho mejores que yo; y de repente, siendo una mindundi, noté que estaba siendo escuchada por el público mucho más atentamente que los que estaban a mi lado. Creo que porque les hablaba sobre cosas prácticas a esos estudiantes de 18 años que querían saber cómo iniciarse en el cine”. Tras aquello decidió escribir su libro Al menos no llueve que, además de un breve manual con consejos para quienes están empezando en esta profesión, casi de forma simultánea se convertiría en otro de sus intimistas y personales cortometrajes para el que, además, decidió montar su propia productora, Matria Films.
Ese título, es en cierto modo, una máxima para definir cómo ve la vida, con un punto vital de optimismo entre un mar de dificultades.